capacidad para detectar sentidos como el tacto, el dolor, la visión o el movimiento y posicionamiento de nuestro cuerpo.
Ah, ¿Sentir?...
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Un castaño de ojos impares paseaba los dedos por la tela de su ropa acomodando está por última vez, una camisa simple algo ancha y larga de un suave tono rosado con unas fresitas de estampado sobre ella, su shorts de cargo color beige que le llegaban un poco sobre arriba de las rodillas y unas sandalias. Los chicos y el se organizaron en ir a una bahía a una hora de donde ellos viven ya que habrá un festival que ni saben de qué trata pero era una excusa perfecta para salir un fin de semana, hace unos días atrás Aquino y duxo se presentaron como pareja por lo que debían de celebrar que esos closeteros al fin formalizen y dejen florecer el amor que se tienen.
¿Y el?, El está confundido y frustrado últimamente, todo entorno al muchacho azabache de sonrisa burlesca y ojos achinados. Desde ese encuentro no se volvieron a dar miradas o palabras, Soarinng llegó a la conclusión de que si persiste mucho vuelva todo más incómodo de lo que ya es, pero también se pregunta por qué aún está en su cabeza sus ojos profundos y la inexpresividad de su rostro rondando en su mente como mosca.
Chista la lengua para no darle relevancia a ello, como mayormente hace con todo lo que para el parece inútil darle importancia. Soarinng tiene dificit de atención por lo que mayormente es terco y de oídos sordos.
Escucha su celular y al parecer era locochon avisando que estaban fuera de su casa, sonríe tomando su mochila con el resto de sus cosas para el mini viaje y se encamina a salir, por ahora no iba a pensar en algo malo para no acabar ansioso. Lo primero que ve es un auto y afuera de el estaba el antes mencionado esperando con una sonrisa socorrona, algo habitual del híbrido de lobo que extrañamente estaba en su transformación de media luna, saluda de forma hiperactiva y lo abraza estrujando un poco al canino.
— ¡Ah, Soarinng me asfixió! —
— Ash, nunca te dejas. —
— Me arrugas la ropa, encima de marca. — presume haciéndose el fino sacudiendo la ropa como si la mugre lo haya tocado.
— Pf, claro, en la tienda de segunda mano siempre hay buena ropa. — sonríe con burla.
— Cállate baboso y entra. —
Si bien fue una amenaza se sintió más bien como una broma que se suele hacer entre ellos. El castaño sin hacerlo esperar más entra al haciendo del copiloto comenzando su viaje a la siguiente casa de un moreno de pocas sonrisas pero agradable personalidad, c3jo, quien ya estaba afuera con una mochila mirando su celular. Siempre pensó que era esa tranquilidad que todos necesitan aunque aveces su cortante voz fuese difícil de sacarle una plática larga.
