Three

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Mi mirada se enfocó en mi reloj de mesa en el momento que las manecillas marcaron las 12 am. Estiré mi mano hacía mi botella de agua y comencé a beber de ella al sentir mi boca completamente seca. Mis nervios comenzaron a notarse en el momento que mi mano derecha se encontraba temblando de un momento a otro.

— Debo relajarme — Me regañé a mí misma en voz alta mientras volvía a observar la hora.

Comencé a intentar por nivelar mi respiración al mismo tiempo que cerraba mis ojos para mentalizarme que todo iba a estar bien. Con el paso de los minutos, mi respiración se redujo por completo, logrando que mi mente y pensamientos pudieran descansar.

No sé por cuánto tiempo me encontré totalmente dormida, pero mis ojos se abrieron de par en par al escuchar un ruido proveniente de la planta baja de mi casa. No me dio tiempo ni de bostezar, cuando algo o alguien comenzó a tocar mi puerta con evidente calma. No tengo idea de cómo me paré con rapidez de mi cama para posteriormente aproximarme a la puerta para asegurarla.

Nuevamente los golpes volvieron a escucharse, solo que comenzaban a ser mucho más prolongados entre sí, cómo si la persona que los hiciera estuviera jugando conmigo. Comencé a caminar hacía atrás para no despegar la mirada de la puerta en ningún momento, hasta que choque con mi cama, logrando que cayera de sentón en ella.

— ¿Por qué no me abres muñequita? — Una voz grave seguida de una risa burlona se escuchó del otro lado del gran pedazo de madera — ¿No ves que es de mala educación no darle la bienvenida a tus invitados?

Mi cuerpo volvió a llenarse de nerviosismo al saber que la misma persona se encontraba afuera de la puerta. Di un pequeño brinco en el momento que mi ventana se abrió de par en par gracias al aire que se encontraba azotando con fuerza en ella.

— Esto no me puede estar pasando... — Murmuré para mí misma al mismo tiempo que negaba con mi cabeza.

Comencé a sentir como mis ojos se empezaron a nublar gracias a las lágrimas que comenzaban a caer por mis mejillas. Mi ansiedad se volvió a apoderar de mí cuerpo y se incrementó mucho más cuando volví a escuchar pasos acercándose a mi puerta.

— Si en cinco segundos no abres la puerta, yo mismo tendré que abrirla — Cerré mis ojos con fuerza y me paré con mucho cuidado para que no me escuchara caminar hacía mi baño — Uno...

Me apresuré en cerrar mi puerta sin hacer mucho ruido y sin pensarlo dos veces le puse seguro. Comencé a observar a mi alrededor para poder ayudarme a escapar de ahí, por lo que mis ojos se centraron en la ventana que se encontraba enfrente de mi regadera.

— Cinco.

Corrí hacía la ventana para poder abrirla con rapidez y agarre un pequeño banco que tenía a un lado de mi lava manos para que me ayudara a alcanzarla. Me estire todo lo que podía y me paré en seco por un segundo al escuchar cómo alguien había golpeado la puerta de mi cuarto con demasiada fuerza,

— ¿Acaso estamos jugando a las escondidas? — Su risa burlona se escuchó por todo el lugar — Oh belleza mía, ¿a dónde te metiste?

Observé lo lejano que se encontraba el piso de mis pies, por lo que cerré mis ojos con fuerza justo en el momento que comencé a marearme. Tragué hondo y negué con mi cabeza al saber que debía de hacerlo, no podía acobardarme ahora que él estaba a punto de tirar la puerta.

— Si en cinco segundos no sales del maldito baño, te sacaré a la fuerza — Habló entre dientes lleno de furia — Así que tú decides.

Sin dejar más tiempo de por medio y con toda la adrenalina que se encontraba circulando por mi cuerpo, me decidí por saltar para poder intentar salvar mi vida. Mordí mi labio con fuerza en el momento que caí en el pasto de mi jardín; comencé a sentir un sabor metálico en mi boca, por lo que sabía que me había lastimado. Ignoré el dolor que estaba comenzando a fluir por todo mi cuerpo y me paré con la adrenalina que me quedaba para poder correr a alguna casa cercana a la mía.

Abrí la puerta que daba con mi jardín a la calle principal con demasiada cautela para no hacer ningún tipo de ruido. Aunque sabía que él se había quedado en la planta alta de mi casa, debía apurarme. Observé a ambos lados y me decidí por correr hacía la casa de una amiga de mi madre para poder pedirle ayuda.

Suspiré con alivio en el momento que mis pies tocaron el pasto delantero de la casa, hasta que una mano me tapo la boca con evidente rapidez y la otra me sostuvo con fuerza de la cintura. Abrí mis ojos de par en par con miedo al mismo tiempo que mi corazón comenzó a palpitar con demasiada rapidez contra mi pecho.

— Te dije que salieras del baño, no que corrieras cómo loca — Mis ojos comenzaron a soltar lágrimas sin parar al escuchar esa voz a mis espaldas — Veo que tendré que amarrarte cuando lleguemos a la casa — Negué con mi cabeza al saber lo que iba a pasar — Es momento de irnos.

Mi mirada comenzó a nublarse de un momento a otro y mis piernas dejaron de tener fuerza en ellas para después desvanecerse por completo.

Comencé a abrir y cerrar mis ojos con lentitud al sentir una gran pesadez en mis párpados, no podía procesar lo que estaba pasando a mi alrededor por el dolor de cabeza que estaba teniendo en esos momentos. Alcé mi mano derecha y la posicioné en mí frente para poder ejercer un poco de presión en ella.

— Le traje unas pastillas para minimizar su dolor señorita — Ignorado por completo el dolor que estaba sintiendo, abrí mis ojos de par en par con terror al no reconocer esa voz — Una disculpa, no quería asustarla.

— ¿En dónde estoy? — Murmuré con el poco hilo de voz que tenía en esos momentos — ¿Quién eres?

Me sonrió con pena y suspiró para intentar encontrar las palabras correctas a mi respuesta. Mientras se tardaba en hacer eso, comencé a observarla con mucha atención; su cabello color negro estaba siendo sujetado por una trenza completa, y su rostro no mostraba ningún rastro de tener maquillaje, por lo que eso me dejaba observar todas y cada una de las pecas que tenía en sus mejillas; fruncí el ceño al notar la vestimenta que traía, era una falda larga color beige y una playera con mangas del mismo color que le llegaban hasta las muñecas.

— Mi nombre es Ivanka y soy la persona que estará cuidando de usted hasta que el Alpha me dé otra orden — La chica notó mi rostro lleno de confusión, por lo que maldijo por debajo con rapidez — Disculpa, hasta que Christian la considere capas de cuidar de usted misma.

— ¿Quién es Christian? — Y aunque muy dentro de mí conocía la respuesta a mi pregunta, era algo de lo que me quería asegurar.

— Christian es...

La puerta fue abierta de par en par en el momento que mi pregunta inundó el aire de la habitación. La mirada de ambas se dirigió a la persona que estaba parada enfrente de nosotras con sus brazos cruzados sobre su pecho.

— Yo soy Christian y tú ya te puedes ir — Sus ojos se enfocaron en la chica que se encontraba a mi lado con evidente frialdad.

— Claro que sí señor — Asintió con su cabeza y después de darme una mirada con rapidez, se apresuró en salir del cuarto.

— Es de muy mala educación hablar de alguien que no se encuentra en el mismo lugar que tú preciosa — Cerró la puerta detrás de él con seguro y caminó hasta el borde la cama — ¿O me equivoco?

— Quiero regresar a mi casa — Hablé entre dientes al reconocer su voz e ignorar su pregunta — No puedes tenerme aquí — El susodicho soltó una carcajada.

— Yo puedo hacer lo que quiera contigo Jade — Mi sangre se heló por completo al escuchar mi nombre salir de sus labios — Así que dejarte ir no es una opción — Se encogió de hombros.

— ¿Quién te crees para tener el maldito derecho de tenerme encerrada en contra de mi voluntad? — Su semblante cambió por completo a uno furioso por una de las palabras que había salido de mi boca.

Sus ojos comenzaron a lanzar dagas hacía mí por toda la furia que estaba sintiendo en esos momentos, por lo que sin dudar ni un segundo en su respuesta, me contestó:

— Soy tu maldito dueño y tú eres malditamente mía. 

Secuestrada por mi mate alpha < LIBRO EN CORRECCIÓN >Where stories live. Discover now