| 𝘋𝘳𝘢𝘣𝘣𝘦𝘭𝘴 | •𝗧𝗮𝗻𝗺𝘂𝗶• |

[🤝🏻] 𝐃𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐢𝐭𝐚♡︎

Muichiro estaba enamorado de su mejor amigo, Tanjiro Kamado, quien era el más popular y querido de la escuela. Aunque Tanjiro no tenía conocimiento de aquello, Muichiro no sabía qué hacer con esos sentimientos. Estaba perdido; sus padres estaban muy ocupados con el trabajo y no quería molestarles con tonterías de su primer enamoramiento. Tampoco pedirle consejo a su hermano mayor era una opción viable, ya que lo único que haría sería hacerle incansables preguntas sobre su enamorado, típico de un hermano mayor sobreprotector.

Así que lo único que le quedaba era guiarse por novelas o series románticas y apuntar todo lo que le pareciera bien o adecuado. Pero la mayoría de las cosas las borró, ya que le daba mucha vergüenza solo imaginarlo, así que decidió empezar por lo más simple y fácil, por así decirlo.

Tomarlo de la mano.

Él solo tomaba de la mano a su hermano de camino y de vuelta del instituto a casa, pero dejó de hacerlo al cumplir los 15 porque su hermano mayor dijo que eso no era necesario y que ya no eran niños pequeños. Así que estaba decidido, intentaría tomar de la mano a su enamorado.

Al siguiente día lo intentó. Creyó que sería fácil, pero simplemente con rozar sus dedos con la piel morena del chico que le gustaba, su corazón se aceleraba y enseguida abandonaba el intento, disimulando para que nadie se diera cuenta.

—Hoy hace un día hermoso, ¿no crees? —dijo el peliburdeos con una sonrisa, sentado en el banco tomando su zumo de fresa. El azabache estaba sentado a su lado, con la mente perdida, reuniendo el valor posible para hacerlo, pero enseguida se le vinieron preguntas respecto a ello. ¿Y si Tanjiro me mira mal por esto? ¿Y si lo incomodo? ¿Y si se da cuenta y ya no quiere ser mi amigo y me quedo solo?

—Tokito-kun... ¿te encuentras bien? —le preguntó el peliburdeos al ojimiel con una sonrisa amable y preocupada.

—O-oh... no te preocupes, estoy bien, solo que a veces... me quedo pensando demasiado... jeje —respondió con una sonrisa algo sonrojado.

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—Vaya... parece que ha empezado a llover... —dijo el peliazabache desde la estación de autobús, que parecía tardar más de lo normal. Miraba al nublado cielo, observando cómo caían sin parar las gotas de agua y empezaba a helar.

—Vaya, qué mala suerte, ¿no? —mencionó el peliburdeos a su lado, mirando también hacia el nublado cielo y sacando su paraguas—. ¿Quieres que te acompañe? Tu casa está muy lejos y no me gustaría que te resfriaras o que tropezaras y te hicieras daño.

—N-no hace falta, no quiero que te molestes. Me quedaré aquí esperando, no hace falta que lo hagas... —dijo algo apenado, mirando a Tanjiro.

—No es una molestia, de verdad. Quiero que llegues bien a casa. Me gusta cuidar a las personas que me importan y quiero —dijo con una dulce sonrisa que hizo ruborizar ligeramente a Muichiro—. Y también ponte esto, hace mucho frío de repente... —dijo Tanjiro quitándose su chaqueta y poniéndola suavemente sobre los hombros de Muichiro.

—Ta-Tanjiro... gracias... —susurró algo sonrojado, con la mirada baja, intentando ocultar sus mejillas sonrojadas con las palmas de sus manos.

—Tokito-kun, agárrame de la mano, así no te pierdes y no te caes... —dijo Tanjiro, agarrando una de sus pálidas manos y entrelazándola con la suya—. ¡Vamos! Rápido pero con cuidado, ¿ok?

—De acuerdo, vamos... —dijo Muichiro con una pequeña sonrisa, apegándose más a su lado para no mojarse.

Después de todo, que lloviera no fue tan malo para ninguno de los dos. Tanjiro consiguió una buena excusa para tomarle de la mano y su chaqueta se había impregnado de su olor. Muichiro solo se encerró en su cuarto, ya que no quería que sus padres o su hermano vieran lo emocionado que se había puesto al tener un momento tan íntimo con Tanjiro y haber finalmente tomado su mano.

Desde ese día, Tanjiro esperaba a Muichiro desde la puerta de su casa para ir juntos a la parada de autobús tomados de la mano.