9. Mockingbird

15 4 0
                                    

KATALIN

Paseo nerviosa por la habitación dirigiendo mi mirada de vez en cuando a mi atuendo. ¿Y si no es el indicado? ¿Y si no quiere verme? ¿Y si todo esto es una locura y en realidad no me quiere?

Necesito calmarme, ¿pero cómo? Voy a conocer a mi madre. Llevo imaginándome esto desde menos de un año y en casi todas las opciones esto terminaba mal. Me freno frente al espejo. ¿Quizás la camiseta de corazones no es lo suficientemente formal? ¿Quizás debería no ir?

¡Quizás deberías calmarte!

Tienes razón. Respira y expira lentamente Katalin. Respira... Paso unos instantes frente al espejo consiguiendo coordinar mi respiración. Todo está bien.

—¿Lista? —me sobresalto al oír la voz de Mateo.

—Kakazaharra. —exclamo. Él ríe y le dirijo una mirada odiosa.

—Venga, vámonos. —Recojo mi bolsa de tela y me pongo una chamarra. Pero antes de salir me freno frente a la puerta. Me muerdo el labio dudosa. Pero una mano se coloca en mi hombro—. Katalin, ¿estás lista? —Nunca se está lista para algo así, ¿verdad?

—Si.

Tomamos el metro de la ciudad para llegar al lugar donde ella trabaja

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tomamos el metro de la ciudad para llegar al lugar donde ella trabaja. Mateo ha cogido una cita con ella, como si fuéramos a hacer una sesión de fotos. No se que pensar, ni que decir, ni qué hacer. Así que he ido por lo seguro, música. Mateo y yo hemos hecho todo el trayecto compartiendo los cascos. De vez en cuando él me enseña una canción y yo otra. Una que me ha enseñado me ha dejado algo descolocada se llama Mockingbird¹ de Eminem. Pero bueno con una canción de Morat he arreglado mi mente.

Sin darme cuenta llegamos al estudio y rápidamente pasamos a una sala blanca con un sofá y alguna que otra silla. Me quito el casco y juego con él entre mis manos. Mateo me acaricia el hombro y su mirada deja claro que estará conmigo en todo momento. Gracias.

De un momento a otro el sonido de la puerta del estudio.

—Good morning. (Buenos días) —una voz dulce suena a nuestras espaldas. Ambos nos giramos y me encuentro con una mujer parecida a mi —quitando mi corte de pelo—, a la cual se le ha caído la mandíbula—. ¡La madre del amor hermoso! —suspira mirándome de arriba abajo— No puede ser, ¿Katalin? —Me ha reconocido, eso es buena señal ¿verdad? Espera, ¿cómo sabe mi nombre? ¿Me lo puso ella?

—Si lo soy. ¿Tu eres Alaia? —pregunto dudosa.

—Si maitia². —su mirada se cristaliza pero una sonrisa crece en sus labios.

Ama. —Esas palabras me salen del alma y cuando asiente salgo corriendo hacia ella. Es como si todo lo que había dudado desapareciera con un mísero abrazo. Pero no una cualquiera. Uno que no recuerdo haber sentido en otro lugar. Un abrazo de madre. De esos que te calientan como la chimenea del pueblo en invierno. O como cuando vuelves a pisar un lugar que añoras mucho. Un abrazo de madre es de esos de cuando estás rota por dentro e igualmente te sacan una sonrisa. Eso es un abrazo de madre.

Dos Pasados  [2 Trilogía Tiempo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora