Epílogo

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My life
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Si quieres saber cuántas razones tengo para amarte, tendrás que contar mis latidos

—Ron Israel

Tres años después. Portofino, Italia.

Jules

Kiev y Beau subieron las escaleras corriendo, o por lo menos eso intentaban. Terry iba a mi lado con su videojuego en su mano izquierda y con mi mano en la derecha. Ambos subimos las escaleras con cuidado.

Al llegar al patio pude ver que Max estaba cargando a ambos mientras giraba con ellos. Terry hizo un mohín.

—Uhg, van a terminar vomitando— no pude evitar reír por la mueca de asco de mi bebé. A pesar de que ya tenía diez años no dejaba de ser mi bebito.

—Lo sé, pero tu padre limpiará— inmediatamente cuando Max escucho que dije eso dejó de girar y bajó a los niños dejándolos sobre una jardinera. Terry río.

—Voy a ducharme para ir a cenar, tengo ganas de pizza, ¿podemos ir papá? —pregunto acercándose a Max mientras le hacía su mejor puchero. Sonreí con diversión mientras Kiev se acercaba a mí tambaleándose un poco.

—Sí, pero primero recoge tu habitación— Terry asintió con una sonrisa y corrió hasta su habitación. Alce a Kiev en brazos y Beau se acercó a su padre estirando sus pequeños brazos. Era idéntica a su padre en el cabello y los ojos, un poco también en lo malcriada.

En cambio, Kiev solo tenía los ojos de Max, él había sacado mi cabello y si, también era un malcriado.

—¡Papi Kiev tiro de mi trenza mientras subíamos! —se quejó Beau señalando a su hermano.

Max evito soltar una carcajada, yo copeé su acción y me quedé en silencio esperando a escuchar cual era el argumento de Kiev.

—Ella me tiro del cabello primero— se quejó él mientras cruzaba sus pequeños y delgados brazos sobre su pecho.

Nosotros hacíamos un intento por no soltar a reírnos debido a aquel momento tan gracioso. La vida con niños sin duda era cansada, pero llegaba a ser muy divertida y maravillosa sin duda alguna.

—Vayan a ducharse y luego iremos a cenar, solo si no se pelean— les dije mientras bajaba a Terry. Max copeo mi acción y bajó a Beau. Ambos entraron a la casa seguido de los perros quienes siempre los acompañaban.

Agradecí a la diosa que ellos ya pudieran ducharse solos, ya que cuando teníamos que ducharlos siempre terminaba en un desastre total.

—Vamos a arreglarnos—Max me hizo una seña con la cabeza mientras me tendía la mano. La acepte gustosa y deje que me guiara a nuestra habitación. Nos adentramos en esta y antes de que pudiera ir a buscar mi ropa él enredo sus brazos en mi cintura y me pegó a su pecho.

—Diez dólares a que terminan dormidos los tres— murmuró Max cerca de mi oreja provocando que mi piel se erizara. Sonreí levemente.

—¿Diez dólares? Podemos apostar mejores cosas—respondí mientras giraba un poco mi cabeza para poder mirarlo mejor.

Una sonrisa maliciosa abarco su rostro.

En Las Garras De Max  (terminada)Where stories live. Discover now