Persecución

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Sus patas apenas rozan el suelo mientras corre, dándole la sensación de volar. Sin embargo, la pequeña loba no puede detenerse para sentir la libertad de cada uno de sus pasos. No cuando tiene a todos aquellos hombres persiguiéndola.

El bosque es espeso y húmedo lo cual es una bendición a la vez que una horrible desventaja para su huida. 

Espera que sea más complicado rastrearla y pronto podrá perder a sus captores, pero, por otro lado, la vegetación es tan espesa que apenas ve por dónde camina y las ramas y hojas causan arañazos y heridas en su pelaje.

El sudor y el vaho que expulsa su hocico hace de su fino pelo algo pegajoso e incómodo, pero no tiene tiempo para pensar en eso ahora.

La adrenalina del momento no le deja sentirlo, al igual que no siente el agudo pinchazo en su hombro izquierdo, la pata de la que cojea casi a cada paso. La herida causada por aquella pistola es grabe y va dejando un reguero de gotas de sangre color carmín, pero no debe detenerse mientras le queden fuerzas.

No muy lejos de allí la alarma de aquel edificio de blancas paredes resuena dañando los agudos oídos de la loba, constante y aguda. La están buscando a ella y no han tardado en darse cuenta de su ausencia, está claro.

Escucha las inconfundibles pisadas de aquellos hombres y sus respiraciones profundas a pesar de la distancia. Es capaz de identificar lo metálico de sus armas y pesadas corazas que chirrían con prisa a cada movimiento.

- ¡La muestra 003 se ha escapado! Dividíos.- Oye decir a una mujer, si sus cálculos no fallan, a poco más de trescientos metros de su posición.

- ¡Se ha ido por allí!

Reconoce la voz de aquel hombre y de sólo recordarlo un escalofrío recorre su columna. El miedo es el que le impulsa a correr más rápido, solo un poco más.

El corazón de la cachorra se acelera, al igual que su carrera. Con uno de sus coches podrían alcanzarla en pocos minutos, por lo que se adentra más en la maleza de aquel bosque buscando su protección sin saber en realidad a donde se dirige.

¿Pero cómo saberlo? Es la primera vez que se encuentra fuera de aquella pesadilla, y comprende que si la encuentra será la última también. La matarán, o peor, la devolverán al infierno en el que lleva tantos años atrapada.

No sabe cuánto tiempo ha pasado, pero la pérdida de sangre y el cansancio le pasan factura. Sus pasos se ralentizan poco a poco hasta que termina frenando cerca de una pedregosa montaña.

No oye desde aquí aquella alarma, lo que quiere decir que está muy lejos ya de la base. Los sonidos de los guardias han desaparecido por completo y solo quedan los de los pequeños animales y hojas movidas por el viento. 

Las piedras de aquella montaña le parecen un buen refugio, o por lo menos el más cercano, y se deja caer sobre ellas como un peso muerto, agotada.

La loba se enrosca sobre si misma manchando su pelaje con la tierra húmeda y sólo entonces se permite sentir el dolor de su grave herida. Pero al mismo tiempo, siente por fin el sabor de la tan esperada libertad. O eso cree... Sabe a sangre.

El animal se lame las heridas rezando por que hayan sanado antes del amanecer. Deberá reanudar la marcha si no quiere que la localicen de nuevo. Pero eso ahora mismo no importa.

No tarda mucho en caer en la inconsciencia. Una dulce y reconfortante después de tanta lucha.

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- ¿Un intruso?- El hombre suena preocupado.

No muy lejos de él un soldado asiente. Su armadura de color plata brilla en aquel bosque como si tuviese luz propia, a pesar de que ya es de noche y que solo la luna lo ilumina.

- Los guardias han detectado su olor no lejos de la frontera. ¿Deberíamos eliminarlo?

Justo hoy. Cuando el Alpha le había pedido hacerse cargo de la ronda de seguridad nocturna. Debía ser pura rutina. Sencillo, ¿no? Sin embargo, ahora se topa con este problema con el que no quería lidiar. Tomar decisiones importantes.

Sabe lo molesto que se pondría el Alpha si le estorba para cosas como estas cuando le ha pedido explícitamente que no le interrumpa en toda la noche, preparando en su despacho la próxima gran reunión.

A veces ser el Beta de MoonWild le agota.

MoonWild, la manada más peligrosa del continente. A pesar de no ser la más grande, tiene los guerreros más preparados y las normas más estrictas sobre los forasteros.

Poca gente cruza la frontera de sus tierras sin permiso y quien lo hace no suele tener buenas intenciones. Picaros que quieren atentar contra las manadas a las que alguna vez pertenecieron, chupasangres sedientos de sangre con tontas misiones suicidas...

Su Alpha no dudaría ni un momento en hacerse cargo de él. "Una amenaza es una amenaza." Diría. "No pondré nunca en riesgo la seguridad de los míos." Casi podía escuchar esa severa voz en su mente.

Un suspiro de derrota se escapa de los labios del individuo. El vaho cálido comparado con el frío clima deja aquella nube de condensación a su paso.

- Tienes razón.- Decreta al final, contestando a sus propios pensamientos.- Llévame hasta él.

Detrás del Beta, un escuadrón de media docena de hombres en los que antes no habrías recaído, por su extremo silencio y discreción, siguen sus pasos dispuestos a defender sus territorios contra cualquier amenaza.

Aunque la amenaza resulte ser tan solo una pequeña loba herida que ya no sabe a donde más ir.

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HOLA!

Bienvenidos de regreso a mi nueva novela de hombres lobos, después de unas vacaciones :)

Prometo muchas  emociones, misterio y calentura.

¿Qué esperas de ella? Yo espero cumplir todas vuestras expectativas y mucho más.

Trataré de hacer los capítulos más largos y, por supuesto, subir capítulo casi todos los días si veo que os gusta ;)

Muchas gracias por el apoyo <3 

Siempre me hace mucha ilusión vuestros mensajes y comentarios.

Si, AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora