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¿Qué más sabía de aquella familia?

¡Tenían un perro! ¡Y yo amaba a los perros! 

Recordaba totalmente a la perfección, mis primeros días en tierras ajenas, tras la partida de mi madre a Jenfayr, mi primer día de escuela en Phrytraim había sido una locura...

— ¡Segundo! — saludó Alexander al pequeño perro que nos recibía en nuestro camino al comedor.

— Siempre me pregunté porque lo llamaron así...

— Su nombre de hecho es Dragón.

— ¡¿Dragón?!— me reí —eso está peor.

— Es Dragón II, antes de él estuvo Dragón I, mi madre le puso así, pero falleció hace un par de años. — murmuró con pena.

— Lo lamento. — él sólo asintió.

Entramos al gran comedor dónde nos encontramos a los dueños de casa, en esos días me perdía constantemente en aquel gran palacio, pero era de alguna forma un hogar tan cálido como en el pasado el mío había sido.

— Rey Nikolai, reina Adalet, soberanos de Phrytraim; buenos días. —saludé formalmente.

— Sabes bien que no es necesario que nos llames así, no es un Congreso o Consejo de guerra. — respondió la madre de mi amigo.

— Mi madre me enseño que esa era la manera correcta de saludar aún no me acostumbro.

— No te preocupes, tomen asiento.

— Mamá, papá. — saludó mi acompañante que aún se hallaba castigado por la escapada a las montañas.

— ¿Emocionados por el nuevo año? —preguntó la reina.

— Mamá... no me parece que...

— ¿Qué no te parece Alex? — intervino el rey incitándolo a hablar.

— No me parece justo que Victoria y Nath sigan de campamento y falten al colegio.

— Te recuerdo que es un campamento de matemática al que no quisiste ir, obviamente tienen permiso.

— Sí, pero... no quiero ir a la escuela, va a estar lleno de puros bobos agrandados que van a querer acercarse sólo para conocer el palacio.

— Debes tratar de ser más amable...

— ¡¿Y ser hipócrita?!, nadie se merece ese esfuerzo. —refutó mientras comía sus panqueques bañados en dulce de leche.

— Vas a tener a Lessie.— intentó persuadirlo su padre.

— Ella es el único motivo por el que no he hecho huelga de hambre para salvarme.

—Es idéntico a ti. — declaró la mujer de amable mirada.

—¿A mí? — preguntó ofendido el mayor de los Maximus.

—¿No fuiste tú quién casi hace estallar la escuela de Chressyan sólo para faltar?

— Yo lo hice por un motivo justo y memorable, todos me lo agradecieron.

— Hasta dónde sé, saltarse un examen no es justificación suficiente. — lo miró ella con adoración en sus ojos.

— Pasó el día luego de la fiesta que hizo Mer, ya sabes, la que me causó un montón de problemas; ninguno de nosotros había estudiado...

— Seguramente mi madre te quiso matar. — comentó con una sonrisa de lado.

— No lo hizo porque armé un plan que me dejaba como la víctima más inocente frente a los ojos de todos.

—Sí en el futuro alguno de nuestros hijos hace algo parecido, ya sabré a quien salió.

Olvida las promesas- Una historia de Promesas sin finWhere stories live. Discover now