3.

188 32 18
                                    


– Fushiguro... él... me ha hablado de ti.

Los grandes ojos marrones continúan apagados, mirando hacia un punto fijo en el piso de cerámica de la clínica, y aunque ha tratado de distraerlo para despejar su mente de todo lo que está por venir, Yuuji no ha respondido a sus intentos. – ¿Qué fue lo que le dijo?

– Siempre hablaba de lo enamorado que estaba de ti.

Finalmente termina consiguiendo su cometido, y las pestañas marrones, suben y le permiten apreciar la rojez en su mirada, y en cómo parece que está a punto de caer dormido, por la hinchazón de sus ojos. Su nariz se arruga por un instante, sorbiendo y enrojeciéndose casi del mismo tono que el de sus mejillas. – No... no sabía qué hacía eso.

– Puede parecer un tipo huraño, pero tiene su lado sentimental... – Sus propios labios forman una sonrisa al ver la del contrario, y su corazón se calienta. – Supongo que tú hiciste eso posible.

Pero tan rápido como se formó, se desvaneció, siendo reemplazada por unos lastimados labios temblorosos; y sus ojos, cansados de tanto llorar, vuelven a hacerlo. – No puedo... si él... si-

– Él va a despertar, Yuuji. Megumi es fuerte y, además, sabe que lo necesitas.

– Hace sólo unos días estaba conmigo, feliz, viéndome y hablándome... no lo entiendo.

– Lo sé.

– ¿Por qué? ¿Por qué así? – Las manos pequeñas, en comparación a las suyas, no han dejado el temblor, terminando ahora, por empeorarlo, y sus pies las acompañan, con pequeños golpes contra el suelo.

– Escucha. – Sin pensarlo demasiado, deja que su palma repose contra la rodilla contraria. – No estarás solo.


Ni siquiera él mismo sabe de dónde han venido aquellas palabras.

Jamás las ha dicho, y jamás se imaginó diciéndolas, pero en este momento, todo se siente distinto. Tampoco termina de asimilar muy bien qué es lo que ha pasado con su amigo, pero ver el dolor y la angustia reflejadas en el rostro de su novio, es suficiente para entender que es real, y que, aunque no lo parezca, le está sucediendo a él.

Fushiguro es alguien que está en sus veintes, con una larga vida por delante, y, sobre todo, con alguien a su lado con quien compartirla. De buen corazón, con buen carácter, preocupado por su familia y en general, un buen ser humano, ¿por qué tenía que ser él?


No puede evitar compararse y maldecirse de algún modo.

Satoru no es bueno, o por lo menos, no se considera a sí mismo de esa forma. Mujeriego, nacido en cuna de oro, experto en despilfarrar dinero, y con un futuro bastante incierto. ¿Qué razón hay para que él si tenga la posibilidad y su amigo no?


– Gojo-san.

Su mente deja de divagar y condenarlo, para prestarle atención al chico que parece haberlo estaba observando por bastante rato. – ¿Eh? ¿Qué sucede?

– Sólo quería agradecerle. – Con la manga de su polera, limpia las lágrimas secas en sus mejillas y continúa. – Sé que es amigo de Megumi, pero nosotros apenas y nos conocemos, y es sólo que... creo que, sin su presencia, no habría podido mantenerme lúcido. Gracias por estar aquí, y a mi lado.


-


– Yuuji, el doctor dijo que podías pasar la noche aquí por hoy, pero que desde mañana sería conveniente que sea en otro lugar. – Las palabras salen de sus labios con vergüenza, y es en parte, por la cara de cachorro triste que no ha dejado de mostrar el joven. – Si deseas, puedo ayudarte a buscar un lugar.

RecuérdameNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ