Único

22 2 0
                                    

  Tenía entendido que la situación no era un juego, su propio cuerpo se lo estaba diciendo al sentir nervios, al tener sus manos y piernas temblando. Era su primera vez allí después de todo, la primera vez que deseaba tomar una espada e ir directamente al campo de batalla. El corazón le latía tan fuerte que podía jurar que lo tenía cerca de sus oídos.

  No estaba siendo cobarde en esos momentos, no, claro que no, solo estaba buscando un lugar en el cual descansar un poco. El campo no estaba tan lleno de enemigos como creía, ni siquiera se habían visto a la cara con ellos todavía. Era como un juego de las escondidas, donde tenía que acechar o ser acechado. Suponía que en esa ocasión era así porque no era una guerra, sino un enfrentamiento que, a pesar de que no traería graves consecuencias a su cielo, podía llegar a ser problemático.

  Necesitaba calmarse un poco, no podía dejar que sus emociones lo sacaran de su concentración. Hubo un momento donde lo habían acompañado hasta cierto punto, donde los diez fueron juntos y de a poco se apartaron el uno del otro. Al último que vio fue a Zero, quien le hizo unas señales para desearle suerte y cuidado antes de tomar un camino distinto por el cual pasaban.

  Yuu apretó el mango de su claymore con fuerza, liberando aire de su boca con cuidado de no hacer ningún ruido. En esos momentos no estaba seguro qué tanto ruido era necesario para llamar la atención del enemigo, pero estaba haciendo lo posible para ser cauteloso, para que cada movimiento y pisada no fuera una llamada de atención. Sus piernas estaban aún algo temblorosas pero sentía que podía seguir por su camino.

  Tragó saliva dando pasos largos y cortos a la vez, manteniendo sus oídos atentos también al ruido de su alrededor. A veces se asomaba con cuidado por las rocas que obstruían su visita del panorama donde todo era menos oculto; el terreno sin muchas rocas, haciendo que un escondite dentro de ese sector fuera imposible a menos que se utilizara algún tipo de camuflaje. Si debía ser sincero, estaba seguro si algunos demonios podían utilizar ese tipo de magia.

  Pensó de repente como era que Zero se había apartado de forma tan cautelosa, le sorprendía que alguien tan tosco como él pudiera llegar a ser así. No era muy descabellado si lo pensaba bien, estaban poniendo sus vidas en peligro después de todo, incluso aunque no fuera una batalla que definiría el bienestar de su cielo, no había forma de que alguien fuera tan descuidado para hacer tal cosa.

  Un sonido lo tomó por sorpresa, provocando que se agachara detrás de la roca en la que se encontraba. El corazón golpeando con fuerza contra su tórax, la respiración pesada ante los nervios de tan repentino estruendo. Incluso tenía ciertas ganas de comenzar a hiperventilar, que se estaba asfixiando en un mar de nervios. Se aferró con firmeza al mango de su espada, preparando sus manos y brazos en caso de que tuviera que atacar en defensa.

  Un estruendo familiar se estaba oyendo detrás suyo y escuchó como se fue incrementando, como ahora no parecía que eran dos quienes estaban luchando; el metal chocando contra seguramente otro sable. Era algo tan familiar gracias a sus entrenamientos, pero la ferocidad con la que los choques se oían no eran algo que acostumbraba. Vio a sus lados revisando que no tuviera a nadie cerca y luego se asomó como antes a ver qué ocurría en aquel terreno vacío.

  Los movimientos eran rápidos, dados tanto al azar como con cierta estrategia detrás. Yuu veía atento como Engetsu se apartaba y acercaba de Benihotaru, dando embestidas con su cuerpo al abalanzarse. Las alas de ambos aleteando para impulsarse; las blancas y brillantes alas del serafín contrastando con las negras y opacadas del demonio. Los seis pares siendo tan distintos entre sí, reluciendo con sus diferencias, las de Engetsu mostrando sus movimientos y las de Benihotaru pareciendo que lo camuflaba con el sombrío ambiente.

  Engetsu moviendo su brazo, tanto para defenderse como para atacar, las alas a veces sirviéndole de escudos y para empujar. Yuu prestaba tanta atención en ellos dos que no vio que cerca le seguía Youran, logró verlo cuando se interpuso frente a los otros dos; movimientos ágiles y elegantes con la naginata y sus alas. A veces aprovechaba lo larga que era su arma para enredar las cadenas de la kusarigama de Hitoki evitando que pudiera proporcionarle golpes.

Primera batallaWhere stories live. Discover now