Cap. 8 De Regreso al Presente

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Abrí mis ojos con lentitud, mi cabeza palpitaba, no era un dolor insoportable pero si indeseable. Me asusté un poco al no reconocer el lugar donde me encontraba, y al intentar moverme sentí el peso extra sobre mí, este peso tenía nombre y apellido: Zhu Cheng.

Los recuerdos de la noche anterior llegaron a mi como un balde agua fría, y el sueño que tuve también, aquel sueño fue un regreso al pasado, a cuando era un adolescente enamorado, descubriendo su sexualidad, admirando e idealizando a quien nunca me devolvió una mirada, y que ahora estaba aquí, sobre mí.

Sentí una ligera ira creciendo dentro de mí, sufrí en esos años por un amor no correspondido, mismo que había dejado en el olvido, y que ahora regresaba, amenazando con poner todo de cabeza, y yo no podía permitirlo.

Con más fuerza y voluntad que anoche, me lo quité de encima, me puse de pie, estirando mi cuerpo. Revise que tuviera todo, y le dedique una última mirada antes de salir de allí, si estaba huyendo, ya luego me avergonzaría por ello.

Todavía no eran las 08:30 de la mañana, y al ser un día sin trabajo, mis compañeros dormían, eso era bueno porque así no tenía que dar explicaciones, no las daría de ninguna forma en todo caso.

Todo el día me dedique a estar en la cama, repasando lo ocurrido, recordando sus labios sobre los míos, y también recordando el pasado.

El lunes estuve muy tentado a excusarme con estar enfermo y así no asistir, pero no soy ese tipo de persona, mis problemas personales no tienen por qué influir en mi trabajo. A parte ¿No estaba Cheng borracho? ¿Cuáles eran las posibilidades de que recordara el beso? Quiero creer que pocas, y que no recordara ni como llego a su casa.

Pero en el fondo quería que lo recordara, que recordara que me beso, que soy ese adolescente que nunca dejo de mirarlo en la escuela.

En mi cabeza dos voces batallaban: la parte de mí que quería que él no recordara nada, y la que suplicaba que sí; la ganadora fue la primera.

Cuando llegue a la empresa, él aún no lo hacía, lo hizo dos horas más tarde, problemas familiares fue el motivo, si esto era verdad o no yo no tenía como saberlo.

Me mantuve todo el día a la expectativa, pero nada paso, y no sé porque al final del día me sentí decepcionado en vez de aliviado. Nuestra rutina parecía que no cambiaría, y yo deseaba que todo esto terminara rápido para volver a casa.

El jueves en la tarde otra situación ocupo mi mente, irónicamente me había olvidado por completo de mi todavía novia y su abierta infidelidad. Fueron los mensajes de Emma lo que me lo recordaron, me preguntaba cómo estaba, que había pasado, parecía preocupada y yo me sentí culpable.

Así que me obligue a pensar en esta situación, y como no tenía nada más que hacer llame a Jennifer, fue a la tercera que respondió, se oía molesta, no por los días sin saber de mí, sino porque la interrumpí en algo importante, no pregunte que era aquello.

Fui directo, pregunte por las fotos, se escuchó sorprendida pero no lo negó, incluso insinuó que podíamos tener una relación abierta, y yo ya no podía soportar más, y termine nuestra relación, aunque lo correcto sería decir que esta estaba terminada hace mucho, solo que no lo habíamos dicho en voz alta.

Al cortar la llamada me permití dejar salir un largo suspiro, no me sentía como creía, no estaba el dolor y el vacío que creí me dejaría terminar la relación más larga de mi vida.

Recordé lo nervioso que estaba cuando le pedí ser mi novia, lo bonito que fue al principio y lo rápido que se volvió monótono, no se cuándo nuestra relación empezó a ir mal ni porque aún seguíamos. Recordé el anillo, mi propuesta fallida, y me dolió la cabeza de solo pensar en la reacción de algunas personas como mi madre y Wendy.

¿Siguen los problemas en el paraíso? —me asusté un poco por su voz, no lo oí llegar. Cerró la puerta tras él y se encamino al sofá, donde se dejó caer, se veía cansado— no soy experto en relaciones amorosas, pero si es una relación unilateral no vale la pena, o dan los dos el famoso cien por ciento o lo dejan ahí. No te aferres a lo que claramente te dañara. Eres joven, vive la vida, disfrútala, y despreocúpate por el romance, es mejor ir cambiando de cama que dormir infeliz en una sola.

Me puse de pie, sus palabras me molestaron un poco —si no eres bueno en el tema, despreocúpate de opinar, ninguno de los dos somos tan jóvenes, y estar cambiando de camas no nos dará la calidez que necesitamos para seguir adelante.

Sali de la oficina, no quería verlo ni escucharlo, por hoy mi jornada había terminado.

En los siguientes días de trabajo casi no ocupe la oficina, me concentre en mi trabajo, en hacer todo lo posible para que se redujera el tiempo aquí en China, ciertamente ya quería regresar.

Pronto la versión beta de Yi Pèng estuvo lista, nosotros fuimos los afortunados en utilizarla, y para celebrarlo fuimos a cenar, y yo ya no podía seguir evitándolo.

Estábamos en diciembre, aquí en China la navidad no es una festividad común, pero estaba ganando terreno, las decoraciones de algunos locales lo demostraban, no se comparaba en nada con las de occidente pero me hizo sentir acogido.

El restaurante escogido fue uno que era dirigido por chilenos, la decoración navideña era sencilla, y los platos una delicia. Hablé muy poco durante la cena, pero me negué fervientemente a ir a beber, esto no sirvió de nada, y aunque quise quedarme fuera fui arrastrado al bar.

Este no estaba lejos del restaurante, y tampoco tenía la privacidad del otro al que fui con Cheng, y al que creía que nos llevaría. Pronto el alcohol estaba en el sistema de todos, menos en Anne y en mí, quienes nos quedamos rezagados en la mesa conversando, hasta que fuimos interrumpidos por un muy ebrio Cheng, quien dejó caer su peso sobre nosotros. Claramente avergonzada, Anne se disculpó, y el estado de Cheng fue la luz verde para que la reunión se acabara.

Y yo creía que sería fácil, pedir taxis y hacer que nos subiéramos, iría con mi grupo al departamento y Anne se encargaría de Cheng, pero este se colgó de mí, haciéndome difícil moverme, y haciendo una rabieta para que fuera yo quien lo llevara a casa. De esto solo fuimos testigos Anne y yo, quien estaba cada vez más avergonzada y apenada, no sabía cómo quitarme de encima a Cheng.

Los taxis llegaron, pero no pude quitarme de encima a Cheng. Estaba borracho, yo sobrio, así que deduje estaría bien, no tenía que temer, no había nada allí, y no pasaría nada tampoco.

Alivie la carga de Anne, y le pedí que llevara a mis compañeros, estos no estaban tan ebrios como Cheng, y yo me encargaría de llevar a este a su hogar, con la promesa de regresar a mi departamento la misma noche.

Muy mala idea, pues esa promesa no pudo ser cumplida. 

Mi Primer Amor (Boys Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora