Ghost Trap 1A 2: Hilos del destino

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Moira: Los pequeños encuentros insignificantes que vivimos día a día, son los que crean el camino que recorreremos en nuestra vida. Si buscáis una explicación más clara, estos bien podrían parecerse a hilos. Hilos invisibles que se van enredando entre ellos, como una gigantesca telaraña. Dicha red, abarcaría toda la existencia. Nada escaparía a su control. Animales, lugares, objetos sin relevancia. Todos estarían enredados entre ellos. Pero estos no iban a ser los únicos. El principal alimento de estos extraños hilos... sois vosotros, humanos.

Moira: ¿No os ha pasado alguna vez que una decisión, casualidad o encuentro fortuito que tenéis... acaba por poneros en un lugar o una situación en específico? Por ejemplo: Decidís que hoy vais a ir al trabajo caminando en vez de coger el coche como todos los días, así podéis tomar un poco de aire fresco. Durante ese camino, bien podríais encontrar a vuestro futuro amor, o algo que llevéis mucho tiempo buscando. Como un libro o unos zapatos de oferta. Esas decisiones que tomáis, tiran de los hilos invisibles que a su vez, tiran de otros hilos, uniéndoos y enredándoos sin que vosotros lo sepáis, a las vidas de otras personas.

Moira: Para Kaidan, estos hilos del destino ya habían comenzado a actuar, enredándose inevitablemente en la persona que más cerca estaba de él. Y esta, no podía ser otra más que una chica de pelo rosado con un lejano, pero hermoso acento francés llamada: Caren Dulie

Caren: Aun no me explico cómo lo has conseguido, Kaidan. ¡Es de locos!

Kaidan: Pues la ibas liando, monada. Ya te comenté que solo tenías que disparar una vez. Pero en fin. Querías tu prueba y aquí la tienes. He robado un coche sin problemas y por suerte, su dueño no era más que un imbécil. Si no lo fuera, otro gallo hubiera cantado.

Moira: Aquel imbécil al que se refería Kaidan, tan solo era un hombre de avanzada edad que tuvo la desdicha de encontrarse con él. Muerto de miedo, se había dejado las llaves puestas en el contacto del coche, pero al menos pudo escapar con vida y con la bolsa de papel que llevaba Kaidan.

Kaidan: ¡Venga!¡Sube! Tenemos que irnos antes de que se de cuenta de que le hemos timado.

Caren: ¡Vale! ¡Vale! ¡Ya subo!

Moira: Resoplando, Caren entró en el coche con cuidado, por si aún quedaban cristales de la ventanilla en el asiento del copiloto, pero estos estaban todos justo en la acera. Una vez que Kaidan comprobó como su compañera se puso el cinturón de seguridad, arrancó el coche, desapareciendo de allí.

Caren: Por cierto, que quede claro. Ese hombre no me parecía para nada un imbécil. Cualquier persona se lo haría encima si comienzan a dispararle a un desconocido a su lado.

Moira: Kaidan se pasó una mano por el cabello, intentando no desesperarse por el comentario de Caren.

Kaidan: ¿En serio voy a tener que volver a explicarte el plan para que lo pilles al fin? A ver, preciosa. La película era esta. Yo hacía como que te robaba el medio millón de dólares y tu venías a recuperarlo para luego asesinarme. Y así es como acababa todo. Que la víctima de la estafa lo viera todo y saliera huyendo, dejándonos el coche para nosotros.

Caren: Ya se cual era el plan. No soy idiota. No como otros que van usando su dinero como gancho y al final lo pierden. Me esperaba algo mas de ti, élite de los estafadores.

Kaidan: ¿Que se llevó mi dinero? ¡Ja, ja, ja! Por favor.

Moira: El chico intentó que la risa no lo dominara o en cualquier descuido estrellaría el coche contra una farola. Cuando se calmó, miró por un segundo a Caren con una sonrisa de pura confianza.

Kaidan: Cuando ese pobre desgraciado abra la bolsa, solo se encontrara billetes falsos y un montón de bloques de porexpan. No soy tan idiota para usar mi propio dinero recién robado.

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