Ni una pizca de romance

64 7 5
                                    

No preste atención a la película. Estaba demasiado nerviosa para siquiera decirte de que trató.

Si cercanía era tal que me llegaba su aroma a las fosas nasales. Además de que tenía un dolor punzante en las orejas por los aretes que Ava me había colocado.

Pesaban más que mi cabeza.

Propuse el plan de salir a bailar, incapaz de pensar en una idea mejor para que la noche no terminará ya que esta era mi oportunidad para dar el siguiente paso.

No entre sus sábanas, o eso al comienzo al menos, pero si en nuestra relación. Solo era su vecina, la atolondrada le escuche decir una vez,  y quería ser más que eso.

Mi amor inocente. Eso era él para mí.

No vine a esta ciudad buscando un romance pero lo encontré. Y yo no era de las que se rendían tan fácil.

No obstante, él propuso llevarme antes a Italian Harlem. Paseando por las hermosas calles italianas del barrio de New York.  Hogareñas, ruidosas y un poco ostentosas, a comparación de otros barrios por supuesto.

La charla era natural, tal como siempre pasaba con él.  Y puedo asegurarte que ni siquiera sabía la hora que era, mucho menos me importaba.

Inesperadamente nos detuvimos y él me ofreció una de sus manos para subir al escalón.

—¿Es este? —pregunté, sonriendo cuando asintió.—Es hermoso.

—Eres demasiado amable.

El pequeño complejo tenía las ventanas cubiertas con tablas de madera dejando solo unos cuantos espacios para ver el interior, que como era de esperarse, apenas si se percibía con las luces apagadas. Sin embargo, la calidez de un futuro prometedor le brindaba resplandor.

—Si, necesita mucho trabajo pero se puede solucionar.

—Se cae a pedazos.

—Puedo ayudarte, en mi granja me encargaba de las reparaciones. Yo haré funcionar esto. Y pronto será el mejor restaurante de la ciudad.

—¿Y cuánto me cobrarás por eso?

—Tendrás que venderme tu alma.

Me ánimo a tomarle de la mano pero noto sus dedos tensarse, sé que hace un enorme esfuerzo para no rechazar mi cercanía. Mi cabeza se recarga en su hombro y por unos minutos, disfrutamos del silencio.

—¿Cuánto te falta para completar el pago?

—Mucho. —dice resigando—Pero... me estoy acercando.

—¿Eso fue un comentario  positivo?

Se ríe.

—Lo estoy intentando.

Le sujeto con más fuerza, genuinamente feliz por verle cumplir su sueño. Poco a poco lo está consiguiendo y vaya que le ha costado.

Un restaurante en el barrio italiano importante de la ciudad.

Esta entusiasmado, lo percibo, pero sé que es tan testarudo para admitirlo.

—Tendrás que hacerme un Cannoli cuando este abierto.

—Los que quieras.

—Y un acceso sin restricciones a la cocina.

—Pero eres un desastre cocinando.

—Por eso, así me enseñaras. —tomo su otra mano—Y cuando este lugar sea el mejor de Madison Avenue,  podrás...

—Si, podré volver a italia. 

Sueño Americano Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon