7; Confesar todo lo que siente por Minho.

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Jisung estiró su cuerpo, quejándose del sol y por qué este daba a su cara, dándose cuenta que por segunda vez, Minho había despertado primero y fue él quien corrió la cortina.

Trató de abrazarlo, ya que las veces en las que él se levantaba temprano, solo abría las cortinas y se volvía a acurrucar junto a Minho, pero este no estaba allí. No estaba en la cama, así que solo largó un suspiro, obligado a levantarse para ver que estaba haciendo, porque no le confiaba mucho la cocina, a pesar de que a veces hacia platillos exquisitos.

Totalmente dormido, salió de la habitación para introducirse en la sala, notando como su novio estaba colocando jugo de naranja en la mesa, mientras un bello ramo de flores, más bien, margaritas, estaba adornando la mesa. Abrió más sus ojos, notando como Minho se asustaba por su repentina presencia, pero no le prestó atención, porque fue corriendo hacia el ramo, pero el mayor lo detuvo antes.

—Alto ahí —le apartó las flores y se las escondió detrás de sí, ocasionando un pucherito en el rostro de Jisung—. Primero y que nada, buenos días, bebé, ¿dormiste bien?

—Buenos días, Min —estiro sus brazos, en señal de un abrazo.

No tardó en rodear el cuello del más alto, sintiendo como su novio le apretaba con fuerza, y luego de separarse, le dejó un suave beso en la mejilla, para entregarle el ramo de las flores que tanto amaba.

—Son preciosas —confesó con su sonrisa ensanchada, expresando una felicidad inmensa.

—Claro, como tú.

Jisung no lo miró, solo escondió su rostro detrás del ramo, ocultando su sonrojo y timidez, odiaba ponerse así por cada cosa que decía Minho, pero a la vez, le encantaba, demostraba que solo Lee lo podía poner de esa manera.

—Te amo —dijo, bajando las flores mientras el contacto visual se acentuaba poco a poco, y las chispas de nerviosidad aparecían en todo su cuerpo.

—Te amo, también —le sonrió. Se acercó un poco para pasar las manos por la cintura ajena, observando como Jisung colocaba el ramo sobre la mesa—. Desayunemos, luego iremos a pasear por la playa, podemos beber algo por ahí.

El castaño le sonrió y le dejó un beso en los labios, como si estuviese agradeciendo aquello.

Desde que se conocieron los paseos a la playa siempre fueron los mejores. Podían cenar en los restaurantes más famosos, y por ende, caros, pero ellos estaban allí, sentados sobre la arena, viendo como las olas del mar llenaban el silencio que se acentuaba, mientras el agua tocaba las puntas de sus pies, y las estrellas iluminaban mucho más que el cielo oscuro.

Ese era su lugar. Estaba más que claro que se mudaron a ese edificio por una sola cuestión, así las caminatas nocturnas por la playa eran mucho más placenteras, y el hecho de que podían salir cuando se les plazca, lo hacía aún más hermoso.

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La arena se colaba entre los dedos de sus pies, llegando a ser un poco molesto, pero ambos sabían que era lo feo de caminar por la playa. Todo lo otro era precioso, el ruido de las olas, que se complementaba con el viento cálido, el cual golpeaba contra sus cuerpos, haciendo que sus ropas flameen levemente y que su cabello, caiga intensamente sobre sus ojos, sin embargo, sus manos no se soltaban.

Eso lograba que todo fuese perfecto; solo ellos dos, sin importar el mundo.

Ambos se sentaron, lejos de las personas, donde podían estar acurrucados, sin ser interrumpidos por algún ruido. Lo hicieron cerca de la orilla, pero no tanto como para que el agua le tocase los pies.

━ 𝑅𝑒𝑚𝑒𝑚𝑏𝑒𝑟 𝑚𝑒 ✧ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora