6 { ¿Celos? } ♡

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Izan Harrison.

Una semana para decirle que volveríamos.

Durante este corto tiempo que paso solo vi una vez a Dalia, estaba en la cafetería, no se quedó a tomar su café ahí, Demean dijo que fue porque iba a dejar no sé que, en no sé donde y estaba apurada. 

He pasado todos estos días con Olaya, era guapa, tenía que reconocerlo, pero… ya no sentía lo mismo que hace un año por ella.

—Por supuesto que ya no la quieres Izan— Demean era mi único consejero aparte de algunos del equipo con los cuales formé una enorme amistad.

—Sí, vamos a darnos una oportunidad— lo afirme más para mi mismo que para Demean.

—Te conozco y sé que lo estás haciendo para no estar solo— finalizó.

Dem salió por la puerta de mi pieza y se fue.

—¿Pasó algo?—  entró Olaya luego de unos minutos.

Traía un plato con un poco de frutas.

—No— mentí.

—Iba muy enojado, azotó la puerta— se sentó en la cama, a mi lado.

—Traje fresas, con papaya y uva— estiro el plato hacia mí.

—No, gracias— sonreí forzado.

—¿Qué pasa?— hablo confundida.

—Nada, iré por los plátanos— y apenas pude colocarme en la silla.

—¡Es cierto! Me pediste plátanos y no los traje.

Le sonreí y bajé en el elevador que hace un año Demean decidió colocar porque no aceptaba su ayuda para bajar en las escaleras y como yo solo, no podía hacerlo solo pues no bajaba.

Al llegar a la cocina busqué la comida que siempre deja mi hermano —sabe cocinar, es mi chef— aunque últimamente hay un sazón diferente en su comida.

Al no encontrar comida tomé dos plátanos y un bote de agua. El ascensor estaba abriéndose cuando el timbre sonó.

Me dirigí hasta la puerta y la abrí, dejando ver unos cabellos alborotados, unas mejillas rojas, y unos ojos hermosos junto a una sonrisa demasiado genuina.

La miré serio.

—¿Qué se te ofrece?— hablé sin ninguna emoción en mi voz, aunque por dentro estaba muriendo de felicidad. Esto hizo que Dalia cambiara la expresión de su rostro. Pasar de estar feliz a un poco decepcionada.

—Yo…—intento seguir pero la interrumpí.

—Si buscas a mi hermano, dejame decirte que llegas tarde, se fue hace poco.

—No, yo vengo por otra cosa, es que él me pidió que…—se detuvo— Anda ve con tu novia, yo voy a hacer mis cosas.

De la nada pasó frente a mi con esa peculiar bolsa de lado y se dirigió al baño.

De mal humor tomé el teléfono de la casa y le marqué a Demean.

¿Por qué no me había dicho que vendría Dalia?.

—¿Qué?— respondió.

—¿Qué está haciendo ella aquí?— se quedó en silencio.

—Dejala pasar y tú, vete a tu habitación. Que no se te olvide que tienes alguien, de quien encargarte— colgó muy enfadado.

Cerré la puerta y fui al baño en el que se había metido.

—¿Qué pretendes?— ataque.

Estar cerca de ella me pone de mal humor, porque no puedo controlar estos sentimientos absurdos que tengo porque ella, una chica que apenas y conozco.

ℱ𝓊ℯ𝓇𝒶 𝒟ℯ ℒ𝓊ℊ𝒶𝓇Where stories live. Discover now