Capitulo 10-

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Caminaban por las atestadas calles de México. Mientras que se acercaban al hotel, el miedo lo invadía cada vez más. Repasando escenarios imaginarios en su mente. Solo lograba ponerse más ansioso. Tampoco es que tuviera demasiada opción. Puesto a que si intentaba retractarse su hermano, y su cuñado no se lo permitirían. No lograba apartar su mirada de el ramo de "flowers". Observando con atención cada detalle de el arreglo, una mezcla de gerberas y crisantemos.

Llevó su mano temblorosa hacia su pecho. El corazón le latía a mil. Jugaba con sus dedos, en un intento de calmar estos nervios. Cosa que poco le sirvió. Observo el hotel nuevamente. Dejando salir un suspiro. Su hermano coloco su mano en su hombro, en un intento de calmarlo.

—¿Vamos?
—Eh...
—Dale Riki, no tengas miedo.
—Mmh, no se...
—Vamos dale, te va a ir bien.
—Bueno, si vos decís.

Ricardo seguía temblando durante todo el camino. Sus acompañantes solo pudieron darle ánimos. Al llegar al pasillo que dirigía a sus habitaciones. Roberto le ofreció su brazo al menor, cosa que acepto inmediatamente. Aferrándose para calmar su ansiedad. Finalmente, estuvo frente a frente con aquella puerta. Santiago palmeo su espalda.

—Dale, te esperamos acá.
—Bueno.

Dudo un poco antes de poner su mano en la perilla, respiró hondo y la abrió. Se asomó a través de la puerta. Buscó con la mirada a el chico, y notó que habían dos personas más con él. "La puta madre". Volvió a cerrar la puerta con cuidado de no llamar la atención.

—¿Qué pasó?
—Están los gurises con él.
—Ah, que oportunos.
—Si—Suspiró.

—Bueno, hacemos una cosa. Las llevamos a nuestro cuarto, las ponemos en agua, y mañana se las das—Hizo un ademán, señalando a su compañero de habitación— Cuando no estén estos locos jodiendo—Dijo para posteriormente reír.

Ricardo permaneció en silencio. Tan perdido en su propia mente que, brevemente, se volvió ajeno a su entorno. Roberto, al no notar que no estaba siendo escuchado. Le sacudió el brazo al menor, consiguiendo finalmente sacarlo de su trance.

—Ay, perdón.
—No pasa nada. Veni, vamos.

Caminaron unos pocos metros hacía la puerta de la habitación antes mencionada. Entrando, tomando un vaso para llenarlo de agua, y colocar las flores allí.

—Bueno gurises, muchas gracias por la ayuda—Bostezó—Los dejo, me voy a acostar.
—Bueno. Buenas noches.
—Chau, buenas noches. Y bo tene cuidado con mi hermano.
—¡Anda!, anda a acostarte háceme el favor. Chau.

Empujó a su hermano fuera de la habitación, y le puso seguro a la puerta. Santiago solo observaba la escena y reía ante esta. La tensión y le silencio volvieron a estar presentes.

—¿Entonces...?—Cuestionó Santiago.

Roberto se sentó a su lado en la cama, con la mirada clavada en sus labios. Puso su mano sobre la de Santiago. Quien se acercó más a él.

—¿Queres seguir lo de hoy?
—Dale...

Se acercó, y apoyo sus piernas encima de las de el regazo de el mayor. Quien apoyo una mano en sus muslos, y con la otra sostuvo su mentón. Mientras que, él mantuvo su mano derecha encima de la de su compañero. Y la otra la mantenía aferrada a el torso de su amante. Finalmente, sus labios se unieron en un apasionado beso.

—Te amo...
—Yo más.

Santiago abrazó a Roberto, y se acostó, llevándoselo consigo. Para luego girarse a el costado, de modo que volvieran a estar enfrentados. Observó con cariño y atención cada detalle del rostro del menor. Curioso por las características que solo llegaba a ver desde tan corta distancia. Bajó la mirada hasta sus labios, y el impulso de besarlo regreso tras tan corto periodo de tiempo. Sin pensarlo, volvió a juntar sus labios con los de él, quien correspondió el beso de forma casi instantánea. Roberto se aferró a el nuevamente, entregándose a quien hace poco se haría llamar su mejor amigo. Toda la situación le parecía ajena. Hace un par de días no hubiera logrado visualizarse de tal forma, y sin embargo, le correspondía los besos, se aferraba a él, se entregaba a él, le gustaba.

Siguieron así un buen rato, hasta que finalmente se dignaron a dormirse. Aun sin soltarse. Roberto se acomodo de costado a su amante. Apoyando su cabeza en el brazo de este, y posando pierna en su regazo. Volvió a aferrarse a él, para luego bostezar.

El silencio reinaba, solo logrando ser contradecido por sus levemente agitadas respiraciones. Un rato despues, Santiago notó que su compañero llevaba un buen rato sin moverse.

—¿Rober?—Susurro.

Al no presentar respuesta, Santiago asumió que el menor estaba dormido. Se quedó escuchando su respiración durante unos minutos, puesto a que esta lo relejaba. Mientras le acariciaba el pelo, con cariño y cuidado de no despertarlo. Finalmente, al notar que los parpados le comenzaban a pesar, los fue cerrando cada vez más lentamente. Hasta que se quedó dormido.
‐‐‐

A la mañana siguiente, ambos despertaron ante los golpes en la puerta de el menor de los Musso.

—¡Vamo' arriba la celeste!
—Callate la boca, pelotudo.

Santiago abrió la puerta solo para pegarle con su almohada.

—¿Que me pegas, salame?
—¿Que queres que haga? si no dejas dormir.
—Levantense, que nos vamos.
—¿A donde?

No hubo respuesta.

—¿A donde? ¡Riki!

Notó que el menor se había quedado embobado, mirando a hacía a otro lado. Al asomarse, observó que el batero estaba conversando con alguien.

—¿Y ese quien mierda es?

‐‐‐
Nota:

Buenas ✌

A falta de Alvinki, TaveMusso JAGSJAJS

(Escribió la escena, la perdió, y mando el alvinki al carajo).

Byee! Pasen lindo! ^^

El Cuarteto en Mexico /Cuarteto De Nos/Where stories live. Discover now