Capitulo único

1.2K 100 15
                                    

El mundo estelar era vasto y oscuro. Todo era negro antes del nacimiento de los planetas. Todo era monótono y la oscuridad lo rodeaba como un manto.

Antes era sofocante hasta que  existieron los planetas por el Big Bang del universo. Cada planeta se transformó y cada sol e luna fue orbitando con tranquilidad.

Al principio cada planeta se ocupó de su propio asunto, orbitando por el espacio y dando su melodía para que los demás lo escucharan. Para que los demás no se sintieran tan solos como ellos se sentían.

Cada uno con su propia melodía, cada uno con su propia sintonía. Dando su canción en el espacio para que los demás dieran sus canciones y todos cantarán en sincronía. Para que nadie estuviera solo.

The Iris sabía eso. Mirando a sus hermanos sabía que cada uno tenía su propia melodía, su propia sintonía que acompañaban en la soledad que sentían al no poder ver más planetas hasta millones años luz en el futuro.

The Iris era diferente a los demás. Era especial. Era único. Él podía ir y venir a cualquier lugar que quisiera más su melodía sonando como un crujido y risas cuando cantaba por aburrimiento.

Así que fue  orbitando a cualquier lugar buscando algo que hacer.

The Iris dejó en paz a sus hermanos y hermanas aburrido de escuchar su melodía una y otra vez. Aburrido de que nada fuera como él.

Así que viajó por el abismo oscuro con seguridad de vivir hacia algo más con la seguridad de que sus habitantes estarían bien. Después de todo, sus habitantes carnosos eran lo mejor y él debía ser el mejor.

Y los vio. Con su gran ojo.

Un sistema solar girando entre sí, dando cuentas como si estuvieran bailando. Era algo diferente a los bailes de su gente de carne. Era diferente al baile de sus demás hermanos.

Así que observo. Oculto entre los planetas escuchando las melodías frías y sin vida. Celosa y cansada de los planetas. Siempre sonaban cansadas y celosas. Otras daban su melodía cansada pero brindando con seguridad. ¿Seguridad de que? Ellos solo estaban mirando. No entendía por qué aquel gran planeta siempre cantaba en voz alta era como si estuviera protegiendo algo.

Escuchó la otra melodía, cansada pero agotada. Cada uno daba su propia melodía y de vez en cuando él daba la suya. Solo por aburrimiento.

Hasta que logró escuchar una melodía. Tan hermoso tan majestuoso. Estaba oculta por aquel planeta que cada vez trataba de cantar más y más.

Su órbita se achicó y se agrandó cuando quitó del cambio a ese molesto planeta gigante que estaba dando su melodía con seguridad y fuerza. ¿Por qué? ¿Ellos no tenían derecho a saber quién estaba cantando con tanto amor?

Y lo vio.

Suave y hermosa. Azul y verde. Celeste y café. Colores que ya había visto. Pero era diferente. Se sentía diferente. Queria  esos colores. Quería al planeta.

Un planeta dando un coro como si fuera solo uno. Cómo si lo estuviera invitando a cantar con ellos. El planeta más pequeño junto a aquel planeta orbitaba con suavidad mientras sus ruidos eran toscos pero relajados.

La luna.  Era diferente a sus lunas. No era de carne no era de piedra y carne.

La melodía paró por un segundo. Solo por un segundo para continuar. The Iris sintió que aquel planeta le estaba dando la bienvenida. Que había alguien aparte de ellos que habían albergado vida.

Aquel planeta lo estaba invitado.

Los colores blancos de la atmósfera de aquel planeta se movieron un poco dando un  remolino. El planeta se movía con lentitud, era como si estuviera cuidando algo.

Aquel planeta lo estaba viendo. The Iris lo sabía así que canto  su canción esperando que le respondiera.

El planeta lo hizo. Continúo con su canción. Sus melodías se juntaron. Era tosco. Pero a la vez hermoso.

The Iris rió y rió. Sin poder creerlo.
Ellos no estaban solos en esto, no era el único que podía albergar vida.

No estaba solo. Pero la envidia estaba en el.

No quería que nadie más viera y escuchará la canción de este planeta. Tierra. Lo escucho cantar. Su nombre era tierra. Se presentó mientras continuaba cantando.

Oh, tierra.
¿Porque no dejas que mis vivientes estén en ti?  Canto y rió. Pero la tierra se negó. Se negó.

Asi que Iris manipuló a su otro hermano. Una bolita azul y fría. Con celos y dolor por no ser como su hermano.

Lo atacó. Atacó y lastimó a su hermano tierra con aquella luz.

Y the Iris rió y rió.

Estaba tan feliz que al fin sus habitantes podrían estar en otro planeta con vida. Y estaba tan feliz que tierra al final comprendiera que no debía decirle que no.

Al final The Iris.

Tenía un  juguete al cual nunca se podría aburrir. Después de todo.

Si la tierra ya albergo vida ¿Quien dice que no puede hacerlo una vez más?

Todo se convirtió en un ciclo.

Matar las vidas de la tierra. Dejarlo en paz por un siglo. Ahí hay una nueva vida. Y jugar con ellos.

Un ciclo sin fin.

La canción de la tierra se volvió triste.

El deseo de Vida.Where stories live. Discover now