5. Conversaciones con otros huéspedes, teorías frustradas y la gran apuesta.

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El bar está en la siguiente piscina, lo cual significa que, para llegar allí, hay que andar un rato por el sendero que recorrimos después de encontrar el cuerpo

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El bar está en la siguiente piscina, lo cual significa que, para llegar allí, hay que andar un rato por el sendero que recorrimos después de encontrar el cuerpo. Es complicado no lanzar miradas en la dirección donde estaba el cadáver —aunque sea de forma inconsciente—, pero Eric y yo nos contenemos hasta que llegamos a nuestro destino. Tenemos a la pareja detrás y podrían notar cualquier giro de cabeza.

Tengo intriga por saber a qué se dedican. Lo primero que salta a la vista es lo musculados que están los dos, como si se hubieran escapado de Los vigilantes de la playa. ¿Serán entrenadores personales? Antes, cuando en la recepción mencionaron el gimnasio recién renovado, me pregunté quién en su sano juicio levanta una mancuerna en unas vacaciones, pero creo que nos hemos topado con la respuesta.

Estoy a punto de preguntar por sus profesiones para iniciar una conversación trivial, pero el hombre se adelanta.

—No te vimos ayer en la hoguera —me dice.

Ralentizo la marcha para ponerme a su misma altura.

—Sí, no había llegado todavía —contesto. No quiero confesar que Eric y yo no estamos juntos, así que me invento una excusa—. Hubo un pequeño contratiempo en el curro y tuve que aplazar el vuelo un día. Pero bueno, ya estoy aquí.

—¿Y qué os parece el hotel? —se une la mujer.

—Una maravilla.

«La combinación perfecta entre El lago azul y un episodio de Mentes Criminales», añado mentalmente.

—¿Verdad? —coincide él, animado—. Es la primera vez que venimos aquí, aunque los amigos con los que viajamos llevan unos cuantos años repitiendo. Si no me equivoco, es el cuarto verano que se quedan en este hotel.

Es tremenda la pasta que debe de manejar esta gente. El recuerdo que más vívido tengo de cuando Eric y yo hicimos la reserva es el de la página para pagar. Ni el hacker más experimentado podría haber vaciado mi cuenta bancaria a semejante velocidad. Para los amigos de estos dos, venir aquí debe de ser el equivalente a ir de excursión al zoo.

—Yo tampoco tendría problema en repetir —dice Eric, y se me escapa algo parecido a una risita.

Pues tendrá que ser con su próximo novio. O con el que tenga ahora, claro. Desconozco su situación sentimental. Es verdad que no se ha traído a nadie al resort, lo cual me hace sospechar que, si está con alguien, la relación no es tan seria como para invitarle a este nidito de amor tropical.

A lo mejor aprendió la lección conmigo y, ahora que es consciente de su incapacidad de mantener su boca lejos de la de otros durante una relación, ya no quiere nada serio.

—Voy a ser sincera, a mí ya me convencieron en cuanto dijeron las palabras «barra libre» —bromea ella, y todos soltamos la carcajada de rigor.

El hombre asiente.

Cómo resolver un asesinato (antes que tu ex)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon