The meeting: Cap. 5

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Narrador

Camila miró las luces de las farolas que estaban en las paredes del consultorio. Eran ya las siete de la tarde y el sol casi estaba oculto por completo. Tirando la colilla de su último cigarrillo entró y luego de hablar con la secretaria, se sentó en la sala de espera para que su apellido fuera llamado.

—¡Cabello!—.
Sus cejas se arquearon un segundo y suspiró levantándose nuevamente. Su casi lento, o mejor dicho, cansado andar la arrastró hasta dentro de la pequeña sala y la forzó a sentarse en aquél sillón de cuero que nuevamente rechinó haciendo que su mandíbula se tensara.

—Buenas tardes—.
Dijo enseguida la morena.

—Buenas tardes, Camila. ¿Cómo has estado?—.
Camila abrió la boca un segundo para hablar, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por el molesto sonido del bolígrafo en manos de su terapeuta.

—Bien... Mi padre vuelve de un viaje hoy y cenaremos juntos, así que me encuentro bien, supongo—.
La morena chasqueó la lengua al oír nuevamente el bolígrafo y se acomodó, pero sus oídos fueron nuevamente invadidos por el molesto ruido de la cuerina.

—¿Quieres retomar lo de Lauren?—.
Camila asintió mientras la psicóloga volteaba una página en su anotador.
—¿Prefieres contar algo más reciente de ella o...—.

—Prefiero contar todo en orden si no es molestia, me gusta recordar en orden. No estoy lista para contar cosas recientes—.
La psicóloga asintió comprendiendo perfectamente el sentimiento de su paciente, y aún más con sus antecedentes de no poder expresar sus emociones correctamente.

—Cuando quieras—.

—Una de las cosas que me gustaba mucho de Lauren era su paciencia, parecía casi no tener límite. Cuando yo arruinaba las cosas o hacía escándalos por nada ella no se enojaba, trataba siempre de calmarme y darme la razón... Me trataba tan bien que me costaba despegarme de ella. Era como si fuese la chica perfecta, al menos a lo primero. Pero ahora quiero contar la primera vez que me metí en problemas, fue cuando fuimos a la bahía—.

Flashback

El cielo estaba teñido de naranja y las nubes que parecían tomar el mismo color, hacían parecer aquel paisaje una pintura. No hacía frío puesto que se encontraban en plena primavera, pero el viento, que a veces era un poco frío por demás, hacía temblar un poco a la gente.

Camila salió a paso rápido del instituto yendo directamente a la tienda de conveniencia. Lauren no estaba afuera fumando así que la morena entró y subió al primer piso, donde encontró a la pelinegra de espaldas en una de las mesas que daban al ventanal, así que fue a abrazarla por la espalda.

—¿Qué perfume usas para oler a bebé siempre?—.
Preguntó haciendo dar un salto de susto a Lauren la cual casi se ahoga con la comida.

—¡Por Dios, no me asustes así!—.
Exclamó la pelinegra seguido de una risa y luego acomodó una banqueta que estaba a su lado para que Camila se pudiera sentar.
—Compré esto porque pensé que tal vez querrías ir a la bahía conmigo, solo será un rato y si quieres puedo hablar con tu madre—.
Camila sonrió unos segundos observando las bolsas de snacks y bebidas y miró a su amiga nuevamente.

—Mi madre hace guardia hasta casi medianoche. De todas formas no te preocupes, dudo que le importe si voy contigo—.
Lauren no dijo nada más luego de asentir y compartió un poco de la comida que le quedaba con Camila antes de que partieran a la parada del bus.

El camino hacia la bahía era aproximadamente de cuarenta minutos debido a que el bus pasaba por varias paradas de la ciudad antes de salir de esta para pasar a la bahía, y todo aquello sin contar el tiempo de espera del bus, el cual fue veinte minutos, y por insistencia de Lauren se sentaron en el medio ya que esta quería apreciar la vista.

It HurtsWhere stories live. Discover now