El que algo quiere, algo le cuesta.

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Pequeño experimento que quería traer para el agosto de Mpreg, tenía otra idea que le comenté a Kitty y a Andi que también pienso hacer, pero terminó convirtiéndose más en una re-escritura de GOL que algo que quede para esta actividad. Segundo, terminé modificando un poco demasiado los prompts que dejaron para la actividad, así que espero que aún cuente. Actualmente ando un poco liada con el trabajo y esto me ayuda a relajarme y no enloquecer, así que es la primera vez que escribo algo sin un plan estricto delante, ¡Veamos que sale!

Advertencia: Omegaverse porque no puedo conmigo misma, y cada vez que escribo mpreg siempre tengo que meter el asunto, alguien ya quíteme el computador por amor a todo lo santo. Menciones de abuso y violencia comunes en el pasado de Ash, muy parecidas al canon.

Aslan Callenreese, Ash para los pocos amigos que tenía, tenía apenas 26 años y sentía que, de alguna manera, su vida ya había terminado

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Aslan Callenreese, Ash para los pocos amigos que tenía, tenía apenas 26 años y sentía que, de alguna manera, su vida ya había terminado. Podrían llamarlo fatalista, pero él sabía que tenía razón.

Quizá porque no había manera de enderezar algo que había estado torcido desde la más no-tan-tierna infancia, como el intentar hacer crecer en línea recta una vieja rama, rompiéndola en el proceso. Aslan había nacido en un pueblo pequeño perdido entre las montañas, como muchos otros que abundaban en los estados unidos. En una comunidad tan cerrada que el tan extraño nombre con el cual su progenitora lo había bendecido siempre parecía levantar un par de miradas confundidas, y uno que otro susurro nada disimulado de hippie, que usualmente venía cargado de un tono que Ash había aprendido a reconocer con mucha facilidad. Era sólo un par de pasos antes de entrar al muy claro umbral del asco.

Claro que, aún si la mayoría de sus vecinos solían parecer tener el tino suficiente como para fingir frente a un cachorro que apenas le llegaba a los muslos a su hermano mayor, no se podía decir lo mismo de su padre.

Jim o el viejo, como cariñosamente había aprendido a llamarle Ash, no era conocido por su tacto ni interés. Ash no estaba seguro de a qué edad exactamente el sujeto se había desentendido por completo de su existencia, ya que sus primeros recuerdos de infancia habían sido los de su hermano mayor, quien con la paciencia de un santo batallaba para hacerle comer los platos que luego sabría él mismo había batallado en preparar.

Sólo para que él terminara empujando las verduras hervidas que sabían demasiado amargo, llegándolas incluso a tirar del plato, los días que se sentía particularmente malhumorado por algo que hubiera escuchado en la escuela.

Y, aún en esos momentos, Griffin nunca se habría atrevido si quiera a levantarle la voz.

Ash aún hoy en día, en algunas ocasiones y cuando el peso del insomnio le golpeaba con toda su fuerza haciendo que su pensamiento se volviera extraño y errático, se preguntaba si su hermano no había sido alguna clase de alucinación. Un ángel que había bajado a la tierra para darle un corto tiempo de paz a un niño miserable que había sido abandonado de la mano de todos.

Ya que no creía que hubiera manera en la que alguien como Griffin pudiera estar relacionado con alguien como Jim.

Ash, aún si odiaba la idea, era capaz de ver las similitudes entre él y su padre. Quizá no en sus facciones, ni en el color de su cabello o el de sus ojos. Eso era fácil de ocultar, existían los lentes de contacto y los tintes de cabello. Pero no, Ash podía ver a Jim en sí mismo en los lugares más desagradables de su personalidad. En la manera en la que su rostro se fruncía cuando la ira lo llenaba, en las palabras que a veces salían de su boca cuando gritaba, en cómo su aroma se agriaba cuando y en la manera en la que alguna vez su puño había impactado contra una pared cuando la ira lo hubiera consumido.

Sommersi [Agosto Mpreg]Where stories live. Discover now