Capitulo 21

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Luz meyer


Me siento feliz. Muy feliz. 

El tiempo que ha pasado ha sido completamente maravilloso. Camille es una excelente amiga, y jefa. Nos apoyamos mutuamente

Los primeros días luego de el "abandono" de Rick —que por cierto, fue la mejor cosa que pudo haber hecho— actué con cierta cautela, y precaución, una parte de mí no se creía del todo que me dejara libre así como así. Sin embargo al pasar los días, y al ver que no daba indicios de ser una mentira, me tranquilice y comencé a vivir mi vida sin ataduras. 

Usar la ropa que yo quería fue la primera cosa de mi lista, luego maquillaje, no en exceso obviamente, pero sí máscara de pestañas y labial. También trabajar, si, un oficio que me diera el dinero para independizarme y comprarme lo que me viniera en gana. 

El trabajo que Camille me ofreció como mesera, me ha dado la oportunidad de volver a socializar con personas, y me encanta. 

Me he dado cuenta, que también como yo, hay personas dañadas y heridas, y es ahí, cuando un trozo de pastel, junto a una buena plática, eleva el ánimo. 

Karen, una adolescente de 15 años, comúnmente pasa a la pastelería por un pedazo de pie de limón. Cierto día, a la distancia, vi como lágrimas caían por su mejilla, creyó que nadie la veía pero yo sí. Desde aquel momento intenté acercarme a ella, hasta que me gané su confianza y me contó su historia. Su madre murió hace menos de 3 meses, la justicia decidió que debía quedar al cuidado de su padre, y su nueva madrastra, quien la maltrata, y al progenitor no parece importarle. 

Me confesó que quiere terminar con su vida para volver a los brazos de su amada madre. 

Afortunadamente Camille y yo logramos persuadirla, y ahora es nuestra clienta consentida. Nos visita después del colegio y todos los fin de semana.

—Luz, ¿Aún no te das cuenta? —me pregunta Karen con una sonrisa ladina en su rostro. 

La colorina le da un suave codazo. 

Las miro extrañadas, realmente no entiendo nada. 

—¿Qué? ¿De que no me he dado cuenta? —cuestiono confundida.

La niña le da un vistazo a Camille, esta le niega con la cabeza.  

Si hay algo que me desespera, es no saber qué se traen entre manos. 

—Hablen claro por favor. 

Karen suelta una risilla entre dientes—. De él —indica con un ademán de cabeza detrás de mí a un sujeto que últimamente viene cada día, y honestamente no me da buena espina. 

—¿Qué pasa con él?

—¿No has visto cómo te mira?

Niego. 

—Desde la primera vez que lo atendiste, no ha dejado de venir una y otra vez. 

Arrugo el entrecejo. Lo que menos quiero en este momento, es tener que lidiar con un hombre. No, no y no. 

—No me he dado cuenta, y no me interesa —espeto a la defensiva. 

Camille no se sorprende, sabe muy bien lo que me pasó y lo que pienso con respecto a una nueva relación amorosa. 

Karen me mira apenada, no es su culpa. Si entendiera el porqué de mi reacción probablemente jamás volvería a mencionar algo como eso.

—Lo siento… yo… —menciona con la mirada en el suelo. 

Con mi mano en su mentón levanto su rostro —. Tranquila linda, no pasa nada. Pero tienes que saber que no estoy interesada en nada nada que tenga que ver con el amor. 

Te encontré en la oscuridad Where stories live. Discover now