4:

728 72 8
                                    

—¿Por qué no le das una oportunidad, Keiji? Se nota que le gustas. —Añadió su colega pelinegro, refiriéndose a Miya Osamu, uno de los psicólogos de aquel recinto, mientras daba un sorbo a su café. Akaashi por su parte le miró con una expresión de duda y sorpresa en su rostro, algo que hizo reír a Kuroo.— No me digas que no te has dado cuenta... Kei, todos lo sabemos, excepto tú.

—No estoy interesado en un romance, si te soy sincero, Kuroo-san. Primero está mi... —Pero fue interrumpido por el mayor.—

—"Primero está mi trabajo". Eso se sabe, pero de vez en cuando podrías... No lo sé, ¿divertirte? Eres joven y siempre te niegas a ir a beber algo o alguna fiesta. —Expresó, acomodándose en la silla de la cafetería del hospital.—

A decir verdad, a Keiji poco le importaba socializar, si no fuera porque Kuroo prácticamente lo adoptó al momento de conocerse, jamás le habría dirigido la palabra. Ambos compañeros eran totalmente diferentes. Mientras Kuroo era un tipo extrovertido y muchas veces coqueto, Akaashi era más bien reservado, callado y su rostro serio la mayor parte del tiempo, le hacía una persona un poco difícil de llegar.

—Tal vez pronto, Kuroo-san. Ahora, si me disculpa, debo ir con Bokuto-san, me informaron que no ha querido tomar su medicamento. —Añadió luego de haber terminado todo su vaso de café.—

—Ah.~ Ese tipo es un problemático. No deja que nadie se le acerque, no tiene ningún escrúpulo para gritarle a las enfermeras. —Un cabreado Kuroo igualmente terminó su café y se colocó pie, acomodando su delantal, acción que el pelinegro mas bajito imitó.—

—Está en un proceso, hay que darle tiempo... Nos vemos más tarde.

Y dicho aquello, ambos compañeros tomaron rumbos diferentes, mientras Akaashi se dirigía al tercer piso donde Bokuto se encontraba, Kuroo por su parte subió hasta el segundo piso, dirigiéndose hacia la habitación de Kenma, quién no hablaba ni comía.

—Tú realmente quieres morir, ¿no es así, Kenma? —El mencionado simplemente alzó un poco su vista ante esa conocida e irritante voz tan arrogante y volvió a llevarla hacia la ventana.— ¿No piensas hablar nunca más? Al menos deberías comer, chico. Es importante para recibir un buen tratamiento, ya que no estás simplemente por depresión y adicción, también por desnutrición. Ah, todo rimó, ¿te diste cuenta?

Pero Kenma se mantuvo en su lugar, ni un músculo de su rostro se movió, el único moviento que Kuroo podía percibir era el de sus parpadeos y el de su pecho al respirar.
Sinceramente se sentía algo impotente por no poder ser de ayuda para el chico de cabellos teñidos. Desde el tiempo que llevaba allí, no había notado ni siquiera un cambio, todo era igual, no hablaba con nadie.

—Kenma... Debes poner de tu parte tu también. Sabes que aquí estamos para ayudarte, yo estoy para ayudarte, pero si te cierras y no cooperas, no podemos hacer nada. Las cosas siguen exactamente igual desde que llegaste. No eres un niño pequeño a quién tenga que explicarle con peras y manzanas lo bueno y lo malo. —Habló el mayor con un tono suave, pero firme, tampoco buscaba asustar o incomodar al muchacho, simplemente deseaba hacerlo entender.—

Un largo suspiro abandonó los labios del pelinegro y tras un extenso silencio por parte de Kenma, se dio por vencido nuevamente. Una semana y media, desde su ingreso y no había cambio alguno.
La mirada de Kuroo recayó en el plato de desayuno, intacto sobre la mesa, sin embargo decidió no hacer nada contra ello y no continuar. Tiempo, aquello era lo único que ese chico necesitaba para entrar en confianza. De inmediato Kuroo lo comparó con un gatito asustadizo y por alguna razón aquello le causó ternura.

—Lo... Lo siento...

Una voz tan bajita y suave, hizo a Kuroo voltearse. Sinceramente no esperaba aquello y tampoco esperaba que esa voz fuera, de alguna manera, agradable a su oído. En su vida había oído una voz tan, ¿como explicarlo? Era tenue, incluso delicada, tan suave, que fácilmente podría ser tomada como una caricia.

Paciente 555 (BokuAka) Where stories live. Discover now