💎 Ocho 💎

2.1K 283 21
                                    

YOONGI

Han sido menos de dos días otra vez, dos malditos días desde la noche del martes y aun no puedo sacarme de la cabeza la escena que realicé con ese chico. Un sumiso novato que parece haberse metido bajo mi piel y al que ridículamente no conozco, como a ninguno de los otros con los que he jugado en el escenario del club, pero que todavía así es diferente de todos los demás.

La forma en la que se somete y se revuelve en el placer del dolor y la dominación no es algo que se pueda fingir a ese extremo. No se puede simular que se está en el sub espacio y soy demasiado viejo en este estilo de vida como para reconocer cuando alguien está tratando de engañar a un dominante, a mí. Ese chico es todo lo que creí que no encontraría nunca en un sumiso y me estoy volviendo adicto -con solo dos sesiones- a la forma en que se entrega a mí, la manera en que su cuerpo y su mente se dejan llevar por mis ordenes, por mis manos, por mis decisiones sobre cómo debe obtener su deleite. La confianza que me da, aun sin conocerme, para que moldee su placer a mi gusto, para que decida cuándo y cómo puede obtener la satisfacción que anhela. Algo me dice que ese control que me deja tener durante el juego podría ser el mismo tipo que necesita en otros aspectos de su vida y no puedo hacer que mi mente no vuele ante un montón de escenarios en los que él es mío, mío para cuidar de él y mío para ser quien le da sentido a sus días. Escenarios en los que él espera a que le diga lo que está haciendo mal y lo corrija o que lo alabe por algo bien hecho. Escenarios en los que llego a casa del trabajo y él está ahí, junto a la puerta, esperando por su Maestro, para que le dé mimos y luego lo lleve al éxtasis atado a mi cama, con las marcas de mis manos y mis dientes en su piel cremosa y suave.

Joder.

Me estoy volviendo loco por un desconocido, por el hecho de que precisamente hace menos de dos días marqué su cuerpo con mordiscos que en este momento se deben estar desvaneciendo bajo la ropa y aun no puedo quitarme su olor dulce y embriagador de la memoria y es estúpido porque sé que es un desconocido, alguien a quien no podría reconocer a la luz del día y sin antifaz, un chico del que no sé ni su nombre, pero que su voz, ese susurro con el que me llama Maestro en la semi oscuridad del club se me ha grabado muy profundo y no lo puedo borrar.

Debería prestar atención a la vida real y a la clase en la que estoy justo en este momento, en lugar de divagar en mi propio sub espacio imaginando cómo sería estar en otra escena con el chico del antifaz de seda y cabello rubio como el sol, piel de caramelo y olor a dulces flores de primavera.

Santa mierda. Estoy incluso pensando poéticamente y es ridículo. Me siento ridículo.

—Profesor Min.

La voz de uno de mis estudiantes del curso especial me saca de mis pensamientos chuscos y me lleva a la realidad, en donde estoy sentado detrás de un escritorio en un salón de clases, dictando una conferencia que, gracias a la mierda, puedo recitar incluso dormido porque llevo años haciéndolo.

Al voltear a ver a los cuatro chicos sentados frente a mí, no puedo evitar notar que Park está con la nariz metida en el libro que los he puesto a leer hace unos veinte minutos, pero no es él quien me ha llamado.

—Señor. Profesor —dice el chico en el extremo izquierdo de la fila.

Me pregunta algo acerca del capítulo que les dije que leyeran sobre la forma adecuada de gestionar los recursos humanos de una empresa, pero no puedo entender del todo sus palabras porque en mi visión periférica alcanzo a ver como Park Jimin se muerde los labios rellenos como un gesto den concentración y cuando levanta la mano para pasar de página en el libro, el cuello de su camisa demasiado amplia para su cuerpo se desliza a un lado y ahí, en la base del cuello tiene un moretón en forma de mordisco que está casi desvanecido, pero es imposible no reconocerlo como lo qué es. Se puede distinguir el circulo bordeado de una mancha que es casi amarillenta y la impresión de dientes.

Dominans |YoonMin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora