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El día tan anhelado por ambos llegó, para Edward sería especial porque lo haría con Winry, para Roy porque el rubio ya sería mayor de edad, y entonces sí podría intimar mejor con él. Todo era perfecto y él estaba de muy buen humor.

- Feliz cumpleaños mi amor – Roy ya lo llamaba así, era tanto el amor que sentía por el rubio que decidió ya no ocultarlo, tampoco atosigaba al menor, pero cada que podía le hacía saber que lo amaba bien y siempre procuraría lo mejor para él. Le entregó al menor una caja color negra – espero te guste tu regalo –

Edward la abrió e inmediatamente sus hermosos ojos brillaron - ¡No me lo creo! – Gritó emocionado - ¿Cómo lo conseguiste? –

- La mande hacer especialmente para ti – el azabache le regaló una cadena con un dije hermoso, era una cruz de Flamel, símbolo que la menor le gustaba demasiado.

- Gracias, es hermosa – el menor no pensó en ese momento, pero se acercó a su esposo y lo besó efusivamente en los labios, beso que subió de tono pues el mayor no lo dejó alejarse. Lo tomó de las piernas y lo sentó en la barra que tenían en la cocina comenzó a rozar su miembro con el del menor, haciéndolo suspirar agitadamente, con desesperación quitó el pantalón del menor y sin dudarlo envolvió su miembro con su boca, haciéndolo gemir de placer, ese día en especial el sexo oral que le hizo fue maravilloso. Al correrse ambos, le susurró que esa noche sería su gran noche y que él se encargaría de hacerlo sentir especial, Ed no dijo nada, sí sería su noche, pero no con el mayor, aunque sentía cierto cariño por él no podía dejar de culparlo al obligarlo a casarse con él, arruinar su juventud.

La fiesta era algo ruidosa, estaban los amigos de Edward, su padre y Roy, este último algo inquieto, no le agradaba la cercanía que tenían su esposo y su amiga. El azabache se encontraba platicando con el padre de Ed, poniéndose al corriente con los resultados de la inversión, era algo que no le interesaba mucho, solo lo aceptó al enterarse cuál era su recompensa, de otro modo hubiera ignorado la petición cómo era su costumbre.

- Creo que es hora de partir el pastel – dijo sin muchos ánimos el padre del rubio – iré a buscarlo –

- No te preocupes, yo iré – el pelinegro se levantó y salió al jardín donde se encontraban todos los amigos de su esposo, sorprendiéndose de saber que el más joven tenía demasiados. Sin resultado alguno se dispuso a buscarlo en la planta alta de la casa. Subió las escaleras y comenzó a caminar por el enorme pasillo que daba a las recamaras, la primera que pasó estaba cerrada con las luces apagadas, redujo la velocidad de sus pasos al escuchar voces y pequeños suspiros de placer, quería creer que se trataba de los amigos de Ed, los cuales ya estaban bastante pasados de copas. Al llegar a la habitación de donde provenían los ruidos, entre abrió la puerta encontrándose con la escena que ya se temía desde que salió a buscar al rubio, al no encontrarlo ni a él ni a su amiga, era obvio donde se encontrarían y que estarían haciendo.

- Winry – exclamó en rubio entre gemidos, la nombrada movía sus caderas y besaba con lujuria a Ed. Se quitó el sostén, incitando a su novio a que tocara sus pechos, movía con desesperación sus caderas gimiendo de placer, nombrando a Edward una y otra vez. Ambos se encontraban en ropa interior, ella desesperada por que su novio le hiciera el amor, había decidido a toda costa quedar embarazada.

- Edward te amo – le dijo la rubia, besando y pasando sus manos por el cuerpo de él – deja a tu esposo, sé que me amas a mí, no a él – aceleró los movimientos de sus caderas sacándole un gemido al menor.

En ese instante Roy cerró la puerta y se alejó de ahí, bajó a toda prisa las escaleras topándose con su suegro - ¿Encontraste a Edward? – preguntó el mayor, mirando detenidamente al azabache.

Una vez másWhere stories live. Discover now