Capitulo VII Final

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El domingo por la mañana, Lysandro se levantó casi al alba. Lo primero que hizo fue ir al supermercado, quería comprar hortalizas frescas para preparar la cena de esa noche.

Escogió las mejores berenjenas y los tomates más rojos, compró queso mozzarella y especias. Mientras recorría los pasillos cantaba en voz baja. Si Jakob o Brianna lo hubieran visto, les costaría creer que se trataba de él, sus amigos a menudo solían decirle que era un amargado. Quizá sí lo era, pero en ese momento no se sentía así, la vida había adquirido un nuevo resplandor, incluso las personas a su alrededor parecían más amables.

Pero la verdad era que no dejaba de rememorar el beso con Karel. Llevaba sin verlo desde entonces porque el médico había tenido que cumplir turno, sin embargo, no habían dejado de mensajearse por WhatsApp, bromeando de vez en cuando sobre cuántos riñones ya había logrado recolectar para su negocio clandestino en la deep web.

El día después del beso, debido a que estaba de guardia, Karel no lo pudo recoger y Jakob tampoco porque continuaba con su auto averiado. Resignado, se mentalizó que tendría que caminar hasta su casa, no obstante, Karel lo sorprendió al enviarle un taxi. Lysandro no tenía dinero, así que prometió pagarle invitándolo a cenar el domingo por la noche, el día que el Dragón de fuego estaba cerrado y Karel no trabajaba.

Así que Lysandro recorría los pasillos del supermercado, ilusionado, cantando en voz baja mientras escogía verduras.

Cuando salió de casa muy temprano por la mañana, Cordelia todavía dormía, al regresar la encontró despierta mirando televisión.

—¿Desayunaste? —preguntó Lysandro, sacando las compras y colocándolas en el mesón de la cocina.

—Cereal y leche —respondió la jovencita. Se acercó y observó las verduras—. ¿Berenjenas rellenas?

Lysandro asintió con una sonrisa.

—¡Mis favoritas! Hace mucho que no las preparas, me pondré celosa de ese médico.

—Tonta. A nadie quiero más que a ti. ¿Me ayudarás a limpiar?

Cordelia resopló.

—Creo que yo no te quiero tanto.

—¡Cordelia!

La joven rio.

—Ya lavé el baño —respondió— ¿Limpio los cristales de las ventanas?

—¡Eres la mejor! —contestó Lysandro guardando los víveres.

Luego de arreglar la compra, ambos jóvenes se dedicaron a poner la casa lo más presentable posible. A medida que el tiempo avanzaba, también lo hacía la ansiedad de Lysandro. No era un niño inexperto, no obstante, los nervios lo estaban matando. Tenía veintitrés años, en el pasado tuvo una relación larga, pero ya hacía bastante tiempo de eso y llevaba mucho sin salir con nadie.

Quería que Karel se llevara una buena impresión de él, que todo estuviera perfecto y la comida en su punto. Recorrió la salita con la vista, cada cosa se hallaba en su lugar y no había nada de polvo en los estantes.

Con un suspiro, dejó las berenjenas en el horno y se fue a bañar cuando ya se acercaba la hora. Se lavó el cabello y se afeitó el rostro. Hubiera querido tener algún perfume delicioso, pero debió conformarse con la loción para después de afeitar que le había regalado Brianna por su cumpleaños. Estuvo cerca de media hora sacando camisas y pantalones, sin terminar de decidirse por ninguno. Quería lucir presentable, pero no demasiado, tampoco deseaba que el médico pensara que estaba desesperado por impresionarlo. Sacó un polo oscuro del armario y se lo probó por encima, el color le gustaba, pero el tejido ya estaba algo desgastado. Iba a sacar otra camisa y recordó las berenjenas en el horno, quemándose a fuego lento.

Cuando Lysandro conoció a KarelOù les histoires vivent. Découvrez maintenant