Prologo

27 2 4
                                    

La rubia entró con el máximo sigilo que pudo por la ventana, sabiendo las fatales consecuencias que le esperaban si le pillaban volviendo tan tarde de nuevo.

Cuando al fin terminó de pasar su cuerpo por el pequeño cuadro y se apoyó en el pequeño poyete que le precedía se permitió relajarse, dando por hecho que ya se encontraba a salvo de la regañina. Lo que no se esperaba era que justo cuando se sentó en su cama y empezó a desatar sus desgastadas zapatillas para al fin descansar la puerta frente a ella se abriría, revelando la conocida figura de su padre.

Esto la hizo saltar como un resorte de su cama, pensando que la había pillado y las consecuencias de esto.

Este tenía una mirada algo somnolienta, adormilada, por lo que, al parecer no notó el nerviosismo de ella.

—Cariño, ¿aún no te has puesto el pijama? —preguntó, encendiendo la luz y mirandole, pasandose una mano por los ojos, en los cuales se notaba el cansancio.

—Es que... Iba a ver una serie y mientras cambiarme, pero al final casi me quedé dormida viéndola, iba a eso ahora  —con el tiempo lo de inventarse escusas para ella se hizo cada vez más fácil. Miró el reloj de su mesilla de reojo. Él asintió a sus palabras mientras se apoyaba en el marco de la puerta, pensativo, era indescifrable para ella saber si le creía o no.

El aparato marcaba las dos de la mañana, por lo que no se pudo evitar pensar, ¿qué hacía su padre en su cuarto a esas horas?

—Inez, siéntate, tenemos que hablar —dijo el pelinegro como si hubiese leído sus pensamientos, haciendo que ella se extrañase aún más.

Sin embargo, obedeció, sentándose de nuevo en su cama, sin saber qué esperarse siguiente.

Entonces es cuando su padre le lanzó la bomba que lo había mantenido despierto hasta ese momento.

Al parecer los vampiros habían vuelto a poblar Mystic Falls, el pueblo en el que vivieron hasta hace cortos años atrás. Y un intento inútil de deshacerse de ellos había acabado con la trágica muerte del alcalde y accidentes varios, por lo que ahora debían de retornar.

—Espera, ¿el padre de Sam ha muerto? —ella frunció el ceño, cortando la narrativa de su padre.

—Sí, y han hospitalizado a su hermano si no me equivoco, tuvo un accidente de coche esa misma noche —esto hizo que la chica se preocupase más por su... ¿amiga? No creía ni tener el derecho de llamarla así ya.

—Pero ella está bien, ¿no?

— ¿Samara? —ella asintió —Sí, su madre no mencionó que le hubiese ocurrido nada.

 Inez reprimió un suspiro de alivio al oír aquello y por un momento se quedó en blanco, repasando la reciente información, evitando la mirada somnolienta de su padre.

— ¿Cuándo nos vamos? —rompió el silencio tras menos de un minuto.

—Puedes empezar a recoger mañana, nos marcharemos lo antes posible. —ella asintió nuevamente —Te dejo descansar ahora, mañana hablaremos de ello más detenidamente.

Tras un pequeño titubeo, su padre se acercó a ella y plantó un pequeño beso sobre su cabeza. Ella, aún habiendo sido molestada por su rasposa barba de ya varios días, le dedicó una pequeña sonrisa.

—Buenas noches papá. 

⚜︎

Inez

Cinco días.

Pasaron nada más que cinco días desde que tuvimos la noticia de nuestra mudanza hasta que ocurrió.

Y lo peor de ello es que en ese tiempo en todo lo que pude pensar fue en lo temerosa que estaba de volver allí.

Desde la soledad hasta los recuerdos de mi madre, todo era especialmente aterrador para mí, pero en ningún momento se lo conté a nadie.

Mi padre no merecía más peso del que ya tenía sobre sus hombros. Él también estaba asustado, yo lo sabía, pero nunca me lo dejó ver.

Miré al cielo, unos tonos rosados y anaranjados fundiéndose, reclamando toda mi atención. Habíamos partido esa misma mañana, el viaje siendo seis horas, eso sin contar con las paradas que hicimos para comer, pero finalmente estábamos llegando a nuestro destino.

—Inez —mi padre llamó mi atención, más no dejé de mirar al cielo.

— ¿Si?

—Cuando lleguemos te dejaré en casa, pero yo tengo que ir a hablar con la señora Loockwood sobre ciertos asuntos... políticos, ya sabes —supe la mirada que me había echado sin siquiera tener que girarme.

Por inercia toqué mi collar, esa pequeña joya que según mi padre a partir de ahora sería necesaria para mi supervivencia. Asentí, con la garganta demasiado seca para hablar, pensando en lo poco que me apetecía ahora quedarme encerrada en una casa a la que nunca había planeado volver.

—En cuanto esto termine volveremos a Pensilvania, ¿verdad? —ahí sí que decidí volver mi mirada a él.

Un asentimiento fue suficiente para hacer que me destensara.

—Bien, —murmuré —entonces acaba con todos ellos lo más rápido posible.

Gracias por leer y no te olvides de votar <3

I almost do -the vampires diariesOnde as histórias ganham vida. Descobre agora