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─Hyung

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─Hyung. ─lo llamó Jungwoo tras levantar su cabeza que se hallaba reposada sobre el firme pecho de su novio, Jaehyun, pese a que estaba disfrutando de la melodía que se había formado gracias a la combinación de su parsimonia respiración y los latidos de su corazón.

Yoonoh, quien ya se encontraba entregándose a los suaves brazos de Morfeo, se quejó en voz alta, no por haber perdido la somnolencia que había obtenido, sino por la falta de contacto con el menor una vez se removió en su lugar y tomó distancia de él al tomar asiento sobre la cama, cubriendo sus piernas blanquecinas y tonificadas con una frazada de tonalidades cálidas que le pertenecía al mayor─. Uh, dime, príncipe.

Youngheum y su esposo harán un concurso amistoso de baile en parejas dentro de una semana y quería preguntarte si podíamos ir juntos... ─propuso el menor, jugando con sus dedos bajo la mirada cruda de Yoonoh, que no dudó en hacer una mueca por su proposición.

Para el castaño no había nada que amara más que deslizar sus pies sobre un duro suelo y crear una etérea historia que lograra hacer estremecer el alma de alguien, era tan grácil con sus pasos que parecía correr sobre las teclas de un piano, podías notar esa nitidez en su ritmo y la elegancia que emanaban sus movimientos.

Sí, era innegable que Kim Jungwoo había nacido para adueñarse de corazones y dejar a cientos de personas sin aliento con su talento innato para la danza.

Sus progenitores desde un principio supieron que su hijo había sido dotado con un hermoso don para el baile al darse cuenta que era capaz de dominar cualquier tipo de coreografía sin importar el género musical que la acompañara, por lo que, siguiendo los anhelos de su descendiente, tomaron lo mejor de él y decidieron inscribirlo en múltiples competencias, sin asombrarse de lo embelesados que quedaban los jueces por las increíbles expresiones faciales de su pequeño. Su pasión por su arte creció con él al igual que sus ansias de victoria, no se resistía en dejar al resto de competidores por debajo, tomaba lo mejor de él para conseguir medallas y premios que pagaba con sus lágrimas y moretones que aparecían en su cuerpo.

El baile fue su primer amor y se le fue arrebatado de la peor manera posible.
Jungwoo, en conjunto con su coreógrafo y su amigo más íntimo, Chittaphon, habían durado meses en planear la coreografía perfecta: toda combinación, todo paso y expresión había sido planeada con antelación para que el jurado de aquella competición de caracter mundial solo tuviera ojos para él.

Sin saber que ese sería el último concurso en donde participaría representando a su país.

Ambos eran conscientes del riesgo que representaba el uso de tacones rectos, pero desconocían la fatalidad que su utilización provocaría.

Jaehyun le había suplicado a su novio que se arriesgara por otro calzado, puesto que tenía la corazonada de que no terminaría bien la actuación, sin embargo, Jungwoo, quien se encontraba confiado, no tomó la advertencia dada, de lo cual se arrepentiría toda su vida.

𝕷𝖔𝖛𝖊 𝖔𝖓 𝖙𝖍𝖊 𝕱𝖑𝖔𝖔𝖗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora