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El contacto visual nunca fue un problema para BeomGyu. Le gustaba mirar a los demás, descubrir qué había dentro de ellos, descifrar sus almas y luego, arrancárselas.

Domingo, diez de la noche.

La velada era encantadora, choques suaves de copas con vino adentro, tacones y zapatos lustrados caminando de aquí a allá, vestidos largos, camisas fajadas y corbatas bien amarradas. El olor a cigarro comenzaba a adueñarse del lugar y las risas debido al alcohol no se hicieron de esperar. Veía a algunos hombres esperando llamar la atención de las damas, inyectando de rojo sus ojos y luego llevándolas a otro lugar para pasar una noche divertida.

BeomGyu dio un trago a su copa y se burló de aquellos tipos. Nefastos, feos y carentes de gracia, compadecía de esas mujeres. Dejó su bebida a un mesero y se fue a sentar al gran sillón rojo que estaba en medio de la sala y le pertenecía a su padre, nadie yacía en él así que se sentó con confianza y se dedicó a disfrutar la velada con la música clásica de fondo y el delicioso olor a sangre que rondaba en el aire. Cerró los ojos.

Un peso a su lado hizo hundir al sillón y de inmediato giró para ver quién era.

— Buenas noches.

BeomGyu enarcó una ceja. El tipo que se sentó a su lado era...

— Buenas noches — correspondió al saludo y estiró la mano a modo de saludo —. Choi BeomGyu.

En cambio, en vez de un saludo mano a mano, sintió un beso en el dorso de esta, el hombre tardó en separarse de él y lo miró con sus ojos afilados. Wow —. Qué gusto. Choi SooBin.

BeomGyu suspiró e intentó recordar si alguna vez había visto a Choi SooBin en aquellos rumbos, pero para su extraña sorpresa verdaderamente no recordaba una pizca de él. SooBin lucía diferente a todos ellos, no poseía el color aperlado, casi pálido que todos heredaban de sus familias, no lo vio tomar algún bocadillo, su rostro mostraba un par de arrugas y marcas de expresión cada vez que hacía un gesto. Disimuladamente olfateó y oh, no podía ser verdad...

— Y... ¿A qué clan perteneces? — preguntó BeomGyu, intentando dar respuestas a su repentino interés por ese chico.

— No vengo de ninguno — respondió SooBin con simpleza.

Bingo.

— ¿Entonces, chico humano, qué haces aquí?

SooBin lo miró y le guiñó el ojo, pero luego de unos segundos lo dejó de lado. No entendía qué era lo que buscaba estando allí, donde no pertenecía. Se veía tranquilo e imperturbable. En otra situación el hecho de que un humano estuviera en una fiesta de vampiros terminaría en un festín de sangre, quería saber cómo entró sin que alguien lo descubriera.

— Cosas de la vida, solamente buscaba a alguien que está aquí.

— ¿Ah sí?

SooBin asiente y se acerca a su oreja, puede oler la sangre bombeando en su cuerpo y quiere morderlo, que el líquido corra por su cuello y lamerlo —. Y creo que lo encontré — murmuró.

La cercanía le dejó observar mejor al chico. Piernas largas cubiertas por un pantalón negro, camisa blanca e impecable sin corbata ni saco de por medio, el olor de la colonia desprendiéndose de él mientras más se acercaba a BeomGyu, manos grandes, hombros anchos y cabello negro. Su rostro tenía facciones finas, ojos intimidantes y labios de corazón. Por su parte, BeomGyu vestía su pantalón negro favorito acompañado de una camisa de cuello abierto que era sostenido por un par de listones blancos ajustables a qué tanta piel quería mostrar, dejó su pelo suelto y se colocó unos anillos para lucir sus blanquecinas manos.

siempre tú ☆ soogyuWhere stories live. Discover now