Kakashi Gojo | Jujutsu Kaisen

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Gojo Satoru tiene un hermano mayor.

Ahora, nunca se lo dijo a nadie más, ni siquiera a sus compañeros de clase cercanos Geto Suguru e Ieiri Shoko, de pasada ni con insinuaciones. Ahora que lo pensaba, supuso que la única persona en Jujutsu Tech que sabía que no era hijo único era Yaga-sensei, quien, por supuesto, consideró que no era importante compartir esa información privada con los otros estudiantes.

Tal confidencialidad no era porque odiara la existencia de su hermano, de hecho, era todo lo contrario. Satoru amaba a su hermano mayor hasta la muerte, pero odiaba las circunstancias en las que nació su amado nii-san.

Satoru detestaba absolutamente la política de clanes.

No fue una sorpresa para nadie en el mundo de Jujutsu, el poder y la infamia de sus Seis Ojos, un par que actualmente solo él poseía, no visto en ningún otro hechicero durante un período de cien años. Un largo y duro viaje por el que pasó su clan, cubierto cruelmente con el espantoso mosaico de la política, los linajes y los matrimonios concertados. Un poder que le permitió a Satoru ser capaz de llamarse a sí mismo el más fuerte, moldear el espacio a su antojo y ver qué es lo que no puede ser visto ni siquiera por los usuarios de Jujutsu más endurecidos y experimentados, e incluso más allá.

Entre los dos, él era el afortunado.

"¿Satoru?"

“¿Nii-nii?” Su boca respondió automáticamente, y Satoru parpadeó, su mente volvió al presente. Apartó la mirada del glaseado goteante de su bizcocho de mantequilla, cubierto abundantemente con coberturas de chocolate y azúcar glasé en cantidad suficiente para provocar una grave caries en cualquiera, para mirar hacia un orbe gris entrelazado con preocupación.

"¿Hay algo mal?" Su hermano miró detenidamente su postre casi intacto, con un claro ceño fruncido en su rostro. Fue una de las pocas veces que Satoru pudo ver su rostro, ya que generalmente usa una máscara médica debido a su condición. Su piel era incluso más pálida que la de Satoru, sin pigmentación debido a que estuvo confinado en el interior durante demasiado tiempo. Debajo de las luces fluorescentes, brillaba como la luz de la luna, y combinado con su cabello naturalmente blanco plateado, un poco más oscuro que el de Satoru, parecía casi de otro mundo.

La profunda voz de barítono de su hermano continuó con dulzura. “Pensé con certeza que esta era una de las recetas que tanto te gusta comer. ¿Me equivoqué hoy? Parecía casi molesto, a pesar de que antes le estaba dando una conferencia a Satoru sobre sus malos hábitos alimenticios, diciéndole que debería reducir su consumo de azúcar. Su hermano realmente lo mima.

Haciendo retroceder sus pensamientos por ahora, Satoru sonrió ampliamente, casi como un maníaco a su hermano, clavando un tenedor vigorosamente en el postre con tal exuberancia que una cucharada de crema golpeó su mejilla. “¡No, no, no pasa nada! ¡Acabo de quedar hipnotizado por esta belleza aquí!” Aclamó, inmediatamente metiendo un bocado en su boca. Su hermano le dio una mirada mordaz a sus horribles modales en la mesa y le golpeó la cabeza con cierto grado de fuerza para considerarlo juguetón. Satoru se quejó con picardía, agarrando la mano del otro y colocándola sobre su cabeza, exigiendo en silencio una palmada en la cabeza.

Su hermano suspiró, pero obligado. "Realmente te mimo, ¿eh?" Dijo con exasperación, pero con cariño. Satoru tarareó, disfrutando tanto del delicioso sabor del postre como del reconfortante movimiento de su hermano acariciando su cabeza. Pasaron los minutos en silencio mientras Satoru devoraba su plato como un hambriento, mientras su hermano volvía a su asiento, sorbiendo tranquilamente su té negro. El silencio debería ser agobiante, pero entre los dos era un ritual tranquilizador.

Su hermano debería odiarlo.

Pero él no lo hace.

"¡Nii-san debería odiarme!" Su yo más joven le había llorado a su hermano mayor hace algunos años, aferrándose a la manga de la yukata empapada en sudor de su hermano después de un ataque de tos particularmente fuerte.