꧁༒𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 14༒꧂

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La noche había caído rápidamente. Tomé una siesta de dos horas luego de almorzar para estar bien descansada.

No me crucé con nadie desde que había llegado a la casa. Los tres habían salido temprano en la mañana para poder pasar el día con los padres de Adam. Aproveché la soledad para descansar, pero pronto me encontraba vistiéndome para la cita de esa noche. No recordaba la última vez que algo me había entusiasmado como lo estaba en ese momento. Como si desde hace tiempo estuviese esperando aquel momento para estar frente a frente con Damesse.

Si bien sabía que los problemas se mecían sobre nosotros, no tenía problema con aquello. De todas formas, siempre existirían problemas, pero en ese momento mis necesidades eran otras. Se me había metido en la cabeza someter a Damesse y, aunque su fortaleza parecía mayor a la mía, tenía el sentimiento de que él, tarde o temprano, tendría que ceder. Mi voluntad era mucho mayor a su fortaleza.

Mi vestimenta distaba muchísimo de la habitual. Había decidido ponerme un simple vestido rosa pastel hasta las rodillas con botones desde el escote pronunciado hasta la cintura, contrastando a la perfección con mi cabello largo y negro. Me coloqué unas bailarinas blancas y complementos como pulseras, un collar simple de plata y un par de aritos. Me sentía hermosa. Me brillaban los ojos y mis mejillas se veían extrañas de tanto sonreír.

—¿Cómo es posible este suceso? ¿Acaso Corina Mostrangelo está sonriendo? —la voz de Adam me tomó por sorpresa, haciendo que mi corazón golpee más rápido, como si me hubiesen captado infraganti.

Intenté no volver a sonreír, pero era imposible.

—¿Te di permiso de dale una foto a Damesse? —cuestioné fingiendo seriedad mientras lo señalaba con mi dedo índice, igual que cuando Dalia reprendía a Emily.

Su rostro se puso pálido por unos segundos, pero luego de pensarlo, volvió su sonrisa habitual.

—Ya, comprendo. No me hagas saber cómo es que hay una foto tuya en su casa —comentó fingiendo que miraba hacia otro lado. Claramente él quería que le cuente el chisme completo.

—Esta sobre el escritorio de su despacho —comenté esperando que haga más preguntas.

Me gustaba hablar con él. A lo largo de los últimos años, se había vuelto un compañero excepcional que siempre prestaba un oído para mí.

—Quiero que seas feliz, Cori. Prométeme que esta vez por lo menos tú lo harás bien —analizó con esperanza.

Tenía ganas de hacerlo bien, de salir adelante y, con suerte, sería con ambos, aunque mi corazón me dictaba que eso sería imposible. Por lo menos no sin salir herida en el proceso.

Damesse era un hombre simple al verlo, pero complejo al adentrarse dentro de él. Mark era fácil de desentrañar, además de ser cariñoso, atractivo y compañero. Pero estaba a punto de casarse, y ese simple hecho me causaba cierta incomodidad. Si yo no hubiese aparecido, él se uniría en matrimonio con ella sin importarle nada más. Me hacía sentir tonta. Quizás era su destino. La unión con Magdalena. Y yo me había metido en medio. Debía tener una conversación con Mark sobre eso, pero primero debía cumplir mi tarea autoimpuesta. Someter al excelso Marco Damesse.

—Prometo que haré las cosas bien esta vez, Adam. Al menos nadie te va a golpear —carcajeé y él me acompañó, acercándose a mi para darme un abrazo.

—He persuadido a Dalia sobre lo que Emily dijo —avisó mientras dejaba un beso en mi coronilla como él acostumbraba a hacer —. Comentó que ayer en la noche fueron a la casa del don apuesto y había dos de ellos.

Ley & Deseo: Dominación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora