11. composición

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Bueno... tal parece que Aitana Ocaña es la mujer más difícil de contactar en todo lo ancho y largo de España, pero yo no sabía eso antes de meterme en este lío.

Le he escrito a dieciséis personas diferentes para comunicarnos con ella, manager, equipo de prensa, asistente personal... Todos los que estaban en la agenda que me compartió Monserrat.

- Creo que sería mejor llamar - me responde Isaza afinando una guitarra desde el otro lado de la oficina.

- Creo que sería mejor que ayudaras - le digo porque lleva todo el día perdiendo el tiempo probando las guitarras.

- No, no, no... Ya escuchó a Mon, mi trabajo es ser creativo y su trabajo es hacer la parte aburrida de las cosas. De hecho va muy bien con nuestras personalidades ¿No cree? - dice sin siquiera mirarme rasgando las cuerdas de su estúpida guitarra.

- Primero, ni siquiera acepté quedarme... - él me interrumpe.

- ¿Ah no? Porque tomando en cuenta que ya puso tres esferos suyos en el portalápices, se descargó un fondo de pantalla para la computadora y está llenando un Google Drive con información yo diría que parece bastante convencida de quedarse - finalmente me mira con una ceja en alto como retándome a darle un argumento, sin embargo, yo continúo con mi primera línea de pensamiento.

- Segundo, no me gusta hablar con desconocidos, en la editorial todo se trataba por mail. Y tercero, ni siquiera necesito tu ayuda, pero te veo ahí perdiendo el tiempo y se me ocurre que podrías invertirlo en algo mejor, pero tú haz lo que se te venga en gana - me concentro de nuevo en mi computadora.

- De hecho eso hacen los directores, así que ese era mi plan.

- De verdad que no te soporto - digo con un bufido - ¿No puedes ir a tocar la guitarra arriba?

- ¿Por qué lo haría? Esta es mi oficina también - no sé cómo lo hace pero de algún modo la guitarra parece sonar incluso más fuerte.

Las horas pasan leeeeento como una tortura y Juan Pablo básicamente hace un desfile de instrumentos: guitarras, bajos, teclados, creo que hasta vi una mandolina entre todo lo que ha tocado.

Ya tengo los ojos fritos por estar frente a la computadora corrigiendo contratos, letras de canciones, notas de prensa y cualquier otro documento escrito porque básicamente eso es lo que sé hacer, así que guardo todo y me dispongo a irme a casa.

- Ya me voy - le anuncio.

- Que le vaya bonito, nos veremos en casa.

- Podemos ahorrar en gastos si pagamos un solo taxi entre los dos - asomo la posibilidad.

- Podemos ahorrar si no pagamos un taxi y nos vamos en metro - es su respuesta.

Mi cuerpo se hiela con solamente pensarlo. Ni siquiera sé poner en palabras cómo me siento.

- Bueno, ya lo has dicho tú, nos veremos en casa - es lo que alcanzo a responderle antes de dar media vuelta y salir por la puerta.

Al llegar a casa me acuesto en la cama real de mi nueva habitación y pienso si en realidad quiero dar ese paso de llevar adelante Balas Perdidas, por una parte regresar con ellos ni siquiera está en discusión, porque solo empeoraría todo y por otro lado Isaza tiene razón, deberíamos hacerlo por ellos, por hacerlos sentir orgullosos y no dejar morir este sueño que con tanto esfuerzo crearon, así que todo parece indicar lo mismo: será complicado, pero debo hacer esto, debo demostrar que puedo con esto y que soy tan capaz como Amaia me creía, no puedo defraudarla, específicamente no en esto. Si toda la ciudad los olvidó haré que su legado perdure en el tiempo y que valga todo lo que pasaron.

Te prometo que voy a estar a la altura, Amaia.

Estoy pensando en todo esto cuando el sonido de la puerta abriéndose me sorprende.

- Laia ¿Está ahí? - dice Juan Pablo tocando a la puerta de mi habitación, le respondo que pase - Necesito mostrarle algo y que me dé su opinión sincera - se siente al borde de la cama, saca su portátil y me extiende sus cascos - Póngaselos.

Le hago caso sin siquiera preguntar y lo veo buscar algo en un programa con muchas líneas de ondas sonoras, le da play y comienza a sonar una melodía que me suena un poco a un tropi-country súper extraño, pero sabrosito de escuchar. Él tararea lo que supongo que será la letra en algún momento, y entonces suena su voz:

Me estoy cansando de decirte que no quiero que te vayas, que me esperes un momento...

- Eso es todo lo que hay de momento - me cuenta con emoción - ¿Qué le parece?

- Creo que está cool.

Él me mira expectante como para ver si digo algo más, así que continúo.

- Pero me parece que a la letra le hace falta meterle corazón ¿Cuál es tu idea?

Veo una sonrisa que me indica que puede hablarme de esas 16 palabras por tres horas y media, así que me preparo.

- Pues esta es la situación, Persona A y Persona B tienen una relación, pero Persona A quiere darse un break y Persona B no conoce de medias tintas y quiere algo definitivo, así que Persona A le cuenta sus argumentos.

Solo lo veo, porque además de que es una ecuación complicada de entender así, no sé si sea muy lo mío.

- Puta vida, no le gustó - dice.

- ¡Sí, sí me gustó! Pero creo que es difícil identificarse con esa historia, como que no es el común denominador so, yo cambiaría la idea, la melodía está chévere porque es como para cantarla en un roadtrip, pero usaría una historia como la típica de un amor de amigos a novios, o un ex que vuelve sin ser llamado, algo así.

- Ahora resulta que usted es una experta en el amor - me dice riéndose.

- Al parecer sé más que tú, pero la soledad también me ha tratado bien.

- Tiene mucho qué contarme entonces... - ambos nos quedamos viéndonos en silencio un par de segundos - Me gusta la segunda idea, ya veré qué me invento, gracias Laia - dice saliendo por la puerta de mi habitación.

- ¡Isa! - le grito y frena de golpe - Si pones Sabina a todo volumen hoy, te corto los cables del portátil ¡Buenas noches!

Escucho que da una risita por lo bajo y cierra la puerta detrás de él.

Machu Picchu ~ Juan Pablo Isaza (Morat)Where stories live. Discover now