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10 Años

Rebecca despertó y frente a su cama estaba un hermoso vestido color azul cielo, era Justo el que le había dicho a su madre que quería usar en su fiesta de cumpleaños.

Su madre la estaba peinando para que pudiera bajar a la fiesta que le había preparado, su primogénita estaba de cumpleaños y eso no pasaría desapercibido.

—¿Te gusto tu vestido, corazón?
—Siento que me veo como una princesa mami.
—Es que tú eres una princesa. Algunos invitados ya llegaron y están esperando a que bajes.
—¿Está Lucy?– Su madre hizo una mueca.
—Sabes que a tu padre no le gusta verte jugar con ella.
— Pero es mi mejor amiga.– Dijo Rebecca con un puchero en su cara.
—Lucy vendrá más tarde.– Susurro en su oído Daisy.

Rebeca aplaudió con sus manos y se puso de pie cuando vio por el espejo que su peinado estaba listo. Bajaron al enorme jardín el cual se encontraba decorado con muchos adornos de color azul, haciendo juego con el vestido de la niña. Muchas personas estaban ahí con copa en sus manos mientras que sus hijos estaban del otro lado realizando diferentes actividades para mantenerlos entretenidos; cuando Rebecca y su madre cruzaron la puerta un aplauso inundó sus oídos.

—¿Puedo ir a jugar ya?
—Si, corre.

Rebecca fue al área de los niños y comenzó a jugar con los demás mientras que Daisy, su madre, buscaba a su esposo Henry entre las demás personas, cuando lo vio con una guapa mujer camino hacia el.

—Veo que te estás divirtiendo, cariño.– Apretó su brazo ligeramente.
—Eh si, ella es mi nueva asistente, Marissa.
—Mucho gusto señora Brown.
—El gusto es mío, si nos disculpas tenemos que revisar algunas cosas de la comida.
—Si claro.

Ambos caminaron por el jardín mostrando sonrisas a los demás invitados y saludando a algunos hasta que llegaron a la cocina.

—Creí que había sido bastante clara contigo.
—Tranquilízate Daisy solo es una nueva empleada y si no lo notaste la mayoría está aquí porque así lo pediste tú.
—¿No queremos otro incidente, verdad?– Le pregunto Daisy tomando su entrepierna y apretando fuerte.
—No.

Daisy le sonrió para después darle un beso en los labios a Henry, amaba a su esposo y a su familia y solo quería protegerlos. Tomó la mano de su esposo y lo guió de regreso al patio.

—Tengo que hablar con Alexander.
—Creí que no vendría.– Dijo con fastidio Daisy.
—Desde que Rebecca tenía 3 años no la ha visto, quiere ver como ha estado.
—¿Viene con su familia?
—No lo se, solo me envió un mensaje diciendo que ya esta aquí.

Daisy le arreglo la corbata a Henry y le dio otro pequeño beso en los labios cuado un hombre se acercó con una gran sonrisa.

—Que gran fiesta Henry, se nota que la empresa está en su mejor momento.
—Alexander, ¿Que tal?– Ambos hombres estrecharon sus manos y Daisy besó la mejilla de Alexander.
—Daisy fan hermosa como siempre.
—Un gusto verte Alexander, ¿Vienes solo?
—Así es, Alice tiene una cena de caridad y a los chicos no les gusta viajar conmigo solos, al parecer les aburro bastante. ¿Y Rebecca?

Henry señaló con su dedo a la pequeña de vestido azul quien estaba haciendo burbujas mientras su hermana menor Gracie brincaba y las explotaba con sus manos.

—Es preciosa pero bueno eso se sabía desde que nació.
—Tiene las mejores calificaciones de su clase y obviamente está aprendiendo idiomas.
—No esperaba menos de ustedes.

Los adultos siguientes conversando mientras que en el area de niños Rebecca estaba teniendo sus propios problemas.

—¿Por qué tu vestido es azul? Ese es un color de niños.
—Porque me gusta el azul, Margaret.
—Entonces eres un niño, un niño como feo como Spencer.– La niña apuntó a un niño delgado de lentes.
—Prefiero ser un niño que una tonta como tu.– Rebecca empujó a Margaret y la niña comenzó a llorar.

Los padres de Rebecca y Alexander vieron toda la escena, mientras que Daisy y Henry estaban avergonzados; Alexander soltó una gran carcajada.

—Se ve que tendrá su carácter.– Agregó el hombre entre risas.

Los padres de Margaret y de Rebecca fueron hacia los niños para arreglar el asunto de la forma más discreta, para evitar un escándalo.
La fiesta terminó y el personal comenzó a limpiar todo el jardín, las niñas y sus pares estaban en la casa y un pequeño pastel de color azul con velas también de color azul estaba en la mesa.

—Feliz cumpleaños mi corazón, espero que te hay gustado tu fiesta.
—Me gusto mucho papi.
—Pide un deseo antes de soplar las velas.

Rebecca cerró sus ojos y pidió tener un caballo de color azul y después lo abrió pero aún no soplaba las velas.

—Falta Lucy, mami me dijo que ella vendría.

Justo en ese momento Daisy entró con una señora y una niña la cual corrió y abrazó a Rebecca.

—Viniste Lucy y Lydia también.
—La señora Daisy envió a un hombre a nuestra casa y nos trajo.

Lydia era una mujer que había trabajado en esa casa desde que Henry y Daisy se había casado, cuando la señora se embarazó la hija de Lydia había dado a luz a la pequeña Lucy pero la hija de Lydia al año decidió abandonarlas para irse con un hombre, ante esto la señora Daisy decidió ayudar a Lydia permitiéndole que Lucy viviera en la casa junto a Lydia. Con el tiempo ambas niñas se hicieron muy amigas pero hacía meses que Lydia se había mudado a otra ciudad.

Ahora que estaban todas las personas importantes para Rebecca; la niña soplo las velas mientras los demás aplaudían y gritaban su nombre.

Falling Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon