LUCIFER II

Capítulo 3

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-Aurora, pero cálmate.

-¿Me están jodiendo? Esto es apropósito Román, ¿entiendes eso?

-Lo entiendo, pero cálmate.

-¿Cómo esperas que me calme si...? – me callo y respiro.

Me mira complicado y veo la carta en una mano y la foto del auto en la otra.

-Yo sabía... ¡Yo sabía! No lo reconocí por el color y por tantos años que pasaron desde ese problema, pero ahora todo me hace sentido. ¿Esto es normal?

-No.

-Claro que no, ¡claro que no!

El auto que se perdió en el bosque probablemente con Dubán en su interior es el mismo modelo de auto que alguna vez yo le tomé a Lucifer para irme de comprar con las chicas y que luego se lo entregue todo molido.

-Primero el anillo, luego el auto, y esa vez en el baño cuando... – no termino de hablar cuando se me eriza toda la piel al recordarlo.

-Tranquila.

-Y después esto. – le muestro la carta y cierra los ojos.

-Ay Dios mío.

-¡¿Qué pasa con esto?! – grito emputada.

-Amo mi trabajo, amo mi trabajo... – susurra Román y yo me levanto.

Abro el estante y saco una botella de Whiskey.

-No entiendo qué espera que haga con esto.

-Pero es extraño.

-Lo es, después de treinta años me busca y es un chiste pensar que es... no entiendo.

Observo la carta y bufo.

Mónica Rodríguez

Aurora, sé que para ti será algo extraño, no fue fácil encontrarte luego de que ese maldito te haya arrebatado de mis brazos igual que a tus hermanas y venderlas a cada una por separado.

Pero gracias a que un amigo de tu padre hace dos semanas llegó a mi casa a avisarme que había muerto, me dio las direcciones de cada una de ustedes.

Mi corazón dio un vuelco, y mientras mis lágrimas salieron desbordadas, una felicidad y un miedo llegó a mi corazón.

Felicidad porque al fin sé dónde están, y miedo por sus reacciones.

Espero que entiendas que no fue por gusto todo lo que pasó, todo lo contrario.

No sé qué les habrá dicho ese desgraciado a ustedes, pero creo que merezco una oportunidad.

Sigo en Chile, y espero que, si llegas a tener un poco de curiosidad por las cosas que pasaron, me llames a este número.

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Un beso, tu madre.

-Deméter se va a querer morir.

Asiente Román y yo no sé qué hacer con tanto drama.

Me bebo el vaso de un solo trago y salgo del despacho.

-Bueno, ¿cómo vamos por acá? – veo a Hadara con mi verdadera madre, la que me crio.

-El niño ya quiere salir, parece que batalla aquí dentro.

Llevo mi mano al estómago de mi amiga y le hablo.