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Sé que me arrepentiré, pero por ahora perdoné a mi papá

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Sé que me arrepentiré, pero por ahora perdoné a mi papá. Después de todo, sigue siendo mi papá y lo amo.

La cena fue tan linda, me sentí tan cómoda, querida... Me sentí como debería de sentirme todos los días.

Fue muy lindo tener una noche así con mis padres. Por una noche fuimos una familia, una de verdad.

Ahora mismo me encuentro camino al instituto, y adivinen quien me lleva; sip! el empresario dueño de una gran y famosa empresa de cosméticos, el que siempre está ocupado o también conocido como mi papá.

Hace tiempo que no me lleva al instituto, es más, nunca me ha llevado al instituto porque él dejó de llevarme cuando empecé la secundaria.

Ibamos en silencio, él manejando y yo en el asiento del copiloto.

Yo como siempre iba con mis audífonos puestos con el volúmen al máximo, y el iba con su vista fija al frente.

─ ¿Ya has hecho amigos? ─ Mi papá empieza a hablar, volteando a verme por unos milisegundos.

Me quedo en silencio, no sé qué responderle. Si le digo que sí, querrá que les hable de ellos, querrá que se los presente. Pero si le digo que no, es capaz de pagarle a alguien para que me hable, ya lo ha hecho en años anteriores.

Era el primer día de clases de cuarto grado de primaria.

Me sentía muy nerviosa, últimamente se me hacía muy difícil hacer amigos ya que durante los últimos años recibí clases en casa gracias a mi trabajo como modelo infantil para la empresa de mis padres.

─ ¿Segura estarás bien? ─ Me pregunta mi papá.

─ Sí, yo puedo sola, gracias. ─ Digo mientras aprieto los tirantes de mi mochila.

Miro por última vez a mis papás, ambos me regalan una sonrisa, y mi mamá sube sus pulgares dándome ánimos.

Suspiro.

Y a pasos empiezo a adentrarme en los grandes pasillos de la escuela.

Unos minutos más tarde, logro localizar mi salón.

Antes de tocar la puerta, suspiro tratando de relajarme. También empiezo a repasar mentalmente mi presentación, en tal caso que deba presentarme.

Sin más, toco. Segundos después una linda señorita de unos 25 años de edad me abre la puerta, mostrándome una gran y reluciente sonrisa.

─ Tú debes ser Nabi, ¿estoy en lo correcto? ─ Solo asiento, la voz no me sale. Ella se percata de esto y me da una leve caricia en el hombro. ─ Puedes pasar. ─ Me dice haciéndose a un lado, permitiéndome pasar.

Entro al aula y me paralizo al ver la cantidad de niños, nunca había convivido con tantos, nunca.

Todos estaban en su mundo, hablando con sus amigos, entre otras cosas.

𝐒till with you || 𝐘ang 𝐉ungwon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora