I: APOLÍNEO

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Advertencia de Contenido: Depres#ón y Ans#edad, Autoles#ones, Tendenc#as Su#cidas, Contenido S#xual, D#smorfia Corporal.

Nota: Este es un AU Moderno que utiliza las regiones de Runeterra como base. Los Lunari no profesan una religión en veneración a la luna, son solamente una etnia. Hay ausencia de poderes pero se conserva el aspecto y raza de los personajes.

¿Phel...?

Primero, un tácito llamado a través de la puerta. Al no recibir respuesta, complementa el vociferar de su nombre con la percusión de su puño contra la madera en impaciente cadencia. 

La ansiedad en la albina crece hasta desbordarse.

—¡Phel! ¡Ábreme! —reclama; ya no pregunta.

Suspira en exasperación al recibir el dictamen de su ausencia a través de un absoluto silencio.

—Soy solo yo. Puedes abrirme, en serio —intenta convencer a su hermano optando por otro acercamiento y cesando los golpes, pero sus intentos parecen resultar fútiles—. ¿Estás bien?

Del otro lado de la puerta, yace el aclamado sentado, derrotado sobre el suelo de la habitación que narra sus memorias desde la infancia hasta su actual adolescencia.

El chico aproxima sus manos hacia su rostro, los nervios colándose entre sus dedos. Sus dígitos se estremecen, oscilando incontrolablemente. A pesar de que su rostro es gélido al tacto, sus brazos afluyen ardor, desembocando un cálido líquido que migra al sur de sus antebrazos, hasta sus codos.

El suplicio de sus heridas es lo único que lo mantiene lúcido; sin embargo, la conciencia se le resbala a cada exilio de gota desertando su cuerpo. Las imploraciones de su hermana se tornan en un evanescente hablar, casi inaudible, lejano.

Siente la cabeza ligera, así como sus extremidades; sus brazos claudican a cada lado de su cuerpo. Es entonces cuando desciende la mirada que observa el fruto de su fatídico error, presenciando la vista de un rojo vivo brotando de él.

Tan inmerso en el abismo de su aflicción, que no se percata del abrupto abrir de la puerta. Su ahora nebulosa visión discierne la figura de su hermana que rápidamente desciende en sus rodillas frente a él.

—¡¿Qué hiciste, Phel?! ¡¿Qué te hiciste?! —verbaliza horrorizada. Sus manos amagan con sostenerlo, pero se mantiene al margen, aturdida, sin saber cómo accionar—. Tenemos que llevarte al hospital, tenemos que−

—No, por favor. No —interrumpe, haciendo uso de la poca sagacidad que aún conservaba, voz quebrantada y seca—. Si papá y mamá se enteran, Dios... Alune, por favor, no —dice, o más bien, ruega.

—Pero-¿pero qué se supone que-? Mírate, Phel. Dios Santo. Estás muriendo —precisa, angustia palpable en su hablar al divisar las horizontales incisiones cercenando el interior de sus antebrazos—. ¿Por qué?

El por qué es una cuestión que desconoce cómo explicar.

—No estoy muriendo. Esto no es letal, solo que yo-Dios... —pretende explicar, pero sucumbe a sus emociones y rompe en sollozos fragmentados—. Cometí un error, perdóname. No quería hacerlo, simplemente ya no soportaba y-y...

Sus palabras se marchitan al margen de un inconsolable gimoteo que obliga a su cuerpo estremecerse en hipidos e incontrolables espasmos, provocando su cabeza palpitar en migraña, sus extremidades latiendo al son del dolor.

Está cansado de sentir; ya no quiere sentir nada.

Sus brazos emergen de la inercia para limpiar sus propias humedecidas mejillas, trazando un tenue esbozo de sangre en estas mismas. El líquido se había colado hasta la cumbre de sus dígitos sin él haberse percatado de ello. Su ahora mutilado cuero perdió su anterior prístina textura, la blancura de su tez amalgamándose con el concentrado rojo de los coágulos de sangre.

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⏰ Last updated: Sep 20, 2023 ⏰

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MUSA - SETTPHELWhere stories live. Discover now