Mi nombre en tus labios

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Lucas constantemente tenía que recordarse respirar, pues la sola imagen de Elías paseándose delante de él, era demasiado para su débil resistencia.

—Veamos en la tienda de bebés, señaló feliz Elías que relajado había parloteado por casi veinte minutos.

Lucas lo miraba de soslayo con una sonrisa divertida, —interesante, pensó, ya que era muy visible que Elías estaba jodidamente nervioso por la salida.

Pasando cerca de media hora en el establecimiento Elías escogió algo para Luca, y Lucas también le compró un regalo.

—Bueno, ahora va tu regalo, caminando al estacionamiento, con sendas cajas entre los brazos, Elías observó a Lucas de reojo.

—Bueno, yo no quiero algo, un leve sonrojo cubrió su rostro, ya que él en verdad no quería algo, sino a alguien, era consciente de lo mal que debió escucharse su respuesta.

Lucas no iba a desistir. En el tiempo que llevaban con una no relación, había sido otra persona. Por fin se visualizaba como un adulto, como un padre y quería ser un esposo.

—Bueno, encogiéndose de hombros sonrió, —yo ya tengo tu regalo, sino te gusta te puedes deshacer de el.

Elías sonrió sus ojos se encontraron, si Elías debía escoger una persona favorita sería Lucas, si le preguntaban por su postre favorito sin dudar mencionaría los labios de Lucas. Y todo su mundo lo formaban Lucas y el bebé.

Lucas encontraba a Elías, simplemente irresistible, nada comparado con los muchachos frívolos con los que se relacionó antes.

Acomodando las cosas ambos se subieron al auto para terminar en un elegante restaurante.

Elías nunca había ido a un lugar así. De hecho nunca había ido a muchos de los lugares a los que ahora se estaba habituado.

Lucas se deleitó con el rostro asombrado, le daba una sensación de poder, pero no en el sentido de vanagloria, sino de hacerle ver a Elías que él era merecedor de ese trato, —tan valioso, pensó Lucas al observar a Elías.

Pasaron una velada muy agradable, haciendo planes a dos días de navidad. Lucas sentía una emoción al imaginar el rostro de Elías cuando viera su regalo en navidad, mientras Elías mencionaba lo que necesitaría para la cena.

¿Cómo Elías esperaba que Lucas recuerde todo eso, si toda su atención estaba en sus labios?

Lucas extendió la mano poniendo la palma arriba, Elías entendió la orden y vacilante colocó su mano en la de Lucas.

—Elías, no voy a esperar hasta Navidad, siento que tengo una vida planeando el momento perfecto, y creo que es este.

Elías lo miraba confundido, emocionado, sorprendido y enamorado. Eran tantas emociones juntas que lo único acertado que pudo hacer fue sonreír tímidamente.

Ahora entendía aquellas románticas analogías en donde ven fuegos artificiales, el se sentía exactamente así con todos esos sentimientos emergiendo de él.

—Elías me gustas y te quiero,
No te quiero como un lindo accesorio de navidad, la mirada intensa no permitía que Elías se distrajera. -Tampoco te quiero por ser conveniente.
Te quiero porque eres único, porque rompes mis esquemas y en medio de mi desastre tu mirada me da paz.
Porque amas al peloncito llorón y sé que me amas a mí.

Elías tenía los ojos húmedos nunca se imaginó que pudiera hacer sentir a Lucas de esa manera. Y saber que se fijaba en cada detalle que tenía era hermoso, —Tú que ce me gustas también, no para ser mi vivienda fija, sino para ser mi hogar, me gustas con tu ingenio afilado y tu sonrisa cautivadora, me gustas en tu faceta de papá.

Una familia para LucasWhere stories live. Discover now