1. Cuando conocí el sonido

266 29 7
                                    

PRIMER AÑO.

Esta historia comienza y termina de la misma forma, pero la contaré porque sé que alguien la tiene que saber.

Recuerdo mi primer año de secundaria, es un recuerdo patético, pero sé muy bien que desde ahí partió todo. Yo durante ese año, no era nadie.

No tenía amigos, no tenía confidentes, no había nadie para mí. Comía sola en la cafetería, hacía proyectos de escuela sola y me quedaba en los pasillos durante receso esperando a la siguiente hora.

Generalmente caminaba por los pasillos como un zombie y sentía que me veía desde fuera de mi cuerpo. Una chica solitaria caminando por los pasillos, que no llamaba particularmente la atención, que era tan común que no valía la pena darle un segundo vistazo.

Esa era yo.

Mi vida en casa no era muy diferente a la de la escuela, en casa tampoco había alguien que me prestara atención.

Iba a mis clases, me sentaba en cualquier lugar y prestaba atención. Repetía lo mismo todos los días. Luego iba a casa, me servía la cena recalentada del día anterior y me iba a mi habitación a ver cualquier programa de espectáculos porque odiaba el silencio que existía en mi vida.

A veces tenía mucho silencio en mi cabeza, aunque mis alrededores estuvieran rebosando en bullicio, todo se sentía callado dentro de mí.

Hasta que un día, encontré el ruido.

No esperaba hacerlo, porque a pesar de necesitarlo no lo buscaba, no tenía ánimos para ir detrás de él, sin embargo, el día que lo sentí, sabia que era algo que necesitaba en mi vida.

Así fue la llegada de ellos a mi mundo.

Observé a los chicos frente a mi. Cuatro amigos que compartían la peculiaridad de tener sus nombres con la misma inicial.

Ellos eran como esos grupos de amigos que ves en las películas, leales, bromistas y sinceros. 

Me sentía atraída por el escándalo que hacían a donde iban, se notaba que a ninguno realmente le importaba si alteraban la tranquilidad del ambiente porque se tenían entre ellos y se divertían.

Y cuando los vi, supe que quería amigos como ellos.

De hecho, creo que a muchos les gustaría ser parte de su grupo. Lo he escuchado en clases varias veces, lo agradables que son, lo entretenidos que son.

Por eso me vi caminando en dirección a las canchas de fútbol de la escuela, donde también practicaban lacrosse, siguiendo los pasos de esos cuatro amigos.

Observé con curiosidad a tres de los chicos caminar hacia el campo de entrenamiento y reunirse con el resto del equipo. No parecían notoriamente buenos en el juego, pero se divertían.

Tomé asiento en una de las bancas vacías, tomando en cuenta que a mi alrededor habían varias personas más observando el entrenamiento del equipo de lacrosse y de las chicas que practicaban sus porras más allá.

Uno de esos chicos apareció junto a mí, sentándose a una pequeña distancia de mí.

—¿Puedo sentarme aquí? —preguntó.

Lo que enseña el corazón [LDUN #2]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon