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El accidente durante la clasificación puso varias cosas en perspectiva para Alyssa, con la mayor de ellas siendo que le había tomado demasiado cariño a Lando. Estaba claro que ellos eran amigos muy cercanos desde hacía un par de meses ya, considerando que se habían vuelto parte del día a día del otro, pero con lo que había pasado el sábado, la argentina había notado que quizás lo quería y le importaba muchísimo más de lo que se permitía admitir.

Todo el resto del día se mantuvo junto a él, pegada como un chicle, como si en el momento en el que se separaran, volviera a ocurrir algo malo. Incluso cuando volvieron al hotel, ella lo miraba de reojo cada dos por tres, atenta a sus movimientos.

—Estoy bien, Aly, no voy a romperme cuando mires para otro lado —le dijo el chico en voz baja, mientras caminaban por los pasillos.

Lola iba unos metros adelante, tarareando y completamente metida en su mundo. Luego de asegurarse que la rubia estuviera bien, había sido como si ella hubiera entrado en un estado de felicidad y ensimismamiento.

—Yo no...

—Siento tus ojos sobre mí —admitió, pero al ver que ella no respondía, la tomó de la muñeca con delicadeza, para que dejara de caminar—. Te juro que estoy bien, no tienes que preocuparte. Hasta me dijeron que mañana puedo correr —mostró una sonrisa que buscaba ser reconfortante.

La chica hizo una mueca.

—Ya sé que estás bien, pero no quita que me preocupe —suspiró—. Perdón, sé que es lo que te gusta hacer y que no necesitás que yo esté así, ya se me va a pasar.

—No me pidas perdón —el chico negó con la cabeza—. Entiendo que te preocupes y te lo agradezco, pero te repito que estoy bien, y que va a estar todo bien, ¿si?

Ella asintió, y lo próximo que supo fue que Lando la estaba abrazando levemente, mientras le acariciaba la espalda con su mano.

—Sí, va a estar todo bien —cedió, devolviéndole apenas el abrazo. ¿Lando podría sentir los latidos rápidos de su corazón mientras la rodeaba?

Esperaba que no.

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Si el sábado había parecido que el cielo se había partido al medio, el domingo no se había reparado, porque la lluvia seguía cayendo con una intensidad increíble.

En un principio, Alyssa se encontraba aún más tensa que el día anterior, por más de un motivo, si es que aquello era posible, pero había logrado mantenerse serena al menos hasta que comenzara la carrera. Sin embargo, notó como el aire dejaba sus pulmones en un suspiro de alivio cuando media hora después del arranque programado y de haber hecho dos vueltas de formación detrás del auto de seguridad, los pilotos volvían a los pits, por órdenes de la FIA.

Lando y Daniel bajaron de sus monoplazas para acercarse a charlar con sus ingenieros y recibir un poco más de información sobre el posible desarrollo del día, en lo que Alyssa y Lola se enfocaban en la gente a su alrededor, charlando de cosas sin sentido, como si quisieran llenar el espacio y el tiempo con palabras.

En otro momento seguramente la atención de Alyssa estaría un ciento por ciento enfocada en su mejor amiga, sin perder una sola palabra de lo que ella le estaba diciendo, pero en aquél preciso instante se le perdían un par de frases en lo que enfocaba su mirada disimuladamente en las pantallas detrás de Lola. Las mismas estaban mostrando a cada uno de los pilotos en sus respectivos garages.

Habían pasado unos tantos minutos desde que se había suspendido la carrera, pero todos seguían con la mente en ella, yendo y viniendo de charlas con sus equipos. El único que parecía más relajado, como si supiera exactamente qué debía hacer (que seguramente así era) era Sebastian Vettel.

CHANGE MY MIND | Lando NorrisWhere stories live. Discover now