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Era un día de otoño en la ciudad de Tokio, donde un grupo de amigas se encontraba reunido en un pintoresco parque. Rin, la enérgica y alegre amiga de Maki desde la infancia, sonreía mientras se entretenía lanzando hojas secas al aire.

Umi notó que Rin parecía más cansada de lo habitual y se acercó a ella. -Rin, ¿estás bien? Pareces un poco agotada hoy -preguntó con preocupación.

Rin intentó ocultar su fatiga con una sonrisa. -No te preocupes, Umi. Solo es que me emocioné demasiado con las hojas -respondió tratando de minimizar su cansancio.

Las demás chicas también notaron la palidez en el rostro de Rin y se acercaron para asegurarse de que estuviera bien. Mari, siempre alegre, bromeó -¡Rin, deberías cuidarte un poco más! No queremos que te derrumbes como una hoja más.

Rin rió, pero en su interior, la preocupación la abrumaba. Había estado sintiéndose débil en los últimos días, pero no quería preocupar a sus amigas. No sabía cómo contarles que estaba enferma, una enfermedad grave que había decidido mantener en secreto para no entristecer a quienes amaba.

Sin embargo, durante ese día de campo, Rin sufrió un repentino desmayo. Las chicas, alarmadas, llamaron rápidamente una ambulancia y acompañaron a su amiga al hospital.

En la sala de espera del hospital, Maki tomó la mano de Rin entre las suyas con angustia. -Rin, ¿por qué no nos dijiste que te sentías mal? -cuestionó con voz temblorosa.

Rin le sonrió débilmente. -No quería preocuparles a todas. Quiero que sigamos disfrutando juntas de cada momento -dijo con sinceridad.

Las demás chicas, preocupadas y con lágrimas en los ojos, asintieron. Sabían lo valiente que era Rin y cómo siempre buscaba protegerlos a todos con una sonrisa en el rostro, incluso en momentos difíciles.

Los médicos realizaron diversas pruebas y diagnósticos, y la noticia fue desgarradora: Rin tenía una enfermedad grave y avanzada. El ambiente se llenó de silencio y tristeza. No podían imaginar la vida sin Rin, la amiga enérgica y llena de vida que siempre había estado allí para todos.

A partir de ese momento, las chicas se turnaron para estar al lado de Rin, brindándole todo su apoyo y cariño. Cada día se volvió un tesoro, y compartieron momentos preciosos llenos de risas, recuerdos y amor.

A medida que el tiempo avanzaba, Rin luchó valientemente contra su enfermedad, pero su salud seguía debilitándose. Las amigas se reunían a su lado cada vez que podían, compartiendo risas y lágrimas mientras recordaban los momentos más felices de su amistad.

Finalmente, llegó el día en que Rin partió de este mundo. La noticia dejó a todas las chicas destrozadas, pero la más afectada fue Maki. La culpa que había sentido antes se multiplicó, y el dolor de no haber estado allí para su amiga en su último día se volvió insoportable.

Maki se sumió en una profunda tristeza y depresión. Se aisló aún más de sus amigas y de todos a su alrededor. El piano, que alguna vez había sido su refugio, ahora solo le recordaba a Rin y la promesa que le hizo. La música se volvió insoportable para ella, y su pasión por tocar se desvaneció junto con la luz que había en sus ojos.

Las chicas intentaron acercarse a Maki, ofreciéndole su apoyo y amor, pero ella se mantenía distante. Cada nota que tocaba en el piano solo evocaba más recuerdos dolorosos de Rin y su partida.

Los días se volvieron grises para Maki, quien se sentía perdida y culpable por no haber estado allí para despedirse de Rin. Sus amigas la extrañaban y deseaban ayudarla a superar su dolor, pero sabían que el proceso llevaría tiempo y paciencia.

Mientras tanto, las chicas se aferraban a los recuerdos compartidos con Rin y encontraban consuelo en saber que su amiga siempre viviría en sus corazones y en cada melodía que tocara Maki, aunque en ese momento no pudieran escucharla.

Un día, Umi sugirió organizar un concierto en piano en honor a Rin. Maki estuvo de acuerdo y la noticia se propagó rápidamente entre los fans y amigos cercanos. El día del concierto, el escenario se llenó de flores y fotografías de Rin.

Maki se sentó frente al piano, nerviosa pero decidida. Con cada nota que tocaba, el dolor en su corazón se mezclaba con la belleza de la música. Cerró los ojos y se dejó llevar por la melodía, como si fuera una conversación con Rin a través de las teclas del piano.

En un instante mágico, mientras tocaba, Maki se vio a sí misma en el escenario, pero era diferente. Vestía un hermoso vestido blanco y, para su sorpresa, también vio a Rin. Su amiga descendía lentamente del cielo, radiante en su uniforme de preparatoria.

Con cada nota, Rin se transformó, al igual que Maki, en un vestido blanco, y ambas se encontraron en el centro del escenario. Sus miradas se encontraron en un instante lleno de significado, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellas.

La música fluía a su alrededor mientras Maki y Rin danzaban con gracia y armonía. Era como un último baile, donde sus corazones se comunicaban en un lenguaje que solo ellas entendían.

Maki acercó suavemente su rostro al de Rin y le susurró con voz entrecortada por la emoción -Rin, siempre te amaré. Lamento no haber estado a tu lado en tu último día, pero quiero que sepas que siempre estarás en mi corazón.

Rin le devolvió la mirada con cariño y comprendió las palabras no dichas en el susurro de Maki. Un halo de paz y consuelo las rodeaba mientras continuaban su baile, expresándose el uno al otro con la música y el alma.

El público estaba conmovido por la escena que presenciaban, sintiendo el amor y la conexión entre Maki y Rin. Sus lágrimas se mezclaban con sonrisas, pues sabían que estaban siendo testigos de algo realmente especial.

Cuando la melodía llegó a su fin, Maki y Rin se separaron lentamente, pero se tomaron de las manos con ternura. Sus ojos brillaban con la promesa de un amor eterno.

El público se puso de pie y aplaudió con emoción, rindiendo un sentido homenaje a la amistad y al amor que había trascendido incluso más allá de la vida.

Después del concierto, Maki sintió una sensación de paz que no había experimentado desde la partida de Rin. Se sentía reconfortada por el momento especial que compartieron y sabía que nunca olvidaría esa conexión profunda que tuvieron en el escenario.

A medida que los días pasaban, Maki se abrió nuevamente a sus amigas y retomó su pasión por la música. Sabía que Rin siempre estaría con ella, y encontraría la fuerza para seguir adelante, llevando consigo el amor y los recuerdos compartidos.

La amistad del grupo se fortaleció aún más, y juntas continuaron honrando la memoria de Rin y celebrando la vida con alegría y gratitud.

Fin.

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