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La puerta de entrada está abierta, así que Rodrigo entra de inmediato, cerrándola de un portazo y buscando a Iván con la mirada. Hay un dulce olor a lavanda en la casa y está completamente en silencio. Hasta que oye unos gemidos provenientes desde el pasillo que conducía a la habitación del pelinegro.

"oh bebé, ¿comenzaste a jugar sin mí?" murmura relamiéndose los labios y camina rápidamente hacia la alcoba.

A medida que avanza los grititos de placer se oyen más fuertes, logrando que la erección adolorida de Rodrigo ardiera como los mil infiernos. La puerta está semi-abierta y él la empuja, presentándosele la caliente escena de Iván recostado sobre su pecho y su trasero rayado alzado, con una bragas negras que están puestas a un lado debido al consolador que tiene metido en su entrada; el cual entra y saca con rapidez.

"¡Ah, Rodri!" grita el chico, notando la presencia de su novio a sus espaldas. El castaño traga duro, sacándose casi inconscientemente la camiseta y los pantalones. Casi se le está cayendo la baba por la hipnotizante vista de Iván dándose placer a si mismo. El consolador no está por introducido por completo, pero el pelinegro gime como si lo estuviera. "Fóllame, por favor..."

Rodrigo se siente malditamente excitado y con esas palabras su cordura se va a la reverenda mierda. Él simplemente termina de desnudarse, se acerca a la cama y agarra las muñecas de su novio con fuerza, manteniéndolo en la misma posición. Iván lloriquea de placer y suelta el consolador, meneando sus caderas con sensualidad.

"Tan preparado para mí..." él dice con la voz ronca pasando un dedo por la entrada dilatada del pelinegro. "No sabes lo duro que te follaré hoy."

En cuanto termina de decir eso, se sube a la cama quedando sus rodillas contra el colchón y ve el trasero de Iván con deseo. Su pene completamente erecto roza entremedio de las nalgas y Rodrigo gruñe dándole un golpe a una de ellas. El pelinegro gime en respuesta, disfrutando de la agresividad del castaño. Por alguna razón le gusta sentirse dominado por él, le calienta verlo en esa faceta de dominante que sacaba cuando follaban. No siempre era así, por supuesto, a veces la ternura los conducía a una sesión de sexo lenta, pasional y amorosa. Pero ahora sabe que Rodrigo está desesperado por follarlo rudamente, y él está totalmente dispuesto a dejarlo hacerlo.

Rodrigo le da unas cuantas nalgadas más antes de acercar su boca al agujero, y lamerlo con tranquilidad.

"¡Oh Dios ah!"

Iván agarra las sábanas blancas en sus manos, sintiendo la lengua húmeda y caliente de su novio adentrarse en su entrada. Grita fuerte al notar los dedos del castaño acariciar sus testículos y piensa que Rodrigo es un experto con su jodida lengua.

El menor gime, grita y lloriquea. El castaño se aleja de su agujero y sonríe malicioso, besando una de su mejillas.

"Ahora te follare ¿está bien, amor?" pregunta, pasando su miembro entre medio del culo del pelinegro.

"¡Sí, Dios! ¡Por favor, fóllame!"

No necesita más palabras.

Su pene entra con una estocada certera y ambos gimen de placer. Rodrigo siente como su miembro es apretado por las paredes calientes de Iván y mueve su cadera en círculos, para luego volver a embestir con profundidad y bestialidad.

Los sonidos obscenos y las maldiciones no tardan en llegar cuando el castaño está acometiendo contra el pelinegro rápido y duro. Iván a cada segundo siente en su interior una bomba llena de placenteras sensaciones, lo único que oye es el choque de las bolas de Rodrigo contra su culo y el rechinado de la cama ante cada estocada. El nivel de éxtasis al que están llegando los lleva a un paraíso lleno de sensaciones maravillosas, lleno de "¡Ah!" y "¡Oh Dios!" que escapan sin pudor de sus bocas. Rodrigo embiste con rudeza, sin compasión presintiendo la llegada de su orgasmo.

El cuerpo de Iván no resiste más y colapsa, corriéndose en abundancia en el colchón. Rodrigo sigue dando estocadas profundas al cansado cuerpo del pelinegro sin detenerse. El menor escucha como el castaño maldice ante cada intromisión y sonríe agotado, sintiendo tras unos minutos como su interior es llenado por un líquido caliente que luego se escurre entre sus nalgas, bajando por sus muslos hasta el colchón.

Ambos caen a la cama como un peso muerto y regulan sus agitadas respiraciones.

No les importa si están sucios, ellos sencillamente se acurrucan contra el otro en forma de cucharita, Rodrigo rodeando la cintura de su novio y pasando una pierna entre las contrarias.

"Te amo" susurra con suavidad y besa su nuca con ternura. La mano de Iván toma la de él, y entrelaza sus dedos dejándola en su abdomen.

"Te amo también" responde.

Y sus pechos se llenan de una paz reconfortante.

𝗦𝗢𝗖𝗢𝗨𝗡𝗗𝗥𝗘𝗟 (𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora