Contraataque (parte 1)

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Akaza no admitiría, fácilmente, que la última semana la paso de maravilla. Los encuentros con Rengoku le habían divertido como no tenía idea. Luego de la primera cita, hubo tres más antes de que la dueña de la casa pusiera un limite a Rengoku.

Cuando su hermana Himeko  pregunto de sus encuentros con el joven cazador, Akaza tuvo que actuar como si aquello fuera solo un trabajo más, sin embargo Himeko y la patrona le dijeron que dejaría de ver al hombre a menos que sea en las casas de té. Más tarde, poco antes de que tuvieran que ir a una cita con algunos clientes, Himeko le habló de los peligros que hay detrás de las intenciones de los hombres y le narró sobre una historia de una joven que cayó en las trampas de un hombre extranjero, la engañó bajo la promesa de que ambos se casarían, por lo que ingenua, ella entrego su virtud solo para luego enterarse de que ese hombre se casó con una mujer de sus tierras. La mujer cayó en la desesperación que terminó matando a su hijo y posteriormente suicidándose. 

Akaza estuvo a punto de reír por lo absurdo de su historia pero, haciendo uso de todo su autocontrol, acepto la enseñanza y le juro que nunca volvería a encontrarse con Kyojuro.

"Bajo el nombre de Kangetsu." susurro eso último hacia si mismo.

Continuó su labor como geisha del distrito rojo y aunque había recibido algunos regalos por parte del hashira, este nunca volvió a verlo a solas,

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Era la primera vez que Kyojuro no sabía que hacer, durante mucho tiempo, incluso en el imaginario sobre que sería de su vida cuando empezara a laborar como Hashira para la cofradía, pero esta misión en el distrito rojo le había creado un sin fin de confusiones, sobre todo cuando conoció a esa misteriosa geisha, Kangetsu. 

En un primer momento pensó que era un demonio, sin embargo luego de aquella vez que la llevó a ver sumo, sus sospechas fueron contradiciéndose.  Podía sentir la presencia demoniaca a su alrededor, pero el haber superado la prueba del sol le había creado diversas dudas. Continuo sus citas con ella buscando algún rastro de debilidad, hasta que la matrona de la casa le solicitó no volver a salir con ella hasta la noche, que a pesar de las buenas pagas que dejaba por los servicios de la geisha, las visitas con Kangetsu sería únicamente a las casa de té. Kyojuro instintivamente estuvo por refutar, pero en el último momento acepto la solicitud de la madame. No volvió a solicitar reuniones con la geisha a menos que estuviera su hermano o su aprendiz.

Cuando se reunió con su amigo y le habló de los diversos sentimientos que le causaba la cercanía de la geisha, Tengen soltó una fuerte carcajada y le habló sobre un posible interés por la extravagante geisha de ojos dorados. Quiso refutar aquellas palabras, pues su deber como hashira le evitaba que tuviera esa clase de pensamientos, especialmente cuando su vida podía acabar en un instante. Realmente no sabía porque su mente ahora le engañaba con la peculiar presencia de una chica como lo era Kangetsu, no es como su disfrutara sus conversaciones, las diversas opiniones que tenía de cualquier tema o la astucia de su mente cuando ambos se ponen a jugar un juego de mesa y cartas, o cuando le sonrie cada vez que se despiden,no, eso no podía ser verdad. 

Continuaron las visitas donde seguía su búsqueda y cada día Kyojuro no podía controlar sus gestos cuando algún hombre se acercaba a la geisha y lograba sacarle una carcajada, poco a poco comenzaba a detestar esta misión.

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Desde la última noche hasta  ahora no quedado a solas con Kyojuro, sin embargo esta noche Himeko le habló sobre ir a una casa de té donde los esperaban importantes hombres de las altas esferas sociales, la madame les habló sobre la oportunidad de encontrar un excelente prospecto para un matrimonio arreglado para ella, por lo que tendría que aprender lo mejor posible en esta noche. Cuando escuchó esas palabras, Akaza casi hace que se le corra el maquillaje de los labios, pregunto porque comenzaría a buscar un matrimonio y Himeko le habló sobre lo grande que ya era, que el tiempo estaba pasando en sus cuerpos y que muy pronto los hombres ya no estarían interesados en mujeres como ellas. 

Akaza dejo que la humana hablara, realmente eso no era una preocupación para él, era un demonio y a no ser que el señor Muzan le levante el castigo, él podría seguir por un tiempo en el distrito rojo causando malestar a la sexta luna creciente.  

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La maldición de TiresiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora