Día 3: Sopresa

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Día 3: Sorpresa.


Aburrida paseaba por Tokio, desde su regreso al futuro todo parecía ordinario y se aburría con demasiada rapidez. Y es que después de casi seis años yendo y viniendo entre épocas, le resultaba difícil adaptarse a quedarse sola en el futuro donde parecía que nada había cambiado: los demonios seguían siendo un mito y las sacerdotisas con poderes una historia vieja para contar en la clase de historia de la escuela.

Hacía cinco años que el devorador de huesos se había quedado cerrado, pero ella había tenido que seguir adelante, terminó la escuela secundaria y comenzó una carrera profesional en enfermería, con sus poderes podía curar a muchas personas, la hacía sentir que todo lo que vivió no fue una mentira.

A pesar de conservar sus poderes, eso no la hacía sentir triste, había perdido a todos los buenos amigos que tenía, a su segunda familia, la historia contada ahora era muy diferente a lo que ella sabía que había pasado, ella sentía que formaba más parte del pasado que del futuro.

Siguió caminando, iría al santuario de su familia a visitar a su madre.

Una hora más tarde llegó, la enorme escalera con el arco rojo la saludaron, había unas cuantas hojas de los árboles sobre los escalones, pudo sentir que una tranquilidad la invadía mientras subía. Al llegar a la parte de arriba la vista de la explanada donde estaba el goshinboku y a su lado estaba el templo donde la gente iba a rezarle a los Kami, la caseta del pozo seguía cerrada y era usada como la bodega, y en el fondo estaba la casa de su madre.

La nostalgia la invadió cuando paso frente al enorme árbol, unas lágrimas escaparon recordando, con el dorso de la mano limpió las lágrimas y siguió caminando.

— Mamá, estoy en casa. -saludo desde la entrada mientras se quitaba sus zapatos.

Sin embargo, no recibió respuesta, pero logró escuchar la voz de su madre platicando alegremente con alguien, así que caminó para saludar.

— ¿Mamá? -llamó desde la entrada a la cocina, había varias personas sentadas en el comedor platicando animadamente con su madre.

— Kagome, bienvenida, ven a sentarte con nosotros. -invitó.

Cautelosa se sentó en la mesa sin prestar atención a todos los que estaban ahí.

— Los jóvenes me estaban platicando porque llegaste en tan mal estado después de vencer a Naraku. -comentó su madre.

Ante esa mención ella se sorprendió, nadie sabía sobre eso, era imposible a menos que...

Su mirada celeste se iluminó mientras miraba a los presentes.

Lágrimas escurrían sin control por sus mejillas.

— Keh! Con un demonio ¿Por qué lloras? -preguntó Inuyasha con molestia.

— Estás aquí. -fue su respuesta, su mirada estaba clavada en el daiyōkai que estaba sentado justo frente a ella estudiándola.

— Será mejor que te comportes Yasha —reprendió mientras le daba un golpe en la nuca—, todos estamos aquí, mamá. -habló tranquilamente Shippo.

Las lágrimas

— ¿Por qué ahora? – preguntó entre sollozos.

— Yasha nunca supo el año correcto del que venías, pero yo estaba seguro que te había visto en un hospital hace unos días y convencí a estos perros gruñones de venir a buscarte, desde entonces hemos venido al santuario una vez por semana, tu madre nos dijo que hoy vendrías así que aquí estamos. -explicó el zorro pelirrojo.

Ella lloró, las emociones estaban en el aire, Sesshomaru se puso de pie para acercarse a ella y abrazarla.

— Te extrañe mucho. -sollozo contra el pecho del demonio.

— Tardaste mucho. -volvió a hablar esta vez rodeándolo en un abrazo.

— Creí que te había perdido en el tiempo. -confesó el demonio.

— Khe! Será mejor que no te la robes solo para ti, todos aquí estábamos esperando que regresara. -se quejó el hanyō a lo que Shippo soltó una sonora carcajada a la que se unió la madre de Kagome.

Y sin esperar más Kagome le robó un beso al señor de los demonios.

— Mamá ¿Por qué no me habías dicho nada cuando te llamaba?

— Oh querida, era parte de la sorpresa.

— ¿Ahora si se van a casar? -preguntó Shippo.

— Kit. -respondió serio Sesshomaru.

— Lo arruinaste enano. -se rió Inuyasha.

— ¿Tu... te quieres casar conmigo? -preguntó Kagome.

— Se supone que yo tengo que hacer esa pregunta Kagome. -respondió con una pequeña sonrisa adornando sus labios.

— Oh cállate y bésame. -respondió ella.

Esa noche había sido la mejor en mucho tiempo, sus amigos y familia del pasado estaban aquí con ella para no dejarla nunca.

Dos meses después ella se había casado con Sesshomaru, quien era un empresario muy importante y famoso, le había costado algo de tiempo acostumbrarse a ser perseguida por periodistas a donde quiera que fuera, incluso dentro del hospital donde trabajaba no se escapaba.

Su turno en el hospital había terminado por hoy cuando el lujoso auto de Sesshomaru se había estacionado en la acera frente a ella.

— Espero que hayas tenido un buen turno, compañera. -saludó una vez que estuvo dentro del vehículo.

— Mi turno acaba de mejorar ahora. -respondió regalándole una sonrisa pícara.

Sesshomaru sonrió mientras arrancaba el auto para ir a casa. 

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⏰ Last updated: Aug 02, 2023 ⏰

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