Otra Madrugada

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El reloj marcó las 4:30 y casi instantáneamente, la música comenzó a sonar.


Era la madrugada del 4 de noviembre, año 2002. Aun no salía el sol.


Joel abrió los ojos y se levantó de la vieja cama en donde dormía. En su departamento, ubicado en un viejo edificio en los barrios bajos de Nueva York, ya se podían escuchar a algunos vecinos caminando apresuradamente por los pasillos y bajando las escaleras como si su vida dependiera de llegar temprano. Tal vez, en el fondo, esa suposición era correcta.


Joel dejó encendida la radio de su despertador. Le gustaba escuchar un poco de música mientras se preparaba un café y le ayudaba a sentirse algo más animado para la rutina diaria.

La canción que sonaba en ese momento era Six Days, de Dj Shadow. Joel lo supo apenas escuchó los primeros segundos, era una canción que le gustaba y disfrutaba bastante.


Se sentó en la barra que dividía la sala de la cocina y se dispuso a beber tranquilamente su taza de café, mientras observaba la ventana que tenía vista a la calle. A esa hora, no pasaban muchos autos ni personas y solamente el alumbrado público hacía acto de presencia, iluminando el pavimento.


Pasaron un par de minutos sin novedad alguna, hasta que la puerta de uno de los edificios de enfrente se abrió. De ahí salió una chica con cabello castaño hasta la altura de los hombros. Joel recordaba haberla visto varias veces ya. Siempre salía a la misma hora. Ese día llevaba un gorro morado muy adecuado para el frío que hacía a esas horas, y un bolso un tanto elegante, que combinaba con su uniforme de mesera, pues trabajaba en un restaurante a unas cuadras de distancia de ahí. Por la mente de Joel comenzaron a pasar varios platillos que había comido en aquel lugar, algunas empanadas y sopas que, si bien no eran una delicia, para lo que costaban no estaban tan mal. Casi podía oler la comida, y consideró pasar al restaurante más tarde.


Un repentino grito sacó a Joel de sus pensamientos. Pudo observar con atención cómo un sujeto vestido con una sudadera negra y pantalones azules de mezclilla, sujetaba a la chica por el cuello e intentaba quitarle la bolsa. Joel, aterrado, intentó llamar a la policía, pero al marcar se dio cuenta de que lo único que se escuchaba en la bocina era estática. El hombre comenzó a golpear a su víctima y seguía jalando la bolsa. Joel se dispuso a bajar e intentar intervenir en el acto de violencia y fue a su habitación para tomar una vieja navaja que había comprado un par de semanas antes, pero al volver a la sala y asomarse de nuevo a la ventana, pudo ver como la joven ya estaba en el suelo y su agresor le propinaba patada tras patada.


Joel estaba desesperado, y sin pensarlo dos veces, quitó el seguro de la ventana y sacó la cabeza para gritar con todas sus fuerzas, esperando que eso ayudara en algo. Gran error. El sujeto volteó a la ventana de Joel y corrió hasta la puerta de su edificio. Joel sujetó con fuerza la navaja y corrió a la puerta para asegurarse de que estuviera cerrada con llave. No tardó en escuchar los pasos fuertes y rápidos del agresor, acercándose cada vez más. Joel comenzó a sentir debilidad en las piernas, su corazón latía con fuerza y a pesar del frío, varias gotas de sudor recorrían su frente. Pasaron pocos segundos que a Joel le parecieron horas eternas, hasta que los pasos dejaron de escucharse y un tenso silenció inundó la habitación. Joel temblaba y no escuchar ningún ruido solo aumentaba su nerviosismo, hasta que comenzaron a golpear fuertemente a la puerta. Era el agresor, Joel lo sabía y estaba a punto de entrar al departamento, seguramente para silenciarlo de la peor manera posible sobre lo sucedido un rato antes. La fuerza de los golpes aumentaba y parecía como si la puerta fuera a ceder en cualquier instante. Joel no pudo más y comenzó a gritar horriblemente por ayuda, mientras en su mente se arrepentía de haber gritado. La puerta comenzó a romperse y el sujeto finalmente entró en la habitación. Joel solamente pudo ver su sombra y decidió cerrar fuertemente los ojos, esperando su horrible destino.


Y entonces, hubo silencio de nuevo. Pasaron minutos enteros en los que Joel se encontraba arrinconado detrás de la barra de la cocina, con los ojos cerrados y sosteniendo fuertemente la navaja, esperando sentir el primer golpe de su agresor...


Hasta que la música comenzó a sonar. El reloj marcaba las 4:30 y sonaba Six Days, de Dj Shadow.


Joel comenzó a tranquilizarse. Sus músculos dejaron de hacer tensión y de su mano cayó una jeringa de cristal que al impactar con el suelo, se rompió y dejó salir un líquido color marrón que se dispersó junto con los pedazos de vidrio de la jeringa. Una chica con cabello castaño hasta la altura de los hombros, gritó asustada al ver tal escena y nerviosa, tomó el teléfono para llamar a la policía.


Era la madrugada del 4 de noviembre, año 2002. Aun no salía el sol.


Joel ya no abrió los ojos.

Otra MadrugadaWhere stories live. Discover now