Althea, despierta una mañana en un mundo desconocido, frente a Hannibal Lecter, el asesino caníbal al que admira. Pero hay un giro sorprendente: ahora es una niña y tiene amnesia. Mientras intenta comprender su situación, descubre que su presencia e...
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Abrí los ojos en medio de un torbellino de sensaciones discordantes. El entorno me envolvía con un murmullo constante, un eco distante de voces que se entrelazaban como hilos en una maraña ininteligible. El tintineo constante de maquinaria médica llenaba el aire a mi alrededor, como si estuviera atrapada en un sueño de luces y sonidos en constante movimiento. Mi mente luchaba por romper las cadenas del letargo, atrapando a duras penas fragmentos de conversaciones y palabras que flotaban en el viento, esquivando mi alcance.
La nebulosa de confusión comenzó a disiparse gradualmente, como un velo que se levantaba poco a poco para revelar lo que se encontraba detrás. Las piezas se conectaban lentamente, formando un panorama más claro. Recordé la sensación de haberme sumido en un sueño tranquilo, en un mundo donde todo estaba en su lugar, en perfecto equilibrio. Pero ahora, en mi despertar, el entorno parecía haberse transformado en una extraña aproximación de sensaciones contradictorias.
Los zumbidos de las voces de personas cobraron forma y significado. Sus palabras resonaron como ecos distantes que poco a poco se convertían en palabras claras. "Estamos haciendo todo lo posible para salvarla", susurró alguien con una urgencia evidente en su voz. Mis latidos se aceleraron ante esas palabras, y una punzada de ansiedad se apoderó de mi pecho. ¿Salvarme? ¿De qué? El misterio de mi situación se cernía sobre mí como una sombra amenazante, una intriga enrevesada que debía descifrar.
A pesar del velo de confusión, volví a cerrar los ojos con un rastro de calma que comenzó a extenderse. Para crear una imagen más completa, empecé a juntar recuerdos y sensaciones dispersas. La oscuridad de mi inconsciencia dio paso lentamente a la naciente claridad de la realidad a medida que mi conciencia se elevaba suavemente desde las profundidades. Y así volví a escudriñar la habitación, tratando de encontrar algo que me diera una pista sobre la situación. La maquinaria médica a mi alrededor emitía zumbidos y pitidos incesantes, como si se burlara de mi desconcierto. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué estaba aquí?
Intenté moverme, pero un dolor agudo recorrió mi cuerpo, recordando que algo estaba mal. Mi cabeza latía, y cuerpo parecía protestar ante cualquier movimiento. La desesperación creció mientras luchaba por comprender la condición. ¿Cómo había llegado a este estado? ¿Qué había sucedido para dejarme tan vulnerable y herida?
Finalmente, logré incorporarme con cuidado, los músculos protestando en cada movimiento. Miré hacia abajo y mi corazón se hundió. Los brazos estaban cubiertos de moretones y raspones fuera de la zona vendada, como si hubiera luchado una batalla que no podía recordar al igual que las piernas las cuales mostraban marcas de contusiones y heridas.
