12| GARRETT

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Es una sensación axfisiante, como si estuviera en esa casa otra vez en llamas, el pecho simplemente se me traba y no alcanzo a protegerlo del modo en que se lo merece

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Es una sensación axfisiante, como si estuviera en esa casa otra vez en llamas, el pecho simplemente se me traba y no alcanzo a protegerlo del modo en que se lo merece. 

—Lo lamento, Garrett, pero aunque eres su única familiar directo no puedes obtener la custodia —dice—. No cumples con los requerimientos necesarios para cuidar de él. Quizás cuando te establezcas puedas apelar contra el estado. 

Suspiro y miro la fachada como si con eso fuera suficiente. 

—¿Y si alguien lo adopta?

Se queda en silencio por un momento. 

—Si alguien lo adopta estará con personas que lo cuidarán y amarán. 

Si me hubiesen dicho que Sebastian iba a ser adoptado cuatro años atrás cuando apenas sí sabía caminar me hubiera alegrado, estoy seguro de que lo hubiera hecho. Quizás fuese mucho mejor si hubiera sucedido así, El Estado quitándole de los brazos ese niño a Jennie para que no sufriera, pero le tomó seis años hacerlo y de la peor forma. 

Ya lo sabía, pero necesitaba escucharlo una vez para convencerme de que las cosas estaban como debían estar. Miro una vez más el complejo y repito en mi mente que es lo mejor para él antes de ponerme el casco y encender mi motocicleta. 

El tráfico de la tarde me recibe mientras voy a casa, si es que puedo llamar casa al apartamento de Brayden, hice un viaje hasta allá y no pude siquiera entrar a verlo. Mi mente me traiciona lo suficiente como para siquiera intentarlo. 

Estaciono, aseguro la motocicleta y subo hasta el piso para abrir con la copia de la llave que Bray me dio, entonces frunzo el ceño cuando llego a la sala y veo a un par de señores sentados en el sofá junto con Brayden. No porque él no suela tener visitas, sino porque son dos rostros que conozco o al menos eso creo. 

—¡Garrett! —dice con entusiasmo y se pone de pie. El señor de cabello rubio, alto y curpulento, un hombre que está en sus cuarenta, tal vez, lleva una de sus manos a mi hombro izquierdo y doy un paso hacia atrás. 

—¿Qué te sucede? 

—¿Disculpa? 

Llevo mi mirada de él hacia Brayden quien se encoge de hombros y luego miro a la otra mujer que luce solo un poco más mayor que él, tal vez porque su cabello es prácticamente blanco por las canas. 

—Los dejaré a solas —dice Brayden y se encamina hacia su habitación. 

No recuerdo sus nombres, tampoco es que quiera recordarlos, si era bueno guardado rencor con solo dieciséis años entonces soy mucho más bueno guardado rencor con veintitres. 

—Hicimos un viaje muy largo para verte. —La señora se pone de pie y camina hacia mí como si no viera que estoy lo suficiente reacio a tener a alguno de ellos cerca. 

He tenido suficiente dolor de cabeza con Jennie, luego con lo que supone su muerte como para añadir uno más. 

—No sabía que podía ser una excusa para conocer Filadelfia —digo entre dientes—. Pero pueden tener una linda estadía. 

Cinco Razones Para Quedarte [Libro II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora