xɪɪ. ᴛᴏʀᴍᴇɴᴛᴀ

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Capítulo editado

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28 de enero del 2006

Dos semanas habían pasado desde su viaje a San Diego. Muchas emociones habían salido a la luz, y durante ese tiempo de reflexión, los mellizos tomaron la decisión de mudarse a una nueva casa. Necesitaban más espacio, ya que habían crecido en casas pequeñas, limitando a muy poca privacidad y movilidad. Además, deseaban un hogar donde el pequeño cachorro pudiera correr sin restricciones.

Así que buscaron la casa "perfecta", eligiendo diversos vecindarios para una mayor comodidad y que no sobrepasara el presupuesto legal que tenían que tener como agentes del FBI. Porque si resultara ser una propiedad costosa, atraerían la atención de la policía y esta vez podrían darse cuenta que aún tienen el dinero robado.

Sin embargo, ninguna de las casas que visitaron lograba adaptarse a sus necesidades. Hasta que finalmente, llegaron a una cuadra tranquila casi a los limites de Quántico. Donde los árboles abundaban, creando una sensación pacífica y natural.


—La casa cuenta con cuatro habitaciones y tres baños completos . . . una sala de estar con un estilo abierto, además de que es espaciosa y llena de luz gracias a esas grandes ventanas.—dijo el Sr. Milton con entusiasmo mientras seguía recorriendo la casa junto con los presentes.—Creo que es una buena elección para unos recién casados como ustedes.

—Somos hermanos.—Eduardo contesto fríamente escuchando a Lexie reír de la situación, no era la primera vez que los confundían. Así que la jaló hacía una esquina para hablar con ella.—¿Quieres comportarte?

—No hice nada malo.—respondió Alexandra confundida por la molestia de su hermano antes de que la abrazara como una disculpa.

—Olvídalo . . . lo siento, solo estoy cansado.—contesto Eddie antes de alejarse de ella, dejándola totalmente confundida ante su cambio de humor.


La castaña camino detrás de los hombres en silencio, sin saber que decir o sentir y antes tocar el tema. El agente inmobiliario abrió una puerta doble para mostrar el gran patio, tan pronto como salieron al espacio abierto, Nova se emocionó y luchó por bajar de los brazos de su dueña. Una vez en el suelo, comenzó a olfatear y explorar el área.


—Creo que este patio es perfecto para él.—dijo Alexandra mientras observaba a su cachorro disfrutar del aire libre.

—Supongo . . . tal vez así deje de estar ladrando en las mañanas.—intervino Eduardo recordando como tenía que luchar con el perro para que dejara de morder sus cosas.

—Es un perro, es lógico que ladre cuando algo lo emociona o lo asusta . . . ¿Acaso quieres que maúlle?—pregunto Lexie con un tono sarcástico, sintiendo una pequeña molestia ante los comentarios de su hermano.

WHISPERS IN THE DARK | Spencer ReidWhere stories live. Discover now