Extra 06

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6 de junio - año 739

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6 de junio - año 739

— Leonard... — susurra mi nombre con voz rota.

—No me toques.

—Lamento todo esto, yo...

—No, no lo lamentas. Ni siquiera me quieres. — escupo con enojo.

—Te quiero, eres mi hijo — intenta acercase, pero me alejo — le temo a tu padre...

— lo sé. — me quedo en silencio durante un tiempo y después me giró a verla — madre — la llamo y me mira con lágrimas en sus ojos — cuando era pequeño te pregunté por qué padre lastiman a las personas y me respondiste que a las personas malas, siempre le va mal, ¿Soy malo?

Rompe en llanto y se acerca a mi a abrazarme. Era la primera vez que me daba una pizca de cariño. Pero... Por más que quiera llorar, ni una lágrima salía de mis ojos. Los únicos sollozos que se escuchaba en la habitación eran los de mi madre.

Se separó de mí y me miro a los ojos, tomo mi rostro en sus manos.

— no eres malo, hijo— beso mi frente — no lo eres — repitió abrazándome nuevamente.

— madre — la llamo nuevamente y me mira — ¿Me amas?

Me miró a los ojos y se mantiene en silencio durante varios segundos.

—¿Fui un hijo deseado? — pregunté — ¿Amas a mi padre? Dime la verdad.

Baja la mirada y acaricia mis manos.

— no amo a tu padre — susurra — no fuiste un hijo deseado, al principio no te quería cerca de mí, pero después... Después empecé a sentir amor por tí...

—¿Y por qué nunca lo demostraste? — ataque — sabes que siempre me he sentido solo, vacío y muy infeliz.

— lo siento tanto hijo — dijo entre sollozos — no sabía que te sentías así.

— no, no lo sabías — miro un punto fijo mientras ella me abraza sollozando.

La puerta se abre, mi madre se sobresalta y yo solo miro al frente.

— déjalo — ordena mi padre con voz fría — debe tomar responsabilidad ahora.

— no lo lastimes más — súplica mi madre, cuando mi padre la aleja de mi.

— ¡cállate y ve a tu alcoba! — grita, la toma del brazo y la lleva a la puerta.

Escucho la puerta cerrarse de golpe, mi padre se acerca a mí.

— levántate, date una ducha. Hay una reunión del concejo de guerra — informa, se da la vuelta y sale de mi alcoba.

Me levanto de la cama, voy al cuarto de baño y me desvisto. Entro en la tina y me siento.

Me siento sucio, mi cuerpo tiene moretones por todos lados, mi labio está roto. No he dormido en semanas, mi aspecto es pálido y ojeroso.

Mi padre se ha puesto mucho más duro conmigo, me ha obligado a ir más seguido a las reuniones del concejo, me a obligado a estar en batallas con los guardias.

Tengo muchas cicatrices en mi cuerpo de aquellas batallas, me ha lastimado y mi padre nunca intervino, siempre quería que siguiera hasta mi último aliento.

Mi padre me ha mantenido encerrado en el palacio y prefiero estar aquí a allá fuera. No me siento con ánimos de nada, ni de ver a nadie.

He decidido desde hace semanas que a Vanessa no se le permita visitarme, no quiero verla más, ni a ella, ni a su padre.

Salgo de la tina, enrollo una toalla en mi cintura y salgo del cuarto de baño. Camino hasta la cama y encima de ella ya está mi ropa.

Me coloco la ropa interior, después el pantalón negro y por último la camisa blanca, manga larga, algo holgada.

Camino hasta el espejo y me miró, mi rostro se ve cansado, las ojeras son muy notorias. Tengo una cicatriz en mi mejilla izquierda.

Peino mi cabello dorado hacia atrás, con mi mano. Suspiro y camino a la puerta de mi alcoba. Salgo y cierro la puerta atrás de mí, camino por el pasillo, llegó a las escaleras y las bajo lentamente.

Llegó al último escalón y camino por el pasillo que da al salón donde se hacen las reuniones del concejo. Llegó y los guardias abren la puerta y todos voltean a verme.

— me alegra verte, Leonard — habla Lord perrat, lo miro con frialdad — hace tiempo no te veía.

—A mí no me alegra verlo, duque — digo con desprecio.

— no es momento de saludos, debemos comenzar — habla el conde.

Camino, ignorando el ceño fruncido del duque, tomo lugar a lado de mi padre. El duque pasa por nuestro lado y se sienta en su lugar.

Un hombre comienza dando sus argumentos.

Me dispongo a poner toda la atención posible, no quería recibir unos golpes por estar distraído.

No sé cuánto tiempo avía pasado, quizás una hora o más.

Las puertas de la entrada del salón son abiertas de golpe. Todos miramos hacia la puerta y por esta entra un guardia, se acerca de inmediato a mi padre, quien está a mi lado.

— señor, su esposa está... Muerta — susurra, pero logro escucharlo.

Por instinto me levanto de mi lugar y corro hacia la salida.

— ¡Leonard! — grita mi padre, pero no me detengo.

Corro por el pasillo y subo las escaleras rápido, sigo corriendo hasta llegar a su habitación, dos guardáis están en la entrada, al mirarme tratan de detenerme, pero esquivo el primero y golpeó al otro, logrando pasar a la alcoba de mi madre.

Me quedo de pie en al entrada, mis ojos se abren de sorpresa al ver cómo es dejada en la cama por un guardia y el médico, tenía una soga alrededor de su cuello.

— leonard— escucho la voz de mi padre atras de mí — sácalo de aquí — escucho que ordena y un guardia me saca a la fuerza.

Ella... Se avía matado.

El guardia me mete a mi alcoba, lo miro al rostro y es el que me ayudó cuando mi padre me encerró en el calabozo.

—Alteza— llama y lo miro.

—Mi madre... ¿Murió? — pregunto aun después de averla visto sin vida.

— sí..  — susurra

Me giró y camino hasta mí cama, me siento en ella y miro un punto fijo.

¿Me dolía su muerte?

Puede que sí, pero no tanto. No sentí un amor inmenso por ella como para llorar por su partida.

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El Corazón Del Rey [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora