Dos chicos se conocen en una casita del terror
Durante la función, uno de los actores es besado por una espectadora, producto de la adrenalina; dando paso así a una extraña y curiosa historia de amor
La alarma de un celular suena a las 7:30am Vhadir se removió entre las sábanas y se aferró a las almohadas Odiaba madrugar, pero sabía que tenía que responsabilizarse de su vida
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Bostezó y se sentó, aún dormido se puso de pie y se dirigió al baño
El departamento era pequeño, pero aún así sentía que aquel lugar era enorme para el nada más
Deseaba poder tener compañía, pero siempre había sido malo con las chicas, en la escuela no había podido invitar a nadie a los bailes
Vhadir se lavó los dientes y la cara y se miró al espejo, se miró en todos los ángulos posibles ¿Porque no era lo suficientemente atractivo para las chicas? ¿Algún día podría serlo? ¿Podría siquiera dar su primer beso?
Suspiró cansado, todas las mañanas se miraba en el espejo, quizás si subiera un poco la masa muscular, o se dejara crecer la barba, quizás entonces se viera más atractivo y pudiera tener chicas con él; es lo que siempre pensaba, sinceramente su autoestima no era tan alta
Ciertamente no era un chico musculoso ni masculino en exceso, pero la belleza no se había olvidado de su nacimiento Poseía una melena suave y sedosa de color castaño, el color aceituna de sus ojos iba en perfecto contraste con su piel clara, aunque quizás lo que el odiaba eran sus pecas
Las odiaba no porque no le gustaran, sino porque le recordaban a su padre, y recordarlo a él, era recordar la relación pecaminosa de la que nació
Sacudió su cabeza ordenando sus pensamientos y se metió a la regadera Tenía suficiente tiempo para tomar un baño relajante
Mientras deslizaba el jabón, esculpía más su silueta, no tenía los abdominales marcados ni mucho menos tenía pectorales, pero eso salía sobrando con la belleza tan natural que presentaba su desnudez
Lavo su rostro, un rostro adornado perfectamente con unas mejillas rosadas y pecosas, una nariz respingada y unas cejas oscuras y ligeramente pobladas; sus labios, carnosos y pequeños, rojos por naturaleza
Paso sus manos por su cuello, un cuello que marcaba perfectamente el esternocleidomastoideo, definiendo así las clavículas; dos lunares le adornaban el cuello, en el punto exacto para que un vampiro colocará sus colmillos
Bajo a su pecho, ese pecho joven y en pleno desarrollo, lavó sus pezones rosados y pequeños; siguió el camino hasta su abdomen, un abdomen perfectamente plano, un abdomen que te gritaba dónde debías seguir por lo bien definido que tenía los músculos iliacos, dejando ver así una perfecta v que esculpía el final de la gloria
Lavó sus manos porque debía cambiar de jabón Lavó sus dedos, unos dedos largos y delgados, yemas y uñas rosadas, uñas muy bien recortadas por supuesto
Tomó el bote de jabón íntimo, un jabón masculino; siempre fue muy higiénico y cuidadoso Colocó un poco en la palma de su mano y froto ambas para generar espuma