Capítulo 4 Perjuicios

121 14 43
                                    


A lo lejos una hermosa mujer, se quedó plasmada al ver cómo aquel niño era idéntico a su hermana, y al hombre que ahora era su esposo. Cuando llegó al lado oji-dorados, que veía como aquella mujer se marchaba con aquel niño que ella creía muerto o por lo menos esos era lo que había hecho creer su adorado hermano.

—¿Sesshomaru, cariño sucede algo? Hablo la mujer de cabellos morados, y de ojos color verdes que miraba con molestia, todo esto que estaba pasando.

—No... Hay que irnos ahora. Sesshomaru comenzó a caminar dejando aquella mujer atrás, no quería seguir ahí ya que tenía a mucho que pensar, tenía que averiguar que era lo que estaba pensando.

Cuando ambos estaban en el auto, el silencio era el que reinaba completamente el lugar, el como ella estaba completamente en su mundo. Aquella duba era la que estaba, dando vueltas en la mente de ambos cuando llegaron a su casa, cada uno tomo su rumbo, la peli-morada subió a su habitación molesta mientras que el ojimiel, su fue a su despacho tenía muchas dudas en su mente y lo primero que tenía que saber era ¿Que carajos había pasado, en el nacimiento de su hijo? Pero para eso tenía que averiguar que realmente era lo que había pasado aquel día, dónde había muerto su esposa e hijo.

Después de que la pequeña familia, del pequeño Kairi volvía a casa, tomo de la mano a su mamá para llevarla al patio de la enorme casa, para que lo viera como es que jugaba con la pelota;

—¡Vamos, mami! Mira como ya puedo jugar con la pelota. Corriendo a la puerta que daba al jardín de la casa

—Espera Kairi. Kagome miraba con una sonrisa al pequeño de ojos dorados como corría para llevarla al jardín.

—Kairi.. la voz gruesa y fría de Naraku, resonó en toda la casa haciendo uno efecto de eco, haciendo que el pequeño se detuviera en su acción.

—Si... Tío Naraku. Contesto el pequeño mirando al pelinegro.

—Deja que descansé, un poco tu mamá. Acercándose al pequeño, para tocar su cabeza con su mano viendo como el pequeño, hacía un puchero, inflamado su cachetitos con un pequeño tono rojo claro, haciendo que Naraku soltara una pequeña sonrisa al ver, la acción que tomo el pequeño de cabellos negros, y mechas plateadas.

Kagome que miraba con mucha ternura la escena, no podía evitar pensar como había cambiado tanto aquel chico que la odiaba tanto. Y ese cambio había sido por ese pequeño niño, imperativo habia días que no podía dejar de pensar como era que su madre biológica lo había dejado solo. Por lo que terminó saliendo de su pensamiento, cuando escucho la voz de su gran amiga y manager.

—Oh vamos, no bien llegas y este pequeño monstruito no te deja descansar. Habló Sango entrando por la puerta viendo, cómo Naraku se llevaba al pequeño Kairi en sus brazos para dejar que las dos mujeres hablan.

—Tia Sango. Se escucho desde la puerta, viendo como entraba un pequeño pelinegro corriendo a la habitación.

—Kairi, ten cuidado cariño. Hablo kagome tomando al pequeño de su mano.

—Eh... Pequeño campión que no hay un abrazo para tu tío favorito. Un pelinegro hablo desde la puerta que traía unos juguetes.

—¡Tio Miroku! Corrio el pequeño Kairi, a dónde estaba el pelinegro para darle un abrazo.

[•••]

Naraku que miraba al hombre de cabellos negros con molestia, ya que para el pequeño Kairi el era su tío favorito. Para darle el regalo que  cada ves que el vierne a visitarlo.

—¿Espero, que para cuando nasca tu hijo, así lo sigas consiguiendo? Hablo Naraku con un tono molesto y alegre cuando vio la cara de susto que puso su amigo.

Amor de MadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora