En la pista

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Observó la hora en su celular mientras bostezaba con cansancio, se removió incómodo en el asiento del auto, quejándose por el dolor de espalda que lo molestaba desde que había despertado.

—Siento hacerte madrugar —dijo Armin sonriendo, mirándolo de reojo.

Eren rodó los ojos y fijó la vista en el parabrisas, distrayéndose con el colorido paisaje que el amanecer mostraba frente a ellos.

—Anoche dormí horrible, la espalda me está matando —murmuró haciendo una mueca de dolor.

—Pareces un anciano —se burló.

—Como sea —dijo rascándose la nuca y suspirando—, ¿cuánto más falta de viaje?

—Unos cuantos minutos, la pista no está muy lejos.

—Genial, despiértame en cuanto lleguemos —dijo entre dientes mientras cerraba sus ojos con cansancio.

Una corta siesta no le sentaría nada mal. Se dejó arrullar por los movimientos del automóvil para caer rendido ante el sueño y el aburrimiento. Armin negó con la cabeza divertido y siguió conduciendo hasta su destino.

Cerca de las ocho de la mañana llegaron al estadio, una vez hubo estacionado el auto, el rubio no tardó en zamarrear a su mejor amigo para sacarlo de su ensoñación

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Cerca de las ocho de la mañana llegaron al estadio, una vez hubo estacionado el auto, el rubio no tardó en zamarrear a su mejor amigo para sacarlo de su ensoñación. Eren despertó repentinamente, confundido y aturdido ante el brusco movimiento, frunció el ceño y lo observó con enojo.

—Pero qué gentil —gruñó sarcásticamente desperezándose.

—¡Ya vamos, se nos hará tarde! —habló su mejor amigo animadamente e ignorando por completo sus palabras.

Ambos salieron del auto, Armin cargado de gran energía y emoción, todo lo contrario a Eren, quien aún seguía agotado por el mal sueño. Este caminó unos cuantos pasos arrastrando los pies contra el suelo mientras movía sus hombros y pecho para estirar su espalda, con la esperanza de calmar aunque sea un poco el dolor.

Antes de alejarse demasiado, el castaño se miró en la cámara de su celular para cerciorarse que su cabello no se encontrara demasiado despeinado o revuelto tras la pequeña siesta que había tomado; sonrió al ver que su media cola apenas tenía unos mechones sobresalientes, aun así, no le quedaba para nada mal, por lo que decidió dejarla tal y como estaba. Luego de esto observó fascinado el lugar, era un estadio pequeño pero muy bien diseñado arquitectónicamente, al menos a su gusto y parecer.

Después de asomarse hasta la boletería y comprar las entradas, rápidamente se dirigieron hacia la barrera de acceso, en donde los guardias de seguridad cercioraron que sus tickets fuesen verdaderos y luego revisaron la mochila que el rubio cargaba, dejándolos entrar al no encontrar nada de comida u algún objeto extraño que atentase contra el bienestar de otros.

En cuanto llegar al interior, ambos tomaron asiento en las gradas correspondientes, bastante cerca de la pista, para la alegría del joven Arlert. Eren, al mirar hacia los alrededores pudo notar que no había mucha gente ahí presente, después de todo, ¿a quién podría emocionarle el atletismo? Se le hacía demasiado aburrido, aunque en general nunca fue un gran seguidor de los deportes, lo suyo era más artístico como tocar la guitarra o dibujar, y no estaría allí de no ser porque la novia de Armin participaba en aquella competencia y él, básicamente, le rogó por su compañía, algo a lo que no se pudo negar al ver la emoción de su amigo.

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