Bailarina

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Yo era una bailarina que daba shows privados en un club secreto muy exclusivo de la ciudad. Esa noche, la gerente me avisó que llegó una nueva cliente, que revisó el catálogo y de todas la que más le gustó fui yo.

Eligió un show con baile de regazo. Me preparé, me puse un conjunto de lencería rojo, unos tacones y me dirigí a dónde estaba ella esperando.

Llegué al salón privado, la estancia estaba iluminada con luces de tonos rosa, contaba con un sofá muy cómodo y una pequeña tarima con un caño para las bailarinas.

Entré y la vi sentada, era una chica hermosa, de unos 26 o 27 años, llevaba puesto un vestido negro ajustado y corto, con medias de encaje y tacones. Se le marcaban los pezones debajo del vestido. Era simplemente una diosa.

La saludé y le pregunté si quería tomar algo. Ella me dijo que quería un whisky, se lo serví y le pasé. Su mirada me recorría de arriba a abajo con aprobación, y eso hizo que se me mojaran las bragas, algo raro en mi porque casi nunca prestaba tanta atención a las clientas, que, en su mayoría eran señoras de 40 años para arriba. Pero ella era distinta, tenía un aura tan sensual. Al parecer esa noche iba a disfrutar de mi trabajo.

Le dije que comenzaría cuando ella estuviera preparada y me contestó que estaba lista.

Comencé bailando en el caño, con un ritmo lento, disfrutando cada uno de mis movimientos. De vez en cuando la observaba y la veía apretando las piernas. "Bien, le está gustando" pensé.

Subía y bajaba por el tubo, de vez en cuando volteaba y me agachaba, dándole una perfecta vista de mi culo. Observé cómo abría sus piernas y con sus dedos se masajeaba por encima de las bragas sin dejar de mirarme. Decidí que era el momento de acercarme más y bajé de la tarima, me acerqué a ella bailando lento, movía mi cuerpo al ritmo de la música lenta, hasta que llevé mis manos a mi espalda y me desabroché el bra, llevé mis manos hasta mis pechos, tapándolos hasta que me saqué por completo el brasier, y se lo lancé. Levanté mis brazos, quedando así una vista perfecta de mis tetas, que se movían a medida que yo lo hacía.

Me acerqué más, me incliné sobre ella y puse ambas manos a los costados de su rostro y dejé que mis pechos quedaran a la altura de su rostro, subí mis piernas en el sofá, montando su regazo mientras ella seguía tocándose. Bailé con movimientos circulares encima de ella, rozando de vez en cuando mi sexo contra su pierna. Luego me di la vuelta, le abrí las piernas y me senté sobre ella. Apoyé mis manos en sus muslos y le bailé estando en esa posición. Sentí perfectamente cómo mi culo rozaba su sexo y dejó escapar un gemido. Tomé sus manos y las puse en mis tetas y comenzó a masajear y apretar entre sus dedos mis duros pezones. A este punto yo también estaba muy excitada, esta cliente me provocaba como ninguna otra lo había hecho.

Me levanté nuevamente y dejé que me sacara las bragas para volver a sentarme en su regazo, de espaldas a ella, sentí cómo sus manos recorrían mi torso desnudo, bajando hasta el centro de mi placer. Comenzó a acariciar mi clítoris con movimientos circulares, yo estaba tan mojada y no pude evitar comenzar a gemir, recosté mi cabeza sobre su hombro y comencé a moverme mientras ella me tocaba, rozando su sexo con mi culo, sus gemidos se volvían más fuertes y eso me excitaba cada vez más. Hasta que sentí cómo su cuerpo se tensó debajo del mío y se corrió violentamente, lo que provocó que yo también tuviera un orgasmo delicioso.

Nos recuperamos luego de unos minutos y le ofrecí otra bebida, que ella aceptó. Charlamos un rato más y luego me dijo:

- Creo que a partir de ahora me volveré cliente fiel de este lugar.

- Y yo estaré feliz de atenderte todas las veces - le contesté. Ella me dió una sonrisa, se levantó y se fue, dejándome en ese salón, pensando en lo peligroso que podía volverse este juego para las dos.

Relatos Lésbicos 18+Where stories live. Discover now